Mientras el presidente Milei gira por el mundo con su tributo a Donald Trump, el ministro de Economía, Luis Caputo, acelera la búsqueda de dólares, en medio de la tensión cambiaria que en enero presionó sobre las reservas del Banco Central.
La urgencia por conseguir dólares empujó al gobierno a tomar una medida que le permite cerrar filas con un sector aliado
Por Alvaro Torriglia
Mientras el presidente Milei gira por el mundo con su tributo a Donald Trump, el ministro de Economía, Luis Caputo, acelera la búsqueda de dólares, en medio de la tensión cambiaria que en enero presionó sobre las reservas del Banco Central.
El jefe de Hacienda se bajó del viaje al Foro de Davos para recibir a la misión del Fondo Monetario Internacional (FMI), con la que negocia un acuerdo crediticio que le permita refinanciar el préstamo que él mismo tomó hace seis años y obtener financiamiento adicional por unos u$s 11 mil millones.
En la misma semana anunció una baja temporal de retenciones, con la que espera movilizar las ventas y la liquidación de dólares del agro, por entre u$s 3 mil y u$s 4 mil millones.
Pese a que repite en cada discurso que el déficit fiscal es la única causa del endeudamiento, la plata que le pide al Fondo Monetario no es para financiar un rojo que ya no existe sino para ponerlo sobre la mesa del mercado cambiario, en el marco de un conjunto de urgencias y objetivos. No difiere mucho de lo que pasó en su anterior paso por la gestión pública, cuando Mauricio Macri era presidente.
La urgencia pasa por reforzar las reservas, que siguen negativas pese a que el superávit de 2024, de u$s 20 mil millones, fue uno de los mayores de la historia. Y que en diciembre y enero registraron una presión importante por los pagos de deuda y la fuerte intervención en el mercado de los dólares financieros para contener su suba. El objetivo es volver a tomar deuda externa para aceitar el camino a las elecciones legislativas, evitando un sacudón cambiario. Un camino finito ya que el eventual garante de esa estrategia le pide justamente que deje flotar el dólar.
Mientras negocia el monto, la forma de desembolso y las fechas con el FMI, para hacerse de divisas financieras, el gobierno busca asegurarse los dólares de la producción con una versión más amplia y modificada del viejo “dólar agro”. En este caso no toca formalmente tipo de cambio sino la carga impositiva para mejorar el precio de los commodities, a cambio de que aceleran la venta de la cosecha y la liquidación de agrodólares.
La medida también lo ayuda a recomponer con los empresarios y entidades del sector agropecuario, que venían elevando el tono de sus quejas en medio de los problemas económicos y climáticos. Y a contragolpear a los gobernadores de la Región Centro, que unos días antes lo torearon con este tema durante la cumbre de Rosario.
Queda por ver si las nuevas medidas impactarán en los precios. Tras el tropiezo inflacionario de diciembre, el Ministerio de Economía se atalonó en su política de apreciación del tipo de cambio oficial y apertura importadora, que agrava la crisis de la industria y del agro que produce alimentos.
Fue el propio gobernador de Córdoba, Martín Llaryora, quien al pedir la baja de retenciones comparó la situación del sector con “el colapso de los 90”. Sus colegas avivaron además la puja distributiva entre la economía pampeana y los enclaves hidrocarburíferos y mineros, al recordar críticamente los regímenes especiales que benefician a esas provincias.
Entre la geopolítica doméstica y la internacional, quizás hasta el propio Trump termine terciando en esa competencia, por vía del impacto que tendrá en los precios su plan de intensificar la producción de hidrocarburos en Estados Unidos. Sería solo uno de los efectos que se pueden esperar de este nuevo ciclo del presidente estadounidense que, aunque le grita a China, descarga los primeros golpes sobre la región.