"Cómo olvidarme de esa época", evoca Marcelo, que ya superó los 40. Su esposa, Silvina, sonríe cómplice. Ambos se conocieron en el enorme complejo bailable de Francia y Brown, el "más grande de Sudamérica" y al que ahora van sus hijos. Por entonces se llamaba La Boite, pero, más allá de los distintos nombres, se impuso su actual denominación: Madame, un verdadero emblema de la ciudad en materia de diversión nocturna, que incluso se popularizó en el exterior. El recuerdo no viene aislado ni tirado de los pelos. Tiene una razón clave: hoy abrirá por última vez cuando, paralelamente, se cumpla un cuarto de siglo de su existencia. Cierra el más imponente e histórico boliche rosarino. Entre sus paredes quedan historias increíbles.
Si bien sus actuales referentes se involucraron en el negocio hace 23 años, un 1º de mayo, dos años antes el inmueble ya había empezado a albergar un boliche: Punta Brown. Desde el comienzo fue un éxito, pero cambió de propietarios y reabrió como La Boite. Desde aquel instante hasta la actualidad fue creciendo paso a paso, en la medida en que el público lo elegía y se llenaba cada vez más. Es que el predio, donde funcionó la cervecería Schlau, tiene una capacidad de 10 mil metros cuadrados cubiertos y otros 10 mil abiertos.
Aunque llegó a contar con ocho pistas funcionando a la vez y más de 200 empleados en plena actividad para atender a miles de personas, su noche inaugural como La Boite congregó sólo a 150 clientes. "Los relaciones públicas no sabían dónde meterse", cuentan hoy los responsables del espacio. Es que se esperaba mayor concurrencia.
Sin embargo, esa noche transformó todo y los pocos que accedieron a la fiesta en el subsuelo, único ámbito habilitado, empezaron a multiplicarse los fines de semana venideros. Evidentemente, había algo especial ahí. "Un día se llenó tanto que se decidió habilitar la planta baja. La gente subía con su frapera y sus vasos, y arrancaba la diversión imparable", recuerdan.
Fue un punto de partida sin techo y en el horizonte de su creador albergaba la esperanza de transformarlo en lo que después llegó a ser. Su idea era convocar al público en cada espacio, llenarlo de personas dispuestas a pasarla bien con la música que quisiera bailar y escuchar. Incluso, soñó un centro de usos múltiples que finalmente se hizo realidad: allí hubo casamientos, fiestas institucionales de todo tipo y hasta encuentros políticos masivos.
Por eso, para los responsables, "se termina una etapa importante, es un cuarto de siglo que no conlleva sólo el cierre de un negocio, sino de una parte de la vida de un montón de gente dedicada a trabajar durante horas y horas".
En tantos metros cuadrados, hay anécdotas por doquier. Inclusive las muy propias del quehacer cotidiano: "Cuando éramos chicos jugábamos a las escondidas", dice el hijo de su mentor, convencido de que su existencia está atravesada por Madame. Hoy también se involucra con el complejo y está abocado a la fiesta de esta noche.
Un párrafo aparte merecen los espacios verdes del emprendimiento, desde que plantaron las primeras palmeras que muchos creían que no prosperarían. "Pero mi papá no se equivocó. Amante de la naturaleza, sabía que esas plantas y otras serían también una referencia. Tampoco falló al decir que les gusta la música y el alcohol", sostiene casi a carcajadas.
Porque, en definitiva, entre tantas cuestiones, Madame también se destacó por sus jardines, terrazas y patios, que crecieron y se adornaron a medida de que el éxito se adueñaba del predio. La piscina iluminada del tremendo inmueble es única. Lo cierto es que el crecimiento se hizo "a pulmón, con un fuerte cariño por el lugar", marca una de sus caras visibles. Igualmente, "este tipo de negocio nocturno no es para cualquiera y menos si uno está rodeado de miles de personas", suma la mujer.
Las jornadas de apertura llegaron a extenderse los jueves, viernes, sábados y domingos. Una fiesta detrás de la otra. Cada una de esas noches tenía su particularidad. Cómo no recordar los "jueves de cacería" (así los llamaron oficialmente): pocas horas de permanencia en el boliche (cerraba relativamente temprano) ideales para el "levante". Varios de los asistentes recuerdan aquellos momentos de "pirata" en los que se apelaba a cualquier excusa para salir de casa. Tanto que las "señales" quedaban en el guardarropas: raquetas y pelotas de tenis, algún equipo deportivo, herramientas... A buen entendedor, pocas palabras.
Los responsables del lugar están convencidos de que en Madame el disfrute generó un halo especial.
También fueron especiales sus innovaciones: los porteros vestidos de soberbio traje oscuro, el requerimiento de ingresar con zapatos y no zapatillas, la inclusión por primera vez en Rosario de un restaurante dentro de un predio bailable, la incorporación de animadores y, obviamente, de la más alta tecnología en luces, sonido y seguridad. Aunque quizás la apuesta mayor fue la ubicación: no sólo porque al comienzo no había casi vecinos que pudieran sentirse molestos por el movimiento, sino porque Madame se convirtió en el puntapié inicial de la reconversión de Pichincha. Alrededor del complejo, crecieron bares y reductos de todo tipo, como satélites necesarios.
La decisión de marcar cierto nivel de asistentes a través del uso de zapatos también esconde una anécdota simpática. "Un muy despierto rosarino puso enfrente un negocio de alquiler de calzado. Si te rebotaban en la entrada porque estabas en zapatillas, te cruzabas y listo", rememoran en Madame.
¿Realmente es el boliche más grande de Sudamérica?
Absolutamente. Y nos han venido a ver desde todo el mundo. En una época, llegaban contingentes desde Israel, que tenían a Madame como referencia. Un italiano viajó desde Europa para verlo in situ. Y ni hablar de los clientes de todo el país.
¿Qué se siente después de tanto?
Que dejamos una huella identificada por la fuerza y la atracción.
La caducidad del contrato de alquiler y su par de Ibiza Los responsables de la disco más grande de Sudamérica atraviesan por estas horas todo tipo de sensaciones. Anoche fue la última jornada de sábado, el único día en que mantenían abierto el local en los últimos tiempos. De todos modos, la celebración oficial será hoy. Para eso se preparó una fiesta con invitados especiales. Luego, podrá acceder el público que, de una u otra manera, se identificó con el complejo. Hay un dato que lo emparenta con otro emprendimiento, aún más internacional. Por idéntico motivo (la caducidad de un contrato de alquiler), el boliche Space de Ibiza (España) concluyó su actividad el año pasado. La fiesta fue protagonizada por el DJ Carl Cox, el mismo referente de música electrónica que también estuvo en Madame.