La original capilla del Espíritu Santo ya no ocupa la vieja casona de Buenos Aires 957. La obra había sido construida especialmente para ese espacio, donde funcionaba un hogar universitario femenino. La venta del inmueble y el proyecto de levantar en ese espacio un edificio de departamentos había alertado a arquitectos, que realizaron una cadena de correos, al propio Colegio de Arquitectos y al Programa de Preservación del Patrimonio municipal. Pese a las gestiones para conservarla en el lugar o trasladarla con la asesoría del autor dado su "valor patrimonial", las varas de madera que conforman el oratorio fueron retiradas y llevadas a Pueblo Esther, donde la reconstruirán. El arquitecto Jorge Scrimaglio, su creador, dijo que no lo consultaron y aseguró que "será una caricatura" de su obra.
La capilla formaba parte del hogar universitario femenino de la Orden Cardenal Ferrari y había sido encargada al arquitecto rosarino en 1960.
La obra se concretó dos años más tarde y participaron también alumnos de la carrera de arquitectura de la Universidad Nacional del Litoral (UNL).
La capilla, que tenía acceso desde el hall central de la cassona, se levantó en un espacio de apenas 5 metros de largo por 3 de ancho, y otros 5 de alto. Y fue construida con varas de madera de 5 por 5 centímetros.
"Tenía una entrada de apenas 50 centímetros, era como una cámara", detalló Scrimaglio, quien, en función de las características específicas del lugar, consideró "poco probable poder replicar la capilla en otro espacio ya que sería una caricatura de la obra".
Una torre. Alberto Heredia, vicepresidente de la Asociación Obra Cardenal Ferrari, la entidad civil que tenía el hogar femenino y propietaria de la casa, confirmó a La Capital que durante la última semana de julio el oratorio fue desarmado.
El proyecto para el predio que ocupa la casona es una torre de departamentos (con cochera), parte de los cuales serán viviendas privadas y otros tantos quedarán como parte del hogar femenino.
"Cuando se decidió la construcción del edificio, empezamos a evaluar qué hacer con este oratorio porque la intención siempre fue conservarlo. Entonces, tuvimos comunicaciones con el Colegio de Arquitectos y con el Programa de Preservación del Patrimonio, pero no recibimos la colaboración de nadie", explicó Heredia.
Por ese motivo, según explicó, la asociación terminó aceptando la oferta realizada por "una familia de Pueblo Esther que quiso hacerse cargo del oratorio y lo reinstalará en un colegio privado que tiene el suyo en remodelación".
Consultado sobre la negativa del autor al traslado de la obra, Heredia afirmó: "El arquitecto cobró sus honorarios en su momento. Pasaron 50 años y no tiene derecho de propiedad intelectual".
Luego, Heredia consideró que "se trata de un capricho, porque el oratorio seguirá existiendo en otro lugar".
Scrimaglio, por su parte, mantiene su posición y advirtió que el despiece de la obra se llevó adelante sin su presencia ni la consulta a especialistas.
A su turno, voceros del Colegio de Arquitectos sólo indicaron que intentarán contactar a los que ahora están a cargo de la obra "para que el rearmado se realice de la mejor manera posible, preservando el oratorio y la posición del profesional".