La institución se divide en centro de día y hogar. El primero cuenta con una sala de reuniones, salones, consultorios y un gran comedor que se comunica con las instalaciones del hogar, diseñado con habitaciones para varones en la planta baja, con un espacio de ocio y en la planta alta, los cuartos para mujeres. Al comedor lo custodia un extenso patio donde los concurrentes que pasan por la institución participan de actividades de huerta o disfrutan del espacio verde.
Los inicios
El trabajo de Rosa Mastrantuoni comenzó en la zona sur de Rosario. Vecina del barrio Saladillo, la mujer sintió a sus 16 años la necesidad de colaborar con su comunidad y realizó un relevamiento de los jóvenes con necesidades especiales.
Cabe remarcar que en aquellos años no existían dispositivos ni muchas miradas en torno a la población de personas con discapacidad intelectual, sumado a los prejuicios que tenían las familias ante esta realidad. Un año le llevó concretar esa tarea puerta por puerta y un tiempo más derribar el “no pueden” que se imponía en los hogares.
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Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
“Salía a las siete de la mañana, iba casa por casa a enseñarles las actividades básicas cotidianas y luego la parte escolar. Regresaba a las 8 de la noche y comenzaba a preparar los materiales para el siguiente día. Tuve la fortuna de tener una familia que me contenía y apoyaba en este proyecto, lo que ciertamente no fue nada fácil, pero sí representaba un desafío personal para que cada chico tuviera las mismas posibilidades que el resto”, rememoró la mujer en sus memorias a las que este diario accedió gracias a Jorge Mastrantuoni, sobrino de Rosa y director de la institución en la actualidad.
Fue tal el empeño que dedicó que llegó a convencer a las familias para visibilizar la problemática de la discapacidad; echando por tierra la idea del rechazo de la sociedad. El grupo de trabajo fue ganando la calle y muchos chicos con discapacidad pudieron ingresar al sistema escolar y otros tantos mejorar su calidad de vida.
El paso a la institucionalidad
Mientras Rosa transformaba al barrio, los doctores Jorge Vita y Nélida Bula de Vita, pioneros en psiquiatría infantil de la ciudad, se interesaron en la propuesta de ella y la invitaron a formar parte de su institución.
Allí Rosa se encargó del área de recreación para la integración y de inclusión en la sociedad. Sin embargo, su tarea no quedó encauzada en este propósito. Dejando en claro su actitud dinámica e inquieta amplió su propósito para que contaran con formación laboral. Uno de los chicos comenzó limpiando pisos en la panadería La Victoria de Alberdi al 600, pero, a pedido de Rosa, le enseñaron el oficio de panadero. Tal fue su desempeño que terminó siendo el primer confitero del negocio.
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Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
La mujer también colaboró en la formación de personas que se desempeñaron como ebanistas y uno de sus jóvenes llegó al Banco Santa Fe. Así, los jóvenes que pasaron por su formación lograron incluirse definitivamente.
El nacimiento del Hogar Santa Rosa
“Cierto día, durante una charla con los doctores Vita, me dijeron que ya era hora que comenzara a tener mi propio lugar”, expresó Rosa. En efecto, los profesionales vieron en ella a una persona capaz de conducir su propia institución, aunque se comprometieron ante cualquier llamado de ayuda a supervisar su accionar en este nuevo espacio.
Primero adquirió la casa de Carrasco 1221, luego creció hacia el inmueble ubicado en la misma cuadra, pero en el 1241, y varios años más tarde se adquirió un terreno de cara a Ferreyra. Todos linderos y que integran los más de 800 metros cuadrados de superficie con que cuenta el hogar y centro de día Santa Rosa.
