Ciertas empresas pequeñas, principalmente pero no únicamente tecnológicas, quizás solo necesitan que el equipo completo se reúna o trabaje de manera presencial unas pocas horas, algunos días de la semana, y luego cada uno haga sus tareas en sus respectivas casas de manera remota. Y por eso les resulta tan adecuado este formato.
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Coworking vs oficina
¿Es más barato que una oficina? Es una pregunta para desmenuzar. Lo que es evidente es que se gana en comodidad: no hay que ocuparse de pagar los impuestos, servicios y expensas, de la limpieza, de lidiar con la administración, de abrir y cerrar, hacer el mantenimiento, ni de armar todos los puestos y ambientes de trabajo necesarios (mesas, sillas, escritorios, heladera, aire acondicionado) para montar el funcionamiento de una pequeña empresa.
Como para tener referencia, La Capital solicitó la tarifa de tres lugares en distintos puntos: el centro, Pichincha y zona sur. Un plan mensual de jornada completa cuesta $93.000, $100.000 y $140.000 por persona según el establecimiento elegido. También puede contratarse por media jornada, por jornada individual o por algunos días a la semana. El servicio incluye el espacio de coworking y la posibilidad de usar las salas privadas. En el céntrico, que tiene oficinas privadas, parten desde los $600.000. La hora de sala de reuniones ronda los $9.000.
En cuanto a las oficinas tradicionales, en un segmento de comienzo, de tamaño pequeño para un equipo reducido de pocas personas, y siempre hablando de pisos superiores en edificios, puede variar entre $200.000 con expensas en una zona céntrica cercana a peatonal Córdoba, $215.000 en barrio Loures, $240.000 algo de 50 metros cuadrados sobre calle San luis, y unos $315.000 una de 25 metros cuadrados en Puerto Norte. A esto hay que sumarle electricidad, agua, internet, seguro, TGI y API.
Un coworking típico ofrece escritorios en espacios comunes, salas privadas de reuniones, box para videollamadas, mobiliario, cocina o cafetería, salones de usos múltiples, baño, sectores de recreación compartida, conectividad wi fi, limpieza, climatización, recepción postal y de clientes durante un amplio rango horario, y en algunos casos impresoras y escáner. Algunos hasta tienen asadores donde los coworkers se reúnen a comer y socializar cuando corta el trabajo.
En cuanto a los clientes, unos van todos los días a tiempo completo, otros media jornada, y una parte va solo algunos días de la semana. Cada uno define su plan según lo que quiere y lo que pueda o esté dispuesto a pagar. Y lo que empezó siendo algo restringido a las personas que trabajan en cuestiones vinculadas a la programación, salió rápidamente de ese nicho.
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Sinergia
En pleno microcentro está Brújula (Santa Fe 1357), un proyecto familiar que arrancó en 2019. "Los programadores siguen siendo la mayoría, pero tenemos una persona que da talleres de cerámica, hay aseguradoras, abogados, se dan presentaciones de libros, charlas, capacitaciones. El público terminó siendo mucho más amplio de lo que habíamos pensado", contó Luciano Viso, uno de los titulares del lugar.
El Polo Tecnológico de Rosario (Lamadrid 470) tiene el suyo. Lo abrió en 2019 y es un lugar donde se produce cierta sinergia entre personas con diferentes profesiones. "Tiene un foco vinculado principalmente a empresas de tecnología, pero hay profesionales también de otras disciplinas. Porque la verdad es que después termina habiendo un cruzamiento con el que presta servicios legales, contadores, diseñadores. Se da un espacio de oportunidades para quienes están trabajando allí", explicó Ignacio Sanseovich, presidente del PTR.
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Los lugares que se abren tienen un público más amplio del que esperaban sus propios responsables.
En Pichincha hay varios. Está el coworking de La Usina (Jujuy 2844), abierto desde 2021, con un perfil muy particular. "Trabajamos mucho con profesionales independientes y emprendedores. Tenemos agencias de marketing, de publicidad, arquitectos, ingenieros, equipos que se dedican al diseño, un equipo de biotecnólogos que tienen una aceleradora, la empresa Fenix, que hacen canilleras con plástico reciclado", apuntó Virginia De Gorostiza Gori, coordinadora del espacio.
"Es un espacio interesante de compartir y de trabajo colaborativo, donde se han ampliado equipos de trabajo con las personas que vienen, que se han ido conociendo en nuestro coworking con profesiones complementarias con lo que hacen. También contamos con un espacio más recreativo de terraza con parrilla, en donde hacemos reuniones sociales, festejamos los cumpleaños, hemos alojado también espacios de moda circular, así que es bastante diverso, colaborativo y relajado", agregó.
La Maquinita (Rodríguez 121) es uno de los sobrevivientes de la primera oleada del 2017, y ya tiene sedes en Buenos Aires y Córdoba. El año pasado sumó la apertura de Ruffo en el frente de sus instalaciones, una cafetería de especialidad, generando un mix con la gastronomía, una oferta que podría ser la clave de las nuevas tendencias en el rubro. Punto Ian Coworking (Córdoba 2035) abrió en 2019 en una casona frente a la Facultad de Derecho. También está conectado por dentro con una cafetería (Bonafide).
EXE Coworking tiene un local en el centro (Paraguay 1437) y abrió otro en zona sur, en avenida San Martín 2690. Colaboro abrió en 2020 en San Martín 3396, también en zona sur. REQ coworking, fundado en 2017, tiene sedes en Balcarce 43 bis y otra en Puerto Norte. 1352 espacios (Italia 1352), Wit (Urquiza 1235) y Guembe (Rondeau 1246, el único que había en zona norte) cerraron el último año por diferentes razones.
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Sociabilizar
Otro que está en Pichincha es Warecloud (Alvear 144), un grupo de empresas de tecnología y triple impacto que funciona en el mismo edificio que un bar y una radio. Si bien el emprendimiento arrancó en 2018, en octubre de 2024 decidieron abrir sus oficinas como coworking, después de notar que les sobraba espacio por la cantidad de empleados que hacen home office. En pocos meses se vieron sorprendidos por la cantidad de consultas, sobre todo a la hora de buscar oficinas privadas para equipos.
El perfil del público es por lo general jóvenes que trabajan para el exterior o de manera remota que quieren sociabilizar un poco. "Después de la pandemia, mucha gente no quiere estar más sola en su casa y anhela salir a trabajar en un espacio en el que vean otras personas al menos una o dos veces por semana, porque si no se quedan todo el día en piyama. Es un tema ligado a la salud mental. Prefieren compartir espacio y conocer gente nueva que hace otras cosas, siempre está bueno y se aprende", explicó Milagros Bengochea, directora de Capital Humano de la firma.
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Algunos lugares tienen espacios abiertos para socializar, incluso con parrillero.
Para el que trabaja solo, a veces es desgastante estar todos los días en su casa, usando el mismo espacio para comer, recibir amigos, donde está quizás la familia, hijos, la mascota, y otros convivientes y es difícil concentrarse. "A la vez, te sirve para potenciar tu trabajo. Por ejemplo, nosotros tenemos diseñadores gráficos y web que han terminado armando una red de trabajo conjunta con otras personas independientes que conocieron ahí", manifestó Viso.
El dueño apuntó que en Brújula, que tiene un patio con plantas, luz natural y verde, se producen varios encuentros entre los que usan el espacio: "El primer jueves de cada mes hacemos un asado con todas las personas, un evento para que puedan charlar y conocerse. A veces, entre ellos mismos se organizan para tomar unas birras en el comedor, post hora de laburo. Solemos intentar que la gente interactúe lo más posible, que se conozcan, que sepan a quién tienen sentado al lado. Creo que eso les suma un montón", sostuvo.
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Gratis
Pero no es un espacio para todos. "Hace unos años pedí presupuesto en uno muy conocido y me salía lo mismo alquilar un departamento y montar una oficina ahí. De paso, fui a hablar en enero y me dijeron que la temperatura del aire acondicionado se definía entre todos. El flaco que me lo contaba estaba bañado en transpiración. Con eso no negocio", contó Facundo, que se dedica al marketing.
Otros prefieren ir a bares, que también están sumando comodidades para atraer ese público. "Buscás los bares mas aptos para trabajar, que pongan una carta con un monto determinado de consumo diario y te podés quedar un número limitado de horas. Podés cambiar de bar (oficina) cuando quieras. Todos ganan", indicó Andrés, freelancer.
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Coworking: Después de la pandemia, mucha gente no quiere estar más sola en su casa y anhela salir a trabajar en un espacio compartido.
También hay opciones gratuitas: la Biblioteca Argentina tiene una sala de coworking con pizarra, wi fi y aire. Hay que reservar el turno con tiempo, pero se hace de manera online. "Es gratis. Si estoy sola me meto en alguna sala de lectura, si tengo que estar con gente en la sala de coworking tiene un tele y cable HDMI. El form se llena desde la web. Internet funciona bien para cosas generales, y más o menos para carga y descarga de archivos", comentó Florencia, una comunicadora.
Otros espacios gratuitos son el Banco Santander de Oroño 759 o el que funciona en el piso 4 de la tienda La Favorita (Sarmiento y Córdoba), que pertenece al Banco Municipal. El Colegio de Abogados tiene el suyo en Tribunales provinciales, pero es solo para letrados. Lo mismo sucede con el de La Comunidad de Negocios Inmobiliarios Rosario, en Puerto Norte.
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