El modelo económico implementado por Javier Milei dejó grandes ganadores y grandes perdedores. La economista Celina Calore, coordinadora la delegación Santa Fe del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (Ceso), apuntó entre los primeros a la agroexportación, la minería, el petróleo, los servicios públicos y privados antes sujetos a regulación y las finanzas. Entre los que “la están pasando muy mal”, anotó a la construcción, la industria y el comercio.
El problema es que esta reconfiguración tiene sus consecuencias. “se perdieron 100.000 puestos de trabajo en las actividades más golpeadas mientras que las que se reactivaron no llegan a sumar 10.000”, señaló. Los rubros perjudicados son, además, los que están vinculados fuertemente al mercado doméstico y tienen un peso mayoritario en la economía.
Calore analizó el recorrido económico del turbulento año 2024. Que arrancó, en rigor, unos días antes con “la devaluación brutal del 50% en diciembre y la desregulación”. Ese movimiento provocó una transferencia de ingresos desde los sectores vinculados al mercado doméstico, los trabajadores y los jubilados hacia sectores exportadores tradicionales, bancos y empresas de servicios, entre otros rubros. Y comenzó “a cambiar un poco el mapa de la estructura económica argentina”.
El consumo interno, por ejemplo, es una de las variables que no repunta. “Los trabajadores y los jubilados, que son los que mueven ese consumo, están entre los más afectados por la pérdida de poder adquisitivo”, agregó.
Devaluación y estabilidad
La devaluación inicial, que benefició a los exportadores primarios, se secuenció con una bicicleta financiera que representó grandes ganancias. Esta burbuja sostiene la estabilidad cambiaria, mientras no se pinche.
¿Qué influyó para que el gobierno pueda construir esta suerte de paz cambiaria? Para Calore, tiene que ver con “las señales que el gobierno le estuvo dando a a los mercados, como el ajuste brutal del gasto público y la desregulación”. Es decir, un programa ultraortodoxo, asociado al esquema del crawling peg. “La inflación fue respondiendo a esta suba programada del 2% mensual del tipo de cambio desaceleró después del 25% autoinflingido en diciembre”, señaló, hasta llegar a fin de año con una variación IPC por debajo de los tres puntos. El combo de recesión, desregulación y ancla salarial, que se expresa en el tope impuesto a las paritarias, comienza a quebrar esa inercia inflacionaria que desafiaba cualquier intento de estabilización.
El costo de esta estabilidad macroeconómica es también parte de la discusión. El haber mínimo de los jubilados que cobran el bono “no llega a recomponerse” y los trabajadores, sobre todo en el sector público, “perdieron mucho poder adquisitivo”.
Este deterioro tiene también presiona la propia estabilidad. “Con la bicicleta financiera y el éxito del blanqueo de capitales el gobierno pudo sortear las presiones cambiarias y los desequilibrios macro pero hay que ver hasta dónde le da para seguir haciéndolo”, señaló. Por caso, señaló, "hoy estamos en una situación de una Argentina cara para el mundo, en la que solamente algunos sectores puntuales son competitivos”, explicó.
Por otra parte, el gobierno tiene “una gran deuda con su electorado, que es levantar el cepo cambiario, para lo cual hace una fuerte apuesta a que ingresen capitales ya que si no ingresan dólares, este modelo no va a tener sostenibilidad en el mediano largo plazo”.
El humor de agro
Un tema clave es el futuro de la relación con el sector agropecuario, principal proveedor de divisas. “Es una incógnita si le conforma este tipo de cambio; en otros momentos este sector buscaba una devaluación aun con menos apreciación cambiaria, pero evidentemente hay otras cosas que están compensando esta erosión de rentabilidad”, analizó. Uno de los puntos a tener en cuenta, agregó, es la diversificación de los grupos económicos. “Hoy ya no hablamos solamente de empresas que se abocan solamente a la agroexportación sino que también hay diversificación financiera y grupos pueden compensar rentabilidad volcando alguna parte de sus excedentes a la valorización financiera”, aclaró.
Más allá de esto, las presiones sobre el tipo de cambio “volverán en tanto y en cuanto el gobierno no consiga los dólares”. En los próximos tres años, Argentina enfrenta vencimientos de deuda por más de u$s 50.000 millones. Y no tiene esos dólares. “El gobierno está apostando a que van a llegar eso a través de endeudamiento y ya sabemos lo perjudicial que es eso, lo estamos padeciendo”.