La escuela Hospitalaria y Domiciliaria N° 1.391 “Caminos de Esperanza” de Rosario garantiza la educación a los niños y jóvenes que, por diversos problemas de salud, no pueden asistir a clases. Esta apuesta a la enseñanza pública y de calidad teje un puente entre la escuela y el alumno que lo necesita.
Dependiendo la situación, el docente traslada las clases a la habitación del hospital o la del domicilio del niño o adolescente. Para todos los que trabajan en garantizar la continuidad educativa, el objetivo principal es que el estudiante no pierda su relación con la escuela de origen.
A su vez, las enfermedades que transitan los distintos estudiantes son muy diversas y eso genera que cada caso tenga sus características particulares. "Desde leucemia y cáncer hasta alumnos con trasplantes. Pero también casos de enfermedades de salud mental: ataques de pánico, fobia social, crisis subjetiva", relata la directora provincial de Educación Hospitalaria, Mariela Safon, en diálogo con La Capital.
"No es lo mismo asistir a un alumno que tiene fobia social o ataques de pánico que asistir a un estudiante que fue operado por un tumor cerebral. No es sólo garantizar la educación del alumno. Y lo principal es que se continúe la trayectoria escolar" sostuvo.
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Las modalidades
Si bien esta forma tan particular de educación nació en 1972 de la mano de la, por entonces, presidenta de la Asociación de Ex Alumnas del Normal Nº1 Esperanza Giménez Rafuls de Solari Viglieno, a partir del 2011 el gobierno de la provincia de Santa Fe la incorporó bajo su órbita: tanto para IPE (nivel inicial, primaria y especial) como para secundaria. Además de la institución local, que este año lectivo tuvo a su cargo a 885 alumnos, existe otra en Santa Fe, la escuela Nº 1.392, que a lo largo del 2024 tuvo 1.515 estudiantes.
Como su nombre lo indica, la escuela Nº 1.391 tiene dos modalidades. Por un lado se encuentra la hospitalaria que comprende la atención educativa, en nivel inicial, primario, especial y secundario, a aquellos niños y jóvenes que se encuentran internados en los efectores de salud tanto públicos como privados. En Rosario hay escuelas hospitalarias en los hospitales de Niños Zona Norte, Vilela, Centenario y Provincial.
A su vez, la educación domiciliaria es dirigida a los estudiantes que deben hacer reposo en sus casas por atravesar una situación de enfermedad, por períodos de treinta días corridos o más, lo que les imposibilita concurrir a la escuela. El hogar de cada estudiante se convierte en un aula escolar donde el docente de "la escuela de origen" lleva a cabo la tarea educativa para dar continuidad a la trayectoria escolar.
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Cuando es posible, hay momentos de reunión para celebrar lo aprendido
"Cuando hablamos de las escuelas de origen es porque hacemos hincapié en que el estudiante debe mantener el vínculo con su escuela, porque ese alumno se debe reinsertar, debe volver", señala Safon.
“Destinamos horas para que un docente vaya a brindarle atención educativa domiciliaria. Los docentes siempre son de la escuela de origen. La directora se lo ofrece al “docente natural”, o sea, el docente de aquel estudiante. Si esa persona no puede por la razón que sea, se ofrece siguiendo el escalafón interno de la escuela y después fuera del escalafón”, comenta.
Por otro lado, la atención es "a pie de cama" ya que son pocos los alumnos que pueden salir de su habitación, ya sea en el hospital o en su casa. "Es la clase personalizada del uno a uno y ese contacto tiene muy buenos resultados. Es ahí mismo cuando te das cuentas si el alumno entendió o no el contenido", afirma.
El docente encargado de tejer el puente entre el alumno y su escuela es quien debe llevar los trabajos de los profesores de las otras materias así quedan "todas las trayectorias cubiertas". En este sentido, en IPE los maestros dan seis horas semanales y en secundaria ocho.
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Hay equipo: son muchos los actores involucrados para hacer llegar la educación a donde más se lo necesita
La relación los familiares
"El vínculo con los padres es sumamente bueno. Ellos están esperando a ese docente y están involucrados", asegura Safon. En este sentido, los padres, o cualquier integrante de la familia, deben acompañar al profesor o maestro ya que "el chico no puede quedar sólo". Por eso deben estar presentes en las clases y son quienes firman la planilla de asistencia.
"Cuando la atención domiciliaria termina se arma una narrativa: ellos nos cuentan la experiencia y eso nos sirve a nosotros. La verdad es que siempre te agradecen. Es muy lindo recibir un mail donde te agradecen y destacan el trabajo del equipo. Porque somos cuatro patas: la modalidad integrada por un equipo en el ministerio, la escuela, la familia y el docente.", afirma Safon.
Por último aseguró: "Quiero destacar, sobre todo, que existe un importante trabajo en equipo. Todos los niveles de educación y las modalidades. Somos muchos los que estamos involucrados”.
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Un pizarrón y una bandera: no se necesita más para enseñar a quienes, por el momento, no pueden asistir al aula.
La historia de la escuela Caminos de Esperanza
La escuela Hospitalaria y Domiciliaria N° 1391 “Caminos de Esperanza”, cuya sede se encuentra en Uruguay 1598, garantiza la educación a aquellos niños y jóvenes que, por razones de salud, no pueden asistir al colegio. Esta apuesta a la enseñanza pública y de calidad nació hace más de 50 años y ya tiene un largo camino recorrido.
En 1972 la escuela comenzó a funcionar, a puro pulmón y voluntad de un grupo de docentes que enseñaban de manera gratuita. Fue el primer colegio de estas características en la provincia de Santa Fe. La fundadora de este proyecto fue Esperanza Giménez Rafuls de Solari Viglieno, quien fue presidenta de la Asociación de Ex Alumnas del Normal Nº1 y que junto a otras ex alumnas llevaron adelante esta iniciativa.
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Esperanza en el 2017, a sus 98 años, en una entrevista con La Capital
Los primeros alumnos fueron tres nenes internados por afecciones cardíacas en el Hospital Escuela de Granadero Baigorria. Tres años después, la cantidad de alumnos había crecido notablemente: para 1975 la escuela contaba con 336 chicos, la mayoría pertenecientes a familias de bajos recursos.
En 1983 lograron que el Ministerio de Educación de Santa Fe incorpore la escuela al sistema de enseñanza privada. En 2011, pasa a ser una escuela pública del Estado, pero solo como Escuela Hospitalaria y su sede se trasladó a la primaria 527. Desde entonces los chicos que permanecen en sus hogares, impedidos de asistir a clases, son atendidos por los docentes de las escuelas de origen y a las que pertenecen.