En el marco del Día de los Muertos o Fieles difuntos, celebrado tradicionalmente el 2 de noviembre, el Cementerio El Salvador llevará adelante dos actividades diferentes a lo largo de este fin de semana. El objetivo es honrar la memoria de quienes no están más entre nosotros y, a su vez, conocer más sobre su historia.
El municipio busca poner el acento en que no se trata de una fecha olvidada del calendario nacional sino también de una celebración que forma parte del patrimonio cultural y el acervo histórico que envuelve al cementerio.
El día viernes 1 de noviembre, en un turno de las 21 horas y otro de las 23, Dante Taparelli realizará sus clásicas visitas guiadas al cementerio y compartirá historias y anécdotas sobre personajes conocidos y hechos relevantes de la ciudad.
Además, el día sábado 2 de noviembre, tanto a la mañana como a la tarde, se llevarán adelante intervenciones que invitarán a honrar la memoria de los difuntos y "celebrar la vida". La propuesta consta de una experiencia estético sensorial que permitirá a las personas participantes ver y escuchar a dos musas líricas cantando arias de ópera y sacras a lo largo del recorrido. Esta acción intenta emular la leyenda que sostiene que la música no distingue planos y puede conectar lo espiritual con lo terrenal.
Es importante destacar que recorridos son gratuitos, pero que se requiere una inscripción previa. Quienes deseen participar pueden anotarse online para el primer turno o para el segundo.
Sobre el Día de los Muertos
El Día de los Muertos invita a detenerse y reflexionar sobre lo verdaderamente importante. Es mucho más que una fecha en el calendario. En este día, no se lamenta la pérdida de los seres queridos, sino que se celebra la muerte con una jornada en la que los creyentes recuerdan a aquellos que ya no están en este plano.
En este marco, las visitas al Salvador son una apertura a un mar de historias. En estos lugares sagrados, la comunidad se reúne para compartir recuerdos y celebrar la vida. Al mantener estas tradiciones, se fortalecen los vínculos y se reafirma una identidad, que no ha muerto si no que se mantiene más presente que nunca.
La idea es la de derribar muros simbólicos y conectar, como dice Taparelli, “con la vida” porque al fin y al cabo, es todo parte de la misma dualidad.