El triunfo de Donald Trump en las elecciones estadounidenses generó un intenso debate sobre las consecuencias que este resultado tendrá en el escenario geopolítico global. Gabriel Merino, doctor en Ciencias Sociales, licenciado en Sociología, investigador del Conicet y profesor de la Universidad Nacional de La Plata, analizó el impacto de este cambio, en el mundo y en Argentina.
Merino destacó la profunda fractura que existe en Estados Unidos a nivel político y social, reflejada en el fenómeno Trump. Este fenómeno, dijo, se caracteriza por la oposición a la globalización impulsada por Estados Unidos desde las décadas de 1970 y 1980, e incluso el combate a las instituciones multilaterales que creó para consolidar su hegemonía. Esta batalla encuentra apoyo en sectores industriales que ya no son competitivos a nivel global, como el complejo sidero metalúrgico, a las petroleras y a nuevos actores de la tecnología que se enfrentan a las grandes empresas dominantes de Silicon Valley.
“En alguna medida Trump defiende lo viejo, gana en el viejo cinturón industrial de Estados Unidos que hoy se llama cinturón del óxido, Estados que en muchos casos eran bastiones demócratas cuando la clase trabajadora sindicalizada era parte fundamental de la base de ese partido”, describió durante una entrevista con el programa radial La banda Cambiaria. En parte, apuntó, esto obedece a un problema estructural: “Desde los 80, con las reformas neoliberales, hubo un aumento de la productividad que no se corresponde con la compensación de la hora trabajada; los salarios en términos reales están prácticamente estancados desde fines de los 70 y eso rompió el pacto fordista, entre industria y clase trabajadora”.
También hay actores nuevos que imprimen en el trumpismo una idea de un sector tecnológico más desregulado y que a la vez pide que el Estado los proteja, les dé contratos y otras cosas. “Hay una fractura entre ese bloque tecnológico, del cual Elon Musk es fiel representante, y los viejos actores dominantes de Silicon Valley, del grupo Gafa, que son más globalistas”.
Una ruptura importante que marca esta elección es la puesta en marcha de otra política exterior norteamericana. “No se trata sólo de matices", afirmó Merino. Para subrayar el impacto de esta fractura, el analista recordó la decisión de Trump de dar de baja el Tratado Transpacífico (TPP) durante su primer mandato. Este acuerdo, que buscaba contener a China, era visto como una pieza clave para consolidar el liderazgo estadounidense en Asia Pacífico. "Pero lo que para un sector era una apuesta fundamental para controlar esa área, para el otro es una trampa que implica poner a competir su sector industrial son sus propios aliados, a partir de acuerdos multilaterales”, explicó.
Frente a esto, Trump sube aranceles, exacerba el nacionalismo y pone en crisis instituciones multilaterales que creó el propio Estados Unidos. Para Merino, no se puede entender esta fractura de otra manera que “una reacción del propio declive” de ese país. “Hoy la fábrica del mundo es China, cuyo desarrollo tecnológico es además cada vez más fuerte”, destacó. En esta “transición de poder”, un conjunto de actores estadounidenses y del occidente geopolítico reacciona no sólo frente a China sino a sus propios socios. “En su guerra comercial, Trump también va contra Japón, Canadá, Alemania y México, porque en realidad está expresando un problema más profundo de la propia economía estadounidense”, agregó.
Este cambio profundiza la crisis de aliados históricos de Estados Unidos, como Europa y Japón, que en el esquema de posguerra eran centros económicos subordinados a los intereses de Estados Unidos. Una posición que, argumentó, “les impidió tomar decisiones en función de sus intereses y afectó su crecimiento”.
"El caso más reciente es el desastre de Alemania y su desindustrialización producto de la guerra en Ucrania, forzada, entre otras cuestiones, por esa voluntad de la Otán de avanzar hacia el este, algo que no era conveniente para Alemania y su esquema energético con Rusia", señaló Merino.
La política de Trump, que además de exigirles que acepten su conducción geopolítica les impone barreras al comercio, agudiza esta crisis.
La economía global
Esto en el marco de la pelea de fondo con China, el rival estratégico en el escenario global. Tanto la administración Biden como la de Trump tomaron medidas para frenar el ascenso de China, incluyendo la guerra comercial y tecnológica pero “en algunos casos terminaron acelerando el desarrollo tecnológico” del gigante asiático.
"En Occidente están atónitos por las capacidades de Huawei, esta empresa que fue apuntada en la guerra comercial y tecnológica y que está mostrando, por ejemplo, semiconductores avanzados en sus productos que que no saben bien cómo logró hacerlos”, dijo.
Otro efecto boomerang de esta política es que “China profundizó su vínculo con el sur global, con el que mantiene un volumen de comercio más importante con el norte”, subrayó. Y recordó, en ese punto, la advertencia de Henry Kissinger sobre lo “catastrófica” que podría ser una guerra fría con este país porque “la Unión Soviética nunca tuvo estas capacidades tecnológicas que está adquiriendo China”.
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En medio de lo que entiende es una guerra híbrida de escala global, la agenda del nuevo presidente de Estados Unidos hacia América latina “viene con más palos que zanahorias”, como lo evidencia el primer round contra la apuesta al nearshoring que hizo México. Para Merino, una de las prioridades de la nueva administración será impedir el crecimiento de un “regionalismo autónomo” como el que emergió a principios de siglo. También pronostica tensiones al interior de la clase empezaría de cada país, entre los grupos que como Techint apuestan al alineamiento incondicional con Estados Unidos en el marco de la disputa con China y los que tienen fuertes vínculos comerciales con el gigante asiático, tal el caso del complejo agroexportador. No tiene dudas el analista sobre la caracterización de la política exterior argentina en este contexto: “Es un circo a contramano”, concluyó.