A pocos días de que se cumplan 28 años del asesinato de José Luis Cabezas, su hermana Gladys contó un impactante episodio que vivió su hijo, sobrino del fotógrafo, al encontrarse por casualidad con uno de los asesinos.
Cuando faltan pocos días para que se cumplan 28 años del crimen del fotógrafo, Gladys Cabezas contó un inesperado encuentro de su hijo con Horacio Braga
A pocos días de que se cumplan 28 años del asesinato de José Luis Cabezas, su hermana Gladys contó un impactante episodio que vivió su hijo, sobrino del fotógrafo, al encontrarse por casualidad con uno de los asesinos.
El encuentro ocurrió hace 15 o 20 días, según recordó Gladys en una entrevista con radio La Red. Su hijo había asistido a un recital en Baradero y, al acercarse a un puesto a comprar un choripán, se topó sin saberlo con Horacio Braga, uno de los integrantes de la banda de sicarios conocida como “Los Horneros“.
“Mi hijo del medio fue a un recital en Baradero, se acercó a un puesto de choripanes y comenzó a hablar con el parrillero sobre el evento. Todo transcurría con normalidad hasta que el hombre mencionó que tenía varios puestos en la provincia y que, años atrás, había estado detenido”, contó Gladys.
El giro inesperado se produjo cuando el vendedor reveló su identidad sin reparos: “Yo fui uno de los que mató a Cabezas“, contó que dijo Braga. Al menos es lo que le contó el joven a su madre.
Atónito, el sobrino del reportero apenas logró responder: “Jodeme, era mi tío”. La reacción de Braga fue fría: “Uh, loco, qué sé yo”, dijo.
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El impacto de la revelación dejó al joven en shock. “No pudo disfrutar el recital, se quedó pensando”, contó Gladys. Luego decidió volver al puesto de choripanes y comenzó a grabarlo.
“El tipo le dijo: ‘Te lo dije y no dijiste nada, y ahora me venís a filmar’. Una impunidad total”, se quejó Gladys.
La hermana de José Luis Cabezas recordó que Braga fue quien, en estado de ebriedad, confesó el crimen. Fue el último de “Los Horneros” en recuperar la libertad, en abril de 2005. “Ya pagué mi deuda con la sociedad, ahora quiero vivir tranquilo”, había dicho entonces.
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Indignada, Gladys cuestionó el accionar de la justicia: “Cuando alguien mata a otra persona, debe recibir una condena ejemplar, y ninguno la tuvo. De hecho, se jactan de haberlo matado”.
Y concluyó con un mensaje cargado de dolor y enojo: “Lo quiero recordar con una sonrisa, pero cuando te enterás de estas cosas, pensás: no pueden ser tan hijos de puta. Los jueces no pueden ser tan hijos de puta”.