—Yo creo que hay personas que estamos destinadas a romper con determinados relatos familiares, ¿no? Hice mucho trabajo interno con el árbol genealógico, visité los pueblos de mis ancestros. Hice un montón de cosas: constelaciones familiares, registros akashikos, yoga, meditación.
—¿Y te sirvió todo eso?
—Me parece importante porque lo he elaborado en el último libro que escribí y acabo de entregar, que hay que tener mucha prudencia con estas cosas porque hay mucha gente irresponsable en todas estas terapias como en tantas otras. Yo te hablé sobre la depresión, me gusta hablar de eso porque mi propia experiencia le puede servir a otro. De hecho, cuando entré en depresión estaba constelando de manera muy seguida con una persona muy irresponsable, con alguien que era de otra provincia. Pero, ¿por qué te quiero decir esto? A veces, en la desesperación por salir de un estado de tristeza, por no permitirse hacer los duelos que todos tenemos que hacer buscamos sanar de manera lineal y en dos sesiones y sabemos muy bien que ese no es el camino. Pueden servir, pero en todo tipo de terapias complementarias o tradicionales hay que buscar a personas muy responsables y que estén en condiciones de acompañar los procesos porque está lleno de chantas.
—¿Siempre tuviste en claro que querías ser periodista?
—Cuando le dije a mi papá que iba a estudiar Comunicación Social, con ese humor sarcástico que tenía, me dijo si iba a estudiar esa carrera de vagos. Entonces, para demostrarle que no era vaga, estudié la Licenciatura en Comunicación Social en paralelo con el Traductorado de Inglés. Y además tenía dos laburos en Rosario. Es algo que no le aconsejo a nadie porque, al mirar en retrospectiva, lo único que hacía era estudiar y laburar. Tenía 17 años, trabajaba en Cablehogar a la mañana, a la tarde en Play Publicidad y después agarraba la bicicleta y me iba a la Siberia, y a la noche iba al Traductorado, o sea que imaginate el esfuerzo para una piba de tener dos laburos y dos carreras. La verdad es que nunca me gustó ni cursarlo. De hecho, hice un montón de materias libres, algo que no se estilaba y en el instituto donde cursaba esa carrera no les gustaba nada. Yo había ido al Colegio Inglés (San Bartolomé), o sea que había un montón de cosas con las que podía avanzar. Estoy hablando y parece el medioevo, por eso si hoy le dijera a mi Valeria de antaño, sería: «Flaca, hacé lo que te gusta». Es más, dudé de haberme recibido y después de tantas mudanzas encontré el título, pero era tal la negación que pensé que no me había recibido. Después todo termina sirviendo, o sea, no lo digo lamentándome, pero hoy no haría todo lo que hice. Solo hago lo que tengo ganas de hacer.
Embed - Valeria Schapira: sus viajes y el viaje de la vida
—¿Qué cambió en tu vida?
—Después de que la vida me dio varios bollos un montón de veces te puedo decir que cambié mi cosmovisión. Todo el tiempo estoy en una lucha interna entre lo que quiero hacer y lo que me daría guita, pero prefiero resignar dinero o cierta certeza para hacer lo que quiero. Es muy difícil sostener esto ante la mirada ajena, que cada vez me importa menos por cierto. Me tuvo que pasar una depresión hace dos años y me tuvo que pasar la vida. Tuve una vida con muchos incidentes tanto buenos como malos, pero la depresión que tuve me terminó de convencer de que debía dejar de dar explicaciones a los demás. Escucho a los demás, pero contadas con los dedos de una mano porque cada una de las opiniones conllevan el sesgo de cada uno. Por eso no hago juicios de valor, pero las cosas personales me las reservo para mí y con determinadas personas.
