Este lunes entró en la recta final el juicio contra medio centenar de hombres captados por Dominique Pélicot para que violaran a su esposa, Gisèle, a la que previamente dormía con somníferos.
Se esperaba también el testimonio de dos hijos de la pareja. El padre de ambos está acusado de drogar e instigar la violación de su mujer por medio centenar de personas
Este lunes entró en la recta final el juicio contra medio centenar de hombres captados por Dominique Pélicot para que violaran a su esposa, Gisèle, a la que previamente dormía con somníferos.
En la undécima semana de este macrojuicio, los últimos acusados declaraban y se esperaba también el testimonio ante el juez de David y Florian, los dos hijos varones de Gisèle y Dominique Pélicot.
Antes de intervenir en la audiencia, David quiso agradecer las muestras de apoyo que reciben cada día: “Nos hemos estado preparando para este juicio. Va a ser complicado, pero mi hermano y yo estamos luchando duro. En cualquier caso, me gustaría aprovechar esta oportunidad para dar las gracias a todos los que nos han apoyado desde el inicio de este juicio y decirles que su apoyo es realmente inestimable”, dijo tras la sesión de la mañana.
La hija, Caroline Darian, ya declaró la primera semana aunque podría volver a hacerlo si quiere, al igual que Gisèle Pélicot.
Desde que comenzó este juicio ante el Tribunal de Aviñón el pasado 2 de septiembre, testificaron más de un centenar de personas, entre ellos expertos en psiquiatría y los 51 acusados, con edades que van de los 26 a los 74 años.
Además de Dominique Pélicot, 14 hombres reconocieron haber cometido las violaciones, mientras que 35 lo rechazaron alegando diversos motivos, que van desde el desconocimiento de estar cometiendo un delito (bajo el argumento de que suponían que la mujer accedía a estas prácticas sexuales) hasta el sometimiento al exmarido de Gisèle Pélicot, al que acusan de ser el instigador.
A uno de los acusados, Hassan O., de 30 años, es juzgado en ausencia porque se dio a la fuga.
Los hechos investigados se remontan a 2011, cuando Dominique Pélicot, que ahora tiene 71 años, empezó a drogar con grandes dosis de ansiolíticos a su mujer para dejarla en estado de inconsciencia y violarla. Con el tiempo, insatisfecho con sus actos, empezó a contactar a decenas de hombres a través de internet para que abusaran sexualmente de su mujer en su presencia en la casa familiar, situada en Mazan, en el sureste de Francia.
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Eso ocurría siempre sin el consentimiento de Gisèle, que estaba completamente anestesiada por los efectos de los somníferos, como el mismo Dominique Pélicot admitió apenas empezó el juicio.
Los métodos eran claros y repetitivos, según relató el principal acusado, que se enfrenta a penas que pueden llegar a los 20 años de prisión. En concreto, buscaba a los hombres en sitios en línea, les advertía de que su entonces esposa —están divorciados desde agosto— estaría “dormida”, que no tenían que oler a tabaco ni tener las uñas largas, que tenían prohibido hacer ruido, que tenían que hacer caso de lo que él les dijera para evitar ser descubiertos, y que él lo grabaría todo.
“Tenía la familia ideal, lo arruiné todo y ahora debo pagar”, reconoció de forma tajante el pasado 17 de septiembre. Sin embargo, puntualizó que no es el único culpable: “Soy un violador, como todos los demás acusados, que estaban al corriente de todo”.
Esos actos se alargaron prácticamente una década, hasta septiembre 2020, cuando Dominique Pélicot fue descubierto grabando bajo las faldas de varias clientas de un supermercado y fue sorprendido por un guardia de seguridad. Las mujeres lo denunciaron y, cuando la Policía lo detuvo, se descubrió una recopilación de centenares de videos, fotos y montajes de las decenas de violaciones que sufrió Gisèle Pélicot, que nunca antes había advertido nada y que pensó durante años que sus problemas ginecológicos se debían a una dolencia aún no diagnosticada y que sufría un principio de Alzheimer, debido a las frecuentes pérdidas de memoria.