"Cuando me enteré lo que había pasado con el auto me quise morir", lamenta Daniela Masso, la dueña del taxi que apareció desmantelado en la zona del barrio La Cerámica luego de que Hernán Ariel Z., un chofer que había contratado por recomendación de un amigo suyo de toda la vida, lo escondió en una vivienda del mismo barrio. Lo cierto es que ahora se quedó sin la única fuente de ingresos que tenía, puesto que en los últimos años se dedicó a cuidar a su padre, quien había quedado postrado por una lesión de cadera hasta que murió.
Daniela tiene un hijo de 22 años, estudiante de medicina, y lo que más teme es que se le trunque su proyecto de vida. Es por eso que necesita ayuda para poder restituir el vehículo de alquiler o un trabajo para poder seguir adelante dentro de la desidia.
La historia del taxi que apareció desmantelado
Daniela aún solloza cuando intenta recordar aquel 7 de enero, cuando el chofer le pidió "quedarse un ratito más" porque apenas había alcanzado a recaudar 26 mil pesos.
"Hernán me dijo que lo guardaba en la cochera de mi amigo. Y al otro día, a las 8, me manda un mensaje para avisarme que pasaba a ver a sus hijas y de ahí se iba a pagar el seguro que el chofer anterior no había abonado. Entonces, a eso de las 13.30, le escribo para saber si había podido hacer lo del seguro y cómo iba todo y sólo le marcaba una sola tilde de WhatsApp", recordó apenada.
Daniela señaló que previamente Hernán le había dicho que tenía un celular nuevo con línea prepaga y entonces supuso que se había quedado sin crédito o que, en su defecto, sin batería. Así estuvo un par de horas hasta que no encontró más remedio que llamar al 911 para denunciar el extravío del taxi, un Ford Fiesta Max 2012, chapa Nº 1.420.
"La policía fue a la casa donde (el chofer del taxi) vivía con la madre, y ella dijo que no sabía nada más y que ya tenía 40 años (en alusión a que tenía una edad acorde para hacerse cargo de sus actos)", comenta Daniela.
Las últimas horas del taxi desmantelado
Daniela habló con su amigo, quien le aseguró que "se quería morir" al enterarse de la peor noticia: el chofer se había llevado el auto y luego apareció desmantelado, presumiblemente para vender las autopartes en el mercado negro o algo similar dentro del terreno de lo ilegal.
"Mi amigo se quería morir, fue hasta la casa de los padres, quiere verlo para saber cómo pudo pasarle eso por la cabeza. Imagináte lo que es para él con todo eso que le pasó. Me dijo que hacía dos semanas que lo conocía y ahí me quise morir", revela la dueña de la chapa, que heredó de su padre, quien fue titular y conductor de la unidad durante 55 años hasta que la salud se lo permitió.
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Pero lo peor para Daniela es que sólo cuenta con un seguro contra terceros con responsabilidad civil, pero no contra robo. Con lo cual, tiene que hacer malabares para ver cómo va a poder reparar y restaurar un vehículo sin motor, tren delantero y otros elementos costosos de adquirir, sumado a la crisis económica que hace más dificultoso aún poder reponer cada autoparte.
"No sé hasta donde puede llegar la mente humana. Pensé que le había pasado algo, que había tenido un accidente y cuando me enteré lo que había pasado, no lo podía creer", lamenta mientras llora
Necesita una mano para vivir
No obstante, aclara que "el seguro está todo pago", y que el auto aún está en el depósito de la sede de Jefatura de la Unidad Regional II, en avenida Francia al 5200. Para eso deberá apelar a que un abogado solicite la restitución del vehículo, aunque para ella el daño ya está hecho.
Daniela es madre soltera. Es técnica radióloga, pero jamás ejerció la matrícula. Trabajó como empleada administrativa de la Unión Tranviarios Automotor (UTA) y ahora dependía del ingreso cada vez más exiguo del taxi.
Asegura que crió a su hijo (tiene 22 años, pero prefirió reservar su identidad) y le dio su apellido desde que nació. "No sabés la clase de persona que es: hasta me dijo de ponerse a trabajar; yo me quiero morir porque estudia Medicina y es su sueño. Y sé muy bien que es una carrera compleja y quiero que siga estudiando, porque su sueño es recibirse. Es un dolor, porque tiene que dejar de estudiar para trabajar", comenta.
Padre taxista y el esfuerzo de toda una vida
"Mi mamá me decía: «¡Largá eso (por el taxi), vendélo!». Sucede que antes había fallecido mi mamá. Pero yo quería cuidar la chapa porque era el sacrificio de toda su vida, la de ambos. Y la verdad que, pese a todo, estaba feliz porque pensaba juntar para comprar uno nuevo, ya que decidieron dar un año más de prórroga para el modelo que yo tenía", recuerda.
También admite que no sabe manejar y que por eso necesitaba un chofer. "Había ido a una academia para perder el miedo y aprender a manejar, pero está todo muy complicado. No le debo un centavo a nadie. Hoy ya estoy un poco mejor, pero es muy triste todo lo que estoy atravesando", admitió.
"Tuve que acompañar a mi papá durante 8 meses mientras estaba postrado en la cama por una fractura de cadera. Ahora cuento con mi hijo, que me da fuerzas para que no me venga abajo. Quiero que este delincuente pague lo que hizo, porque este taxi es el único ingreso que tengo", remarcó.
El taxi apareció desmantelado el pasado miércoles, cuando la Policía De Investigaciones (PDI), que seguía las pistas investigativas de la causa a cargo del fiscal Marcelo Vitola, logró ubicar el vehículo en una vivienda de Bello al 4000, también en barrio La Cerámica.
En ese domicilio, un hombre que se identificó como Jonathan G. dijo que Hernán Ariel Z., el chofer, le había dejado el taxi hacía aproximadamente una semana.
Tras ese hecho, hoy Daniela necesita ayuda para poder reparar el vehículo y sabe de antemano que será complejo por las piezas clave que desparecieron y el correspondiente armado y mano de obra. Quien pueda ayudarla, puede comunicarse al celular o WhatsApp 341-614-0016.