Duelos no resueltos
Valeria cuenta con inusitada madurez que aquella persona de la que se enamoró profundamente y, hasta ahora, por última vez, "vino a desnudar duelos no resueltos" y otros menesteres anímicos que con el tiempo pudo elaborar con el esfuerzo y la dedicación que la caracterizan. Aunque hay una situación crucial que marcó su vida de manera considerable y es, nada más ni nada menos, que la pérdida de su madre, víctima de un suicidio, posterior a la muerte de su padre.
"Esto me recuerda cuando mi madre se quitó la vida y que no faltaron los desubicados o gente que le gusta hablar al pedo. ¡Y no, hermano, las cosas son multicausales, no tienen un único motivo y responden a la historia y salud mental de cada uno!", enfatiza con esa naturalidad y efervescencia que la caracterizan.
"Me han dicho de todo durante toda la vida y me sigue sucediendo, pero a medida que van pasando los años trata de discernir la vida de otra manera. Hay gente que opina en redes sociales y no tiene ni la más pálida idea de quién soy, de mi esfuerzo y mi dedicación. Hoy cualquiera ocupa el rol que antes ocupaban las chusmas en la esquina del barrio", revela.
La escritura, un don
Valeria asegura que hay situaciones en su vida que no han sido sencillas, pero se afirma como "una persona muy voluntariosa que ha batallado con minusvalías propias". Por eso sostiene que la escritura sí es un regalo que le dio la vida. "Es un don. La agradezco, la valoro y trato de utilizarla para causas nobles", acota.
—¿Cuándo comenzaste a escribir libros?
—Empecé a escribir sobre relaciones cuando me divorcié en Rosario hace 20 años. Una mujer divorciada en Rosario era una loca peligrosa y hasta recuerdo las miradas. Yo me quería matar porque no tenía nada que hacer. Fue la época en la que iba a ver fútbol todos los domingos a la cancha y después Buenos Aires me devolvió la alegría. Yo no tenía nada que hacer en una ciudad donde si vos no tenías un marido para ir a una quinta el fin de semana eras una fracasada social; yo me iba a comer sola y me miraban raro. Y ahí empecé a escribir unas columnas sobre cómo se sentía una mujer separada en esa época y también comencé a hacer humor sobre los vínculos hasta que me contratan para escribir "Hombres. Manual de la usuaria", uno de los pocos que escribí a pedido.
Esa fue la llave con la que Valeria logró abrir las puertas de Buenos Aires y que la llevó a escribir sobre vínculos. "No se hacía New Stand up ni humor, pese a que hubo mujeres pioneras como Cristina Wargon, pero tampoco había tantas. Me volqué a esos temas hasta que me contrató el primer sitio de citas del mundo, Match.com, porque ni siquiera había aplicaciones en esa época. Era una web de citas que me contrataba para que fuera su experta en relaciones para América Latina. Durante muchos años tuve ese trabajo muy hermoso en el que me dedicaba a escribir de lo que todos hablan hoy", valora.
—Se nota, además, que la comunicación fue tu pasión por todo lo que le ponés a tus proyectos
—Mirá, siempre dije desde los 5 años que quería ser escritora y que mi mejor amiga de la infancia iba a ser mi secretaria para transcribir mis escritos a máquina, cosa que no existe más ya que sólo los ejecutivos tienen asistente. Así que a los 12 años empecé a ir a a los hoteles de Rosario con un grabador en mano para entrevistar a todos los músicos de rock nacional que venían a la ciudad. íbamos con alguna amiga que me hacía la gamba para hacerle notas a (Andrés) Calamaro, (Alejandro) Lerner... o sea, yo era una enferma del rock nacional.
En eso, recuerda que días atrás se encontró con el bajista de Soda Stereo, Zeta Bosio, en Miami y le recordaba cuando era una adolescente y llamaba a la casa del músico y hablaba por teléfono como si nada. "Yo le contaba a Zeta y él se reía porque yo era enferma de Soda. Te estoy hablando del teléfono fijo; él se cagaba de risa. Después lo entrevisté también", comenta.
Redes sociales y soluciones mágicas
Schapira —así, con s,c y h como ella aclara en broma por algunas equivocaciones padecidas con otra persona— sostiene que las redes sociales han abierto una vidriera enorme de falsos gurús, que son muy peligrosos. "Hay que tener mucho cuidado, por eso cuento mi propia experiencia porque a la gente le encantan las soluciones mágicas y se piensa que resuelve su vida en una constelación familiar. Y seguramente esa constelación te abre puertas y mundos, pero eso no se logra en una sola sesión o experiencia. Es realmente preocupante lo que está pasando y en las redes sociales está lleno de este contenido volátil", plantea.
También se considera una mujer "que se ha reconvertido" en su forma de ser, pero subraya que eso le llevó muchos años de trabajo interior para poder llegar a ser quien es hoy. Otra Valeria, lejos de aquella que sentía que tenía que explicarlo todo.
"Acabo de escribir una crónica de viaje y estuve dos días para elaborarla. Y, a lo mejor, hay una persona que te ve y te dice que es muy extensa para leer. ¡Y bueno, flaco, a mí me llevo dos días escribirla!", enfatiza respecto al valor que le atribuye al trabajo y al recorrido por encima de la inmediatez y la impaciencia que gobiernan hoy en día.
Y razona: "Los procesos te dan ansiedad, te frustran, pero si querés que salga algo bueno hay que dedicarle tiempo. Hace dos años que estoy escribiendo y reescribiendo el guión de mi película y sé que eso no lo voy a poder hacer en un día. Y vuelvo a lo de las redes: la gente habla ligeramente y no tiene la más puta idea de lo que hice. Entonces, antes de opinar sobre mí o sobre cualquier persona, fíjate cuál es la historia de esa persona. Qué hizo, qué estudió, cómo se preparó. Por eso también aseguró que "todo lo que sube como un pedo baja como un pedo también", ya que "las trayectorias no se construyen de un día para el otro".
Experta en vínculos
Para tomar una dimensión, hay que remontarse por lo menos 10 años atrás donde Valeria efectivamente fue pionera en la materia y se transformó en una verdadera Cupido en línea. "Escribía sobre ghosteo, vínculos líquidos y todos temas relacionados a eso para propiciar los encuentros online, porque en ese momento me invitaban a los canales para cagarse de risa de mí, literalmente. Me han llegado a decir que era una fracasada porque tenía citas online y hoy todo el mundo se conoce así", retruca.
Sin embargo, sostiene: "Hoy, a mis 54 años, te digo que yo no conozco gente a través de las aplicaciones, porque a mí no me funciona y porque creo que el mundo se ha vuelto muy descartable y a mí tampoco me funciona. Mis grandes amores no han llegado a través de esas aplicaciones, pero sí una de mis grandes tareas en este sitio pionero era convocar casos de éxito, digamos, y hasta conozco personas que aún siguen casadas pese al tiempo que pasó".
El amor y la responsabilidad emocional más allá del lazo virtual
Pese a todo, Valeria tiene bien en claro que el lazo que termina uniendo a dos personas no pasa por una aplicación o red social. "Te enamorás y listo, no hay mucha mucha explicación; el que quiere estar con alguien lo encuentra y lucha para que eso ocurra. Te puedo hacer una analogía: estoy obstinada en un proyecto profesional y no no hay Cristo me pague, pero quiero eso y cuando vos te enamoras de alguien no hay demasiadas explicaciones. Trabajé mucho en todos estos temas: hay historias de abandono e irresponsabilidad afectiva en toda la historia de la humanidad. Tipos que decían que iba a comprar puchos y no volvían nunca más. Por eso digo que es muy peligroso no tratarse internamente vincularse de manera responsable y criteriosa", razona.
—Decidiste ser mujer sola y no tener familia...
