En el primer piso de la sala Lumière (Vélez Sarsfield al 1000) funciona una cinemateca pública con 15 mil documentos audiovisuales. Con alta demanda de investigadores, artistas y vecinos, se engrosa cada año gracias a donaciones y a partir de la incorporación de las obras que participan del ya tradicional Festival de Cine Latinoamericano Rosario. En rigor, este peculiar archivo nació hace tres décadas con producciones de los primeros festivales, pero también cuenta en su catálogo con programas de televisión, archivos familiares y registros fílmicos de la ciudad, algunos desde principios del siglo XX.
Corría 1995 cuando el municipio creó una videoteca con 300 cortos, mediometrajes y largometrajes; la alojaron en el teatro Mateo Booz. Treinta años después, el archivo cambió de nombre y de locación, sobre todo sumó fondos y colecciones analógicas y digitales hasta llegar a los 15 mil ejemplares. Sólo las cintas (en formatos disímiles como VHS, Super VHS, Mini Dv, Umatic, Dvcam y DVD) ocupan 35 metros cuadrados en una propiedad del barrio Industrial con antecedentes de usos sociales y culturales.
El edificio pertenece a la Unión Obrera de Socorros Mutuos, ofició como sala de cine a partir de 1959 y la Secretaría de Cultura municipal lo alquila desde 1993. El año pasado se convirtió en sede de Punto Audiovisual, un espacio integral dedicado a lo cinematográfico que fusionó el Centro Audiovisual Rosario (CAR) y el centro cultural Lumière. Allí se mudó la cinemateca.
Cinemateca: la ciudad, vista y oída
La particularidad de este amplio archivo de acceso público es que no sólo interesa en el ambiente del cine, sino que preserva un “patrimonio cultural inmaterial”, al decir de la Unesco. En otras palabras, es testimonio de la historia y la identidad urbanas. “Los documentos audiovisuales pueden tener muchas miradas, dan información de contexto, de época; por eso para nosotros es importante preservarlos, más allá de la obra en sí misma”, explica su directora, Valeria Boggino, y cuenta que están enfrascados en un plan para la digitalización progresiva de cintas analógicas (documentales, experimentales, ficciones, clips, videoarte, animaciones) a fin de acercar al público su contenido, que muchas veces se descubre inédito.
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“La obsolescencia tecnológica nos corre permanentemente”, advierte Boggino. En otras palabras, los reproductores de videos y discos DVD “no se consiguen fácilmente en el mercado ni tampoco los componentes cuando se rompen. Por eso hace cuatro años hicimos una campaña pública solicitando la donación de equipos y recibimos una cantidad impresionante, algunos en mejor estado que otros”, reseña.
Esos electrodomésticos que habían quedado relegados en los hogares, fueron útiles tanto para reproducir los archivos ya existentes como para extraer repuestos con los que se efectuaron reparaciones. Pero la gente no sólo entregaba videocaseteras, también empezaron a llevar copias de películas y programas televisivos que oportunamente habían grabado e incluso tapes caseros de situaciones cotidianas tomados con filmadoras de mano.
“Para nosotros eso tiene valor porque sirve, por ejemplo, para reconstruir la historia de la televisión rosarina (qué se producía, cómo se producía, cuál era la agenda)”, continúa Boggino. “No de toda la TV porque sería inabarcable, pero sí de determinados momentos, programas, personajes. Lo mismo pasa con los archivos familiares, que justamente exceden lo familiar y nos muestran costumbres, paseos, festividades, cómo fue cambiando la ciudad”, completa la directora de la cinemateca, además comunicadora social.
Y agrega que desde hace tres años se suman institucionalmente a la celebración mundial del Home Movie Day (día de las películas hogareñas, que tiene lugar en octubre). En especial en oportunidades como esas, “la gente toma conciencia de que hay videos caseros que la trasciende, porque sirven para la construcción de memoria de la comunidad”, resume.
Los documentos en soportes físicos deben conservarse en condiciones adecuadas, con control de humedad, temperatura pareja y precauciones para evitar la contaminación del polvillo. Las estanterías móviles que los resguardan en los altos del cine Lumière se combinan con espacios virtuales de almacenamiento (para videos digitales y digitalizados). Los unos y los otros están organizados en fondos y colecciones.
Qué hay en la cinemateca
¿Qué se puede ver? Por un lado, están los fondos oficiales, como el de la propia Municipalidad. Sólo la colección de la Secretaría de Cultura y Educación contiene actividades públicas, procesos de montaje, entrevistas y actos de gestión realizados en la órbita de esa dependencia durante 25 años, entre 1992 y 2017. En tanto la llamada colección REC es un registro sistemático de noticias, editoriales e informes televisivos emitidos en los noticieros locales de los canales 3 y 5 (hoy El Tres y Telefé), Gala 6 y Somos Rosario entre 1997 y 2004.
En cuanto a los fondos particulares, destaca la colección PIT, iniciales de Pablo Ignacio Torra, de producciones para televisión en canales locales. Valeria Boggino explica que Torra era camarógrafo de la empresa Galavisión y, tras su fallecimiento, la esposa donó sus archivos a la cinemateca. “Nos encontramos con mucho material de coberturas que son imágenes inéditas”, destaca. Incluso había crudos o brutos de cámara que nadie había visto antes. Otro tesoro es la colección Calos Moreno, compuesta por registros fílmicos digitalizados que tienen como escenario la ciudad, desde principios del siglo XX hasta la década del ochenta.
La enumeración no es exhaustiva. Se cuentan, entre otros fondos, el de festivales de cine, con varias colecciones que datan de 1993; el de largometrajes y cortos producidos por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa); y el del destacado realizador Pablo Rodríguez Jáuregui, con eje en el campo de la animación.
“Estos documentos tienen un valor histórico, patrimonial, de construcción de memoria. Por eso nuestro objetivo es conservarlos para su visualización y darle acceso al público, que puede consultar por mail a [email protected], o acercándose a la institución”, precisa su directora. “Los rosarinos pueden pedir un título en especial o una temática. El equipo los acompaña y asesora en la búsqueda; ese es un diferencial que tenemos como cinemateca”, asegura, y menciona que ese personal se formó en la escuela provincial de cine y televisión, en la carrera de Comunicación Social de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y en bