Un grupo de pibes para un gran triunfo. Claro que el rótulo de la victoria nada tiene que ver con la jerarquía del rival, sino que se lo debe emparentar con la solvencia con que Central resolvió el partido frente a un Alianza Sport que expuso unas ganas enormes y un ejemplar comportamiento, pero que transitó de principio a fin a remolque del ritmo que el canalla le impuso al juego. Hasta el pase (como un acto instintivo, pero pocas veces visto), que el árbitro Sebastián Mastrángelo le dio al jugador de Alianza tras un rebote en su pierna quedó reducido a una simple anécdota. Fue un acto llamativo pero gracioso cuando el 3 a 0 era irreversible. Lectura simple: un par de aproximaciones del equipo de zona sur jamás pudieron hacerle sombra a la superioridad que el conjunto de Leo Fernández plasmó en cancha, tanto en el primer tiempo como en el segundo, para hacer del pase a cuartos de final (enfrentará al ganador de Unión y Villa Ocampo, que juegan hoy) de Copa Santa Fe un mero trámite.
La presencia de juveniles por parte de Central no fue escollo para que la diferencia de velocidad, además de la técnica, se transformara en uno de los principales ítems a partir de los cuales pueda leerse y entenderse el juego.
En medio de esa supremacía fue Alianza el que primero se arrimó, con una corrida de Ojeda, quien terminó cayéndose apenas ingresó al área en medio de una jugada en la que todo Alianza pidió un penal que para Mastrángelo no fue. A partir de ahí las fichas rápidamente tejieron lazos con la lógica. Con un mediocampo mucho más movedizo, incisivo y técnico, Central comenzó a alimentar a una delantera que cada vez que se lo propuso marcó la diferencia.
Fue así que Diego Becker, a los 3', tuvo el gol en sus pies, pero la demora en la definición hizo que lo cerraran justo, a centímetros de la línea de sentencia. Un minuto más tarde fue el turno de Lioi, con una definición por encima del arquero Brossio que se fue apenas alta.
El juego a esa altura tenía un hábitat natural: el campo de Alianza Sport. Es que Central manejaba tiempo y espacio a través de la tenencia que le daban Lioi, Pereyra y Becker.
Un tiro libre de Romero que Ledesma contuvo en dos tiempos fue el hueco que hubo en medio de ese asedio canalla, que continuó con un remate de Pereyra (por arriba del travesaño), un zurdazo de Martinich (apenas desviado) y otro zapatazo de Protti (apenas alto).
La fineza en la puntería llegó en la próxima, quizá en la jugada más sucia. Es que Protti (29') la empujó desde el piso, después de un enredo en la boca del arco. Era justicia, pareció sentencia. Ni hablar después del tremendo zapatazo que Becker metió a los 38', a la salida de un lateral, con toda la defensa de Alianza desatenta. Ese fue el golpe de nocaut en medio de una lucha que a esa altura era más desigual que nunca. Igual Central se guardó una más antes del descanso, que no terminó en gol porque el palo se interpuso en el cabezazo de Protti.
Había dos opciones para el complemento en Central: ir por todo o manejar el ritmo de juego con algo más de tranquilidad. Hubo una especie de mixtura entre ambas chances. Es que se vio un intento de aprovechamiento en cada situación que se presentaba como propicia, pero sin que el pie fuera a fondo en el acelerador. Igual alcanzaba para que el Gigante pudiera ser testigo de una goleada mucho más abultada del 4 a 0 final. Lo dejó en claro otra vez Protti, cuando de cabeza (a los 25' del complemento), acertó luego de una gran corrida y mejor centro de Facundo Rizzi.
Ni los ingresados Laborde y Sanviogani pudieron cuando tuvieron sus chances. Tampoco Mansilla cuando la diferencia ya era mucho más pronunciada (ello jamás hizo que Alianza se enloqueciera ni apelara a la pierna fuerte). Sí Pereyra, el encargado del penal (infracción sobre Misale Laborde) en la última jugada de un partido que Central hizo y deshizo a su antojo pata tejer, gracias a la diferencia entre uno y otro, una buena alianza con el triunfo en el debut de la Copa Santa Fe.