—Como digo en mi unipersonal: me casé porque era muy vieja para estar soltera y me divorcié a los 34 porque era muy joven para estar casada. Las mujeres se ríen mucho (sonríe). Doné mi vestido de novia a la Casa del Teatro y esto no quiere decir que no me guste tener pareja, o sea, solo estaría en pareja con alguien que me sienta enamorada. En rosario eras una fracasada social si no te casabas. Y no fui madre por suerte, porque creo que quizá hubiera maternado por mandato social y no por elección en mi historia de vida. Pero eso no quiere decir que a los 60 años no quiera adoptar un pibe. La ciudad y el país siguen siendo muy conservadoras.
El placer de viajar sola
Podría decirte que Valeria viene de una constelación viajera. De ahí su amor y pasión por los viajes que luego se transformaron en proyectos de trabajo como "Viajo Sola", donde publica videos, podcasts y artículos sobre sus experiencias itinerantes.
"Vengo de una familia de tradición viajera. Mi madre en el año 63 a sus 17 años se fue de intercambio Estados Unidos a estudiar a Nueva York. Y mi papá viajaba a Estados Unidos así que nosotros, gracias a Dios, hemos viajado mucho por el mundo desde pequeñas (con su hermana) y bueno, eso me abrió la puerta del mundo", reseña Valeria.
Fue así que justamente a la misma edad que su mamá se fue con una beca a Washington y siete años después viajó a Gran Bretaña por medio del British Council. "He viajado mucho y he recorrido al mundo. Creo que también está el gen de la familia", sintetiza.
Comenta que hoy el mundo es más accesible y amable a diferencia de hace muchos años cuando no había Internet. "Antes era más complicado, pero a mí me mostraron que se podía igual y tuve la suerte de nacer en una familia que podía hacerlo y eso me ha llevado a recorrer lugares y apreciar la cultura y el arte, ya que mi madre era bibliotecaria y siempre estuve en contacto con libros, con diarios", valora.
Buenos Aires, su lugar en el mundo
Desde hace dos décadas, cuando escapaba de una vida que ya no quería y que sentía que había sido producto de una mandato social, Valeria decidió escapar a Buenos Aires para comenzar a construirse y reconstruirse en lo que es hoy. Recoleta es su lugar en el mundo y el preferido para llevar adelante su vida mientras no se encuentra arriba de un avión o barco en algún destino turístico.
"Si me toca vivir en otro lugar del mundo será por una cuestión laboral, pero mi lugar en el mundo es la Ciudad de Buenos Aires. Tengo muchos afectos y recorrido por Rosario, pero mi lugar en el mundo está acá", asegura.
Agradecida al periodismo
Schapira asegura que el periodismo le abrió muchas puertas para desarrollar su carrera profesional y la que hoy le permite vivir trabajando prácticamente desde su casa, arriba de un avión o en las tablas cuando sale a escena con su unipersonal, puesto que también estudio teatro.
"Yo soy un agradecida al periodismo porque no sería un cuarto de lo que soy. Viajaba en las épocas que no había videollamada; Fuimos con Canal 3 a Polonia, donde funcionaron los campos de concentración; acompañé a (el ex intendente y gobernador, Hermes) Binner a sus giras a Bélgica... Y todo eso me lo dio el periodismo, es decir, toda una vida que no podría haber hecho si no fuera a través de este oficio", valora en alusión a la formación que le apasionó junto a la escritura.
Contra viento y marea
Valeria confiesa que ha vivido mucho y que piensa seguir haciéndolo por mucho tiempo más, pero por sobre todas las cosas, haciendo lo que siempre le gusta, cueste lo que cueste.
"No voy a cambiar el mundo, pero sí puedo cambiar mi mundo, y mi mundo es el que quiero hacer. Por eso me pongo muy obstinada en mis proyectos, así que escucho cada vez menos. Y mientras no le deba nada a nadie puedo hacer lo que quiera", afirma mientras se prepara un mate para seguir lidiando con esa lucha interna y terminar darle los últimos retoques al guión de la película de su vida. Una historia de resiliencia, superación en constante evolución.