Esto generó una demanda creciente y estable entre hombres de 20 a 45 años, sobre todo en los sectores medios y altos.
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Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
Un poco de historia
Pero sobre esta base, se agregó otra relacionada a la económico: es un modelo de negocio replicable, porque es un rubro de fácil entrada y rápida rotación de clientes, con alta demanda en ciertos barrios. Y otra ventaja es la segmentación: la atomización y aparición de locales en todos los puntos de la ciudad responde al concepto de "proximidad", ya que los varones buscan cortes frecuentes y cercanos. Pero esta multiplicación de locales pequeños no se podría haber dado sin la aparición de otras tradiciones que ensancharon la base de clientes.
Para ir por esta vertiente, es conveniente hacer un poco de historia. La barbería fue una institución central en el siglo XX, especialmente entre los años 30' y 70'. Era un lugar social, de encuentro y charla entre hombres. Los conocedores cuentan que a partir de la aparición de The Beatles y la cultura hippie (en los 60'), los jóvenes varones de la época comenzaron a pedirle a su barbero que no les cortara tanto el cabello, sin encontrar en las barberías tradicionales de la época la respuesta esperada.
"A raíz de este fenómeno, los hombres se volcaron a las peluquerías para damas (allí encontraron que podían dejarles el cabello largo) y así fue como apareció en escena la peluquería unisex, cuyo auge en la década del 80' y 90' desplazó al barbero tradicional. Se priorizó lo rápido, práctico, sin tanto ritual", explicó Sagasti.
Pero en 2010 se inició un renacimiento global, con anclaje en lo vintage y lo artesanal, y la barbería volvió como espacio de identidad masculina y estética urbana. En Rosario, la tendencia llegó fuerte desde 2015 en adelante, con apertura de locales tipo boutique y fuerte estética visual: letras doradas, sillones retro y música jazz o trap, entre otros elementos.
"Para nuestros abuelos era normal ir al barbero a hacerse un afeitado tradicional de navaja, cuidar la estética de su pelo cortado a tijera, usar pomadas para pelo o gomina. Hubo un tiempo en el medio en el desaparecieron los barberos, y el proceso de reaparición fue influenciado por las redes sociales, especialmente Instagram. Primero arrancó en Buenos Aires y después, como siempre, empezó a llegar a las provincias", detalló por su parte Marky Daniele, al frente de la barbería Rotterdam, en el barrio Lourdes.
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Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
Tradiciones
Así, en Rosario conviven actualmente varios modelos de barbería: la tradicional o clásica, inspirada en las barberías de antaño, con sillones antiguos, estética retro, afeitado a navaja y rituales, orientado a público de más de 30 años que busca experiencia. También está la moderna o urbana, con estilo joven, estético e instagrameable: cortes con fades, líneas, tinturas, color fantasía, y diseño en cejas; y mucha influencia caribeña o norteamericana. Destinada a clientes jóvenes, de 15 a 30 años.
En tanto, sigue sobreviviendo la low cost de barrio, que ofrece cortes rápidos y económicos, alta rotación, mínima decoración y servicios básicos sin tanta experiencia. Pero como contraparte aparece la barbería premium, boutique y salones con espacios ambientados como club masculino y servicios diferenciados (café, cerveza, productos de alta calidad). Son estilo “life experience”, con precios altos.
Así como en el siglo pasado, fueron los inmigrantes italianos los que coparon el mercado de la barbería y peluquería en Argentina, los centroamericanos (principalmente venezolanos) que llegaron a Rosario han tenido impacto en los últimos años: trajeron oficio o formación previa en barbería y lo aplicaron como salida laboral inmediata.
"Se destaca su nivel técnico y actitud de servicio, lo que ha elevado la vara en muchos barrios y también introdujo nuevos estilos y estéticas. Algunos de ellos abrieron sus propias barberías y generaron redes de trabajo comunitarias", aportó el titular de la cámara.
Daniele, que tiene una barbería del estilo tradicional, más orientada a la calidad del servicio, valorizando la técnica del corte y aconsejando al cliente desde lo estético, marcó un contrapunto en este apartado: "Hubo un crecimiento de parte de la oferta de colombianos, venezolanos y otros latinos. Pero no creo que sean barberías, son peluqueros, porque sus servicios son muy básicos y los cortes son muy desproporcionados", definió.
