El olor a cuerpos en descomposición impregnaba este domingo las calles de Mandalay, la segunda ciudad más grande de Myanmar, mientras la gente trabajaba frenéticamente para retirar escombros a mano con la esperanza de encontrar a alguien aún con vida, dos días después del enorme terremoto que dejó más de 1.600 muertos e innumerables personas sepultadas.
El terremoto de magnitud 7,7 golpeó el viernes al mediodía y derribó docenas de edificios en Mandalay, la segunda ciudad más grande de Myanmar (aún llamada Birmania en muchos países). En la vecina Tailandia se confirmaron 18 muertos.
Los esfuerzos de rescate se vieron obstaculizados por rutas dañadas, puentes caídos, comunicaciones irregulares y los desafíos de operar en un país en medio de una guerra civil.
La búsqueda de sobrevivientes recayó principalmente en la población local sin la ayuda de equipos pesados, moviendo escombros a mano y con palas bajo 41 grados de temperatura, con solo alguna excavadora con cadenas a la vista.
La gente gritó en las calles el domingo cuando se produjo otra réplica de magnitud 5,1, pero luego el trabajo continuó.
Durmiendo en las calles
Muchos de los 1,5 millones de habitantes de Mandalay pasaron la noche durmiendo en las calles, ya fuera porque se quedaron sin hogar en el terremoto o preocupados de que las réplicas continuas pudieran hacer colapsar estructuras que quedaron inestables.
Hasta ahora se reportaron 1.644 muertos en Myanmar y 3.408 heridos, pero las autoridades todavía no llegaron a muchas zonas, dijo Cara Bragg, gerente en Rangún de Catholic Relief Services en Myanmar, quien precisó que los propios pobladores están cargo de las tareas de rescate. “Principalmente han sido voluntarios locales, personas locales que sólo tratan de encontrar a sus seres queridos”, indicó.
“He visto reportes de que ahora algunos países están enviando equipos de búsqueda y rescate a Mandalay para apoyar los esfuerzos, pero los hospitales están teniendo problemas para hacer frente a la afluencia de personas heridas, hay una escasez de suministros médicos, y la gente está teniendo problemas para encontrar comida y agua limpia”, agregó Bragg.
Con el aeropuerto de Mandalay dañado y la torre de control derrumbada en el aeropuerto de la capital Naipyidó, todos los vuelos comerciales hacia las ciudades se han interrumpido.
Los esfuerzos oficiales de ayuda en Naipyidó priorizaban las oficinas gubernamentales y las viviendas de su personal, lo que dejaba a los vecinos y grupos de ayuda para excavar entre los escombros a mano en las áreas residenciales.
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En la vecina Tailandia, el terremoto sacudió gran parte del país y derribó un edificio de gran altura que se estaba construyendo en Bangkok, a unos 1.300 kilómetros del epicentro.
Hasta ahora se encontraron 11 muertos en la zona de construcción cerca del popular mercado de Chatuchak. En total, se han reportado 18 muertos por el terremoto en Tailandia hasta ahora.
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