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Cuando la institución cortó cintas y empezó a rodar, Rosa se apoyó en su madre, Ada Poy; su tía, Matilde Poy; y su prima, Nélida Pitzutti. Ellas la ayudaban a mantener el lugar, mientras tanto Rosa seguía con su tarea educativa. Con el correr de los años, la institución se fue ampliando en espacio, necesidades y atención, lo que demandó el funcionamiento de un gabinete psicopedagógico y la intervención de un médico clínico y docentes. En la actualidad la institución cuenta con los siguientes profesionales: médico clínico, psiquiatra, nutricionista, psicólogo, trabajadora social, terapista ocupacional, profesora de yoga, acompañantes terapéuticos, docentes especiales y profesor de educación física.
Quién fue Rosa Mastrantuoni
Rosa tenía una personalidad inquebrantable. Vivía para sus "hijos”, es decir los jóvenes que pasaban por la institución a quienes les dedicó su vida. Fomentó además en su familia la dedicación al Hogar Santa Rosa y hasta hizo vivenciar las diferentes áreas de trabajo a sus familiares más cercanos, quienes vivieron en la casa donde hoy funcionan los cuartos para los residentes, y actualmente cumplen diferentes funciones en la institución.
“Para dirigir tenés que saber cómo se trabaja”, le repetía a Jorge Mastrantuoni, su sobrino, quien hoy está a cargo del hogar: “Nosotros fuimos criados con los pibes, por eso la relación que tenemos es natural”, dijo Mastrantuoni a este medio.
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Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
En su juventud Rosa, había apostado por innovadores conceptos de educación, llamados “grados radiales”, lo que hoy se conoce como integración escolar. Los jóvenes asistían para lograr un nivel adecuado e ingresar al sistema escolar, trabajo que realizó en conjunto con instituciones educativas, como la Escuela 9 de Julio y la Manuel Estrada hasta 1985.
En el año 1987 se presentó el Hogar Santa Rosa en el III Congreso Mundial del Niño Aislado y I Simposio Internacional de Instituciones para Discapacitados Mentales realizado en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en que se mostró la forma de trabajo del hogar con centro de día que hasta el momento era una figura que se desconocía dentro del ámbito de discapacidad. En ese congreso se le otorgó al hogar, una “medalla y mención especial” por su trabajo.
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Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
En 1994, se distinguió en calidad de Miembro Titular al Hogar Santa Rosa, en el V Congreso Mundial del Niño Aislado, III Simposio Internacional de Instituciones de Salud Mental, VI Encuentro Nacional y IV Latinoamericano de Comunidades Terapéuticas Infanto-Juveniles, por su trabajo en el aérea de discapacidad.
El 2 de diciembre de 1997 fue promulgada en Argentina la ley 24.901 para que las personas con discapacidad tuvieran un sistema de prestaciones básicas. Eso le permitió a la institución contar con un marco legal para lo que venía trabajando desde mediados del siglo pasado.
El paso a las nuevas generaciones
Al frente de la institución hasta 1997, Rosa dedicaba día y noche a los concurrentes y residentes. Cuando Jorge quedó a cargo, Rosa “conoció otra vida”, ya que se mudó del hogar y disfrutó de sus últimos años, siempre dedicada a la comunidad se sumó a un grupo de ayuda de un reconocido nutricionista a nivel nacional.
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Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
En el marco de una renovación de la entidad, Jorge desempolvó una de las últimas entrevistas de Rosa, donde dejaba en claro su humildad al describir como “pequeña” la “historia llena de alegrías, satisfacciones, reconocimiento y sinsabores”.
“Dichosa de saber que hay un grupo de personas que he formado a lo largo de mi vida, que seguirá trabajando con los mismos principios, que no las podrán corromper ni doblegar porque fueron formadas con valores y en defensa de aquellos que no pueden defenderse. A ellas mi agradecimiento y mi amor. Como siempre digo: 'No hay nada por descubrir detrás del arco iris. Ya todo está hecho, sólo hay que ponerlo en marcha'", sostuvo Rosa cuando Jorge y el resto de los Mastrantuoni se hacían cargo del hogar.