Acindar, Sancor, Vicentin, GM, Dow. Empresas icónicas de la historia económica de Santa Fe exponen hoy la situación en materia de actividad y empleo mejor que cualquier estadística. Cada caso acarrea su propia crisis, con diferentes características, pero un hilo conductor las ata en esta coyuntura a un escenario común de padecimientos del sector productivo y del mercado laboral de la región.
Comparadas con los peores momentos del año anterior, algunas estadísticas oficiales y privadas comienzan a mostrar números verdes en la medición interanual. Como ocurre con el índice de inflación, hay que esforzarse para que mariden con la experiencia.
La actual política económica, sobre todo en medio de la escasez de dólares, requiere un componente recesivo para no estallar y esa determinación pega en los territorios de una manera más compleja que la sola discusión en torno de las retenciones al agro.
Por su peso en la economía provincial y por opción política, los gobernadores de la Región Centro priorizaron el reclamo contra los derechos de exportación en el inicio de una escaramuza con el gobierno nacional. Que devolvió rápido el golpe. Con la presión del FMI y la necesidad de dólares sobre la espalda, bajó temporalmente las alícuotas y recreó el dólar agro por otros medios, en lo que parece más una paritaria que una política tributaria.
Le sirve a la administración de Javier Milei para reforzar su narrativa de destructor de impuestos, reflejada en la baja del gravamen a los autos de lujo, la sanción del nuevo régimen de Bienes Personales, la aprobación del Rigi y la decisión de no estirar el vencimiento del impuesto País, luego de haberlo subido durante la primera parte de su gestión. Los trabajadores que volvieron a pagar Ganancias, los monotributistas, los consumidores que perdieron los reintegros del IVA para consumos básicos y los automovilistas que pagan impuestos sobre los combustibles quedan del lado B de ese relato.
El vuelto de las retenciones
Pero la batalla por la devaluación fiscal, planteada ya cuando Milei presentó el presupuesto que no quiso debatir en el Congreso, se instaló en clave de disputa federal. El mismo día en que el ministro de Economía, Luis Caputo, anunció la baja de retenciones, reclamó a las entidades empresarias que dirijan sus reclamos a las provincias. Apuntó fundamentalmente a Ingresos Brutos, un impuesto que cosecha críticas y repudios pero que representa más del 80% de la recaudación tributaria propia en los distritos del interior.
No pasó mucho tiempo para que Mercado Libre le saltara a la yugular al gobierno de Santa Fe, que en la ley tributaria 2025 ajustó la alícuota que pagaban las fintech por sus operaciones de préstamo al nivel que pagaban los bancos. La respuesta del gobernador fue dura. Se subió al ring contra un peso pesado en una pelea que le da más lustre pugilístico que la cruzada contra los docentes o las referencias despectivas a los habitantes del conurbano bonaerense. En su réplica, acusó implícitamente a la empresa de Marcos Galperín de ser funcional a la realización de operaciones en negro y bicicletear a los usuarios con los plazos de pago. También le reclamó que baje las comisiones.
Pero además eligió un escenario significativo para responder. El acto de inicio de una obra en la ciudad de Santa Fe, desde donde recordó que el plan de trabajos públicos para este año es de u$s 1.500 millones. Un contraste con el frenazo dispuesto por la Nación, que incluso acaba de pedirle al Banco Mundial cambiar el destino de créditos aprobados para infraestructura. También fue un recordatorio para algunas de las corporaciones que integran el Grupo de los Seis, que se subieron a la ofensiva de Caputo. Por caso, la de los constructores, que hoy dependen en buena medida de la plata que recaudan las provincias para pegar algún trabajo.
Temblores en la economía
La refriega es una de las que se abrieron en distintos sectores, durante un verano en el que empezó a perturbarse el sueño del ministro de convertir su carry trade en una pax económica equiparable a la convertibilidad.
La tensión en el mercado de cambios, el drenaje de reservas, las exigencias del FMI, la seca y la aspereza de la economía real avisan de temblores, que podrían ser mayores si, incentivadas por el propio discurso presidencial, vuelven las protestas masivas, como aquellas que hace un año llenaron las calles al inicio de su gestión.