¿Qué efectos tiene la palabra sobre el deseo y el cuerpo? ¿Somos adictos al verbo y al conjuro que conlleva lo que expresamos? ¿Qué espasmos produce aquello que se silencia? ¿Qué consecuencias tiene lo no dicho? ¿Cuáles son los síntomas de la palabra ausente?
Estas son algunas de las preguntas que plantea el poeta Julián Cavallaro (Buenos Aires, 1979) en “Distintas formas de lo urgente”.
Los textos de este libro recientemente editado, con calidad, por Editorial Enero, interrogan y reflexionan acerca de los efectos de la lengua y la conciencia del habla.
Escribe Pamela Terlizzi Prina en la contrapa de la obra: “¿Acaso es posible tener a la palabra como objeto de fe? Es que Cavallaro le pone nombre a las cosas para hacerlas gobernables. Como los demonios, que solo obedecen a quien sabe nombrarlos, cada poema de Distintas formas de lo urgente contribuye a una progresión que se impone por obra y gracia del lenguaje. El poema siempre es el presente, sin embargo desde estas páginas se envían ondas expansivas al pasado, se compone la nostalgia por un mundo más lento y menos líquido, se reformulan los símbolos que trafican las canciones que construyeron nuestra educación sentimental.
“Porque da cuenta de que la urgencia nunca tiene que ver con una cuestión de tiempo sino con la impaciencia del balbuceo, la desesperación congénita en cualquier voluntad de decir, la imposibilidad de explicar con palabras de este mundo. Lacan creó un neologismo para señalar que el hombre es un animal enfermo de lenguaje; para eso cruzó dos verbos: ser y hablar. Saber de ese sometimiento es lo que hace poderoso a este libro. En suma: la impunidad irreparable de la poesía, su verdad última”.
Julián Cavallaro se mueve en el cotidiano donde el lenguaje y la poesía son los temas de su poética. El escenario es el tiempo y el nuevo territorio que funda esta era que parece de otro planeta. Su escritura juega con la narrativa y el ensayo. El breve conjunto de poemas está dividido en tres partes: “El brillo ajeno”, “La casa de mi nueva infancia” y “La luz del pasillo que nunca se apaga”.
Selección de textos y fragmentos
Solo se opta por el silencio
cuando hay opción.
Esa es la misericordia del lenguaje.
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Si escribís en Google
"cómo recuperar un sueño"
lo primero que aparece
es la publicidad de un colchón.
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(...)
mientras el sol prende la luz
como una madre que no quiere ver.
(...)
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Hombres que imaginaban
robots parecidos a ellos
hoy son adictos
a los frascos de perfume sin perfume.
Estamos a nada de inventar
la bala que pega la vuelta.
¿Qué gracia tiene venir del futuro
a mirar cómo harás lo que ya hiciste?
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Mi teléfono ordena las fotos por categorías
hace copias en una nube
reconoce las caras los gestos
y me dice
es para que puedas encontrarlas siempre.
Cuando quiera olvidar
¿Tendrá la compasión de una caja?
¿La misericordia de un mueble viejo?
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La culpa
es un inquilino
que rechaza
el aviso de desalojo
dice que pagó
todos los meses
como dios manda
me muestra un contrato
que no está firmado por mí
pero tiene algo en la letra
esa forma de hacer la J
que mi madre
siempre quiso corregirme.
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(...)
pero no puedo entrar al lenguaje
como una pileta climatizada, señor
este es un mar de clavos, señor
escale usted la gramática en ayunas
desarme usted el signo
y déjeme pedir
una docena de medialunas.
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Cómo le explico a mi hijo
que hay un camino
que no sale en los mapas
aparece de la nada
como el bondi
cuando prendés un pucho.
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Mi problema con el tiempo
es de carácter jerárquico
los que me pedían orden
ahora recomiendan
que aproveche los beneficios de la maraña
y no sé por dónde empezar
si entrar al nudo con delicadeza
o tirar tirar tirar
hasta que todo se ordene
como se ordenan
los médanos
que trepo en los sueños.
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Expresar el amor con palabras
siempre será parecido
a revelar un truco.
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