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Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
Oportunidad de trabajo
En contextos de crisis, como el que atraviesa Argentina en los últimos años, muchos trabajadores se vuelcan al autoempleo. Algunos peluqueros despedidos o sin estabilidad deciden abrir su propio local en el barrio. Tiene bajos costos iniciales: con poco se puede arrancar. Esto facilita que haya un "boom" de pequeños locales en zonas periféricas. Muchos de estos espacios no están registrados formalmente, lo cual permite operar con costos pequeños dentro de la economía informal.
Una barbería es un emprendimiento de baja barrera de entrada. La inversión básica consta de una silla de barbería (desde $500.000 a $1.500.000); maquinarias (máquinas de corte, shaver, secador) a unos $300.000; espejo, estación de trabajo, sillón de espera, toallas, que parten de los $200.000; y ropa de trabajo y productos iniciales (gel, cera, alcohol, navajas) por $100.000. El total arroja una inversión mínima de entre $800.000 y $2.000.000, dependiendo del equipamiento, marca y ubicación, sin contar los gastos de alquiler del local.
"Lo que necesitás como herramientas básicas son un trimmer, una buena tijera de pulir, una de despuntar, una de corte, una buena navaja y una máquina de cortar el pelo. No se necesita tanto, pero sí mucha voluntad y ganas de aprender. Eso es clave, porque vos podés tener todas las herramientas y los chiches, pero si no te cultivaste como profesional y no sabés aplicar técnicas, de nada te van a servir", apuntó Daniele.
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Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
Profesionalización versus improvisación
Esta atomización en muchos locales también conspira con la profesionalización del rubro y genera una guerra de precios. "Existe actualmente un fenómeno para nosotros decadente, que es que los jóvenes acceden a tutoriales por internet en los que se explica cómo realizar un corte de pelo, y muchos creen que realmente se puede aprender esta profesión de esta manera", dijo Sagasti.
"Pululan en redes numerosos pseudo instructores ofreciendo fórmulas mágicas para llevar adelante un negocio como el nuestro. Los chicos adquieren conocimientos efímeros que alcanzan para realizar a duras penas un par de cortes de pelo. Lamentablemente la realidad golpea tan fuerte después que muchos de estos negocios, así como abren, cierran", lamentó.
Daniele coincidió en este punto: "En su mayoría no sabría si llamarlas barberías, que las hay, pero son pocas. Porque muchos no saben manipular tijeras, lograr cortes de barba, un buen afeitado o las divisiones que se usan regularmente para concretar un corte homogéneo. Con el boom, mucha gente lo tomó como una salida laboral rápida, pero no como oficio. Entonces hay más peluqueros que barberos profesionales", respondió.
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Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
Precios
El precio del servicio va acorde al tipo de local, el servicio que ofrece y el profesional que atiende. Según relevó la Catispar, la gama de valores actual parte de un piso de corte solo a entre $3.000 y $4.500 en barrios populares ($4.500 a $6.000 corte más barba); y entre $5.500 y $7.500 el corte en zonas medias ($7.000 a $9.000 corte más barba).
Más arriba están los locales premium, de $8.000 a $12.000 por el corte, y entre $10.000 a $15.000 por el servicio completo de corte y barba. También hay quienes ofrecen servicios de barbería dentro de peluquerías unisex, apuntando tanto a público de alto, mediano o bajo poder adquisitivo. En un salón del segmento más alto, un corte de cabello puede costar desde los $20.000 en adelante.
"Es algo que se puede hacer con poca inversión, pero depende también mucho al público al que apuntás. Cortar el pelo se puede hacer en la pieza de una casa, pero eso te limita mucho en cuanto a los clientes, qué tan profesional querés ser y qué lugar estás buscando acorde a tu vocación. ¿Qué tan lejos querés llegar? ¿Por qué querés que la gente te reconozca? Son las preguntas que yo me haría si estuviera recién arrancando", cerró el dueño de Rotterdam.
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Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital