La necesidad de reformar el sistema tributario argentino se transformó en uno de los capítulos más fuertes de la mañana del viernes en el 60º Coloquio de Idea. Según un estudio de Iaraf en Argentina existen más de 150 impuestos y solo 12 recaudan el 95% de la masa total. La demanda de los empresarios y ejecutivos de las grandes compañías del país tiene que ver con lograr un sistema tributario que permita mejorar la competitividad en el mercado interno y también los mercados internacionales.
“Tenemos más de 135 impuestos que recaudan apenas 5% de toda la recaudación y generan problemas y complicaciones al sector privado. Podríamos tener un sistema más simple, sencillo, sin complejizar la estructura tributaria”, resaltó Matías Surt, socio director y economista Jefe de Invecq y docente de Universidad del Cema.
El especialista en materia tributaria subrayó que “el sistema tributario en Argentina es malo porque afecta la competitividad, es malo porque es insostenible y poco transparente y muy complejo”.
Además, apuntó que el país tiene una fuerte preponderancia a impuestos súper distorsivos “muy por encima del resto de los países del mundo”. En ese sentido, explicó que los impuestos súper distorsivos al compararse con el mundo se advierten que “la Ocde recauda menos de 1 punto del PBI en estos malos impuestos, Latinoamérica y el Caribe apenas 2 puntos del PBI y Argentina este año va a terminar recaudando casi 10 puntos del PBI” por impuestos al comercio exterior, impuesto país, impuestos al cheque y los ingresos brutos (provincial) y también se pueden sumar las tasas municipales “y la situación es algo más grave”.
Surt resaltó que “más del 30% de lo que recauda el Estado nacional y provincial proviene de estos impuestos nocivos para la competitividad del sector privado en argentina” y resaltó: “Vivimos en una vorágine de suba de tasas municipales” que aumentaron las alícuotas o crearon tasas nuevas.
A modo de ejemplo, destacó que cuando en Argentina se comercializa una tonelada de soja el 65% del precio de esa transacción son impuestos, y de ese porcentaje más del 60% son impuestos distorsivos, donde pesan muchísimo los derechos de exportación.
Otro punto que planteó Surt tiene que ver con los desincentivos que la estructura tributaria genera para la inversión en la Argentina.
También habló de la erosión de la base tributaria. “No todos pagamos de la misma manera. Hay alta evasión fiscal y tratamientos diferenciales que hacen que no todos los sectores se hacen cargo de la misma manera y la presión legal sobre los que están totalmente en blanco es diferente”, señaló y agregó: “Argentina perdió el año pasado 4 puntos del PBI”.
El efecto sobre la competitividad
Surt además mencionó que la imprevisibilidad es otro factor altamente negativo. “Todos los impuestos han sufrido grandes modificaciones en los últimos años. Los parámetros impositivos se modifican con demasiada frecuencia”, resaltó.
La coparticipación federal de impuestos se llevó parte del cierre de su disertación. “Es un tema complejo y neurálgico”, dijo.
Por su parte, María Ines Del Gener, directora de IDEA y CEO Deloitte Cono Sur, resaltó que el diagnóstico sobre lo que molesta está listo y también sobre el lugar a donde se quiere llegar. “Tenemos la oportunidad de poner a la Argentina en el mundo. Un empresario para invertir necesita previsibilidad. Hay impuestos que en los últimos 15 años cambiaron cuatro veces”, subrayó y planteó que “con inteligencia veamos cómo queremos que sea nuestro sistema tributario” porque “no podemos basar un base de nuestra tributación en impuestos distorsivos”.
Daniel Artana, economista jefe de Fiel, apuntó que los impuestos distorsivos representan alrededor del 30% de la recaudación y resaltó que “el peso es distinto por nivel de gobierno, es menos del 20% del nacional, en el caso de provincial entre ingresos brutos y sellos es un 85% y en municipios un poco menos de la mitad”.
El analista apuntó que los impuestos distorsivos son en general impuestos poco visibles. “Uno puede decir en una botella de agua cuando de IVA hay pero no de distorsivos y esa falta de visibilidad los hace atractivo para los políticos”, indicó.
Para cambiar todo el sistema tributario propuso “meter adentro a las provincias”. Aquí aparece el sistema de coparticipación que “requiere una ingeniería institucional inmensa”.
La ley de coparticipación
Por su parte, Guido Zack, director del área de Economía de Fundar, dijo que una nueva ley de Coparticipación “tiene una complejidad enorme”.
“Uno de cada dos argentinos está por debajo de la línea de la pobreza. El Indec dio 18% de indigencia en todo el país pero eso esconde diferencias. En la ciudad de Buenos Aires es 7% mientras que en gran resistencia es 38%. Hoy un niño que nace en Chaco no tiene la misma posibilidad que uno que nace en Buenos Aires o Neuquén”, indicó.
Zack comentó que durante el Coloquio se dijo que podría haber alguna solución por el lado de las correspondencias de ingresos de las provincias, que las provincias recauden lo que generan, pero apuntó que el problema es que este esquema arraiga desigualdades y para la consolidación de país se busca todo lo contrario.
“Ya vivimos hace mucho tiempo sin coparticipación y el resultado tampoco fue muy agradable, hubo superposición de impuestos, con hasta una triple imposición que llevó a los dirigentes de ese momento pongamos la coparticipación en la Constitución”, precisó.
Para Zack el problema es cuando aparecen las transferencias discrecionales. “Una provincia tiene más incentivos para hacer lobby que a mejorar su sistema de gasto y eficientizar la recaudación”, consideró.
El referente de Fundar dijo que en un gobierno como el de Javier Milei con el compromiso del equilibrio presupuestario “se interrumpen prácticamente las transferencias discrecionales y el resultado tampoco es agradable para el sistema tributario”. Aumentan la alícuota de ingresos brutos, aparecen nuevas tasas.
“La solución es una coordinación y una ley de coparticipación”, dijo y recordó que en Fundar cuentan con una propuesta de reforma tributaria para empezar ahora mismo los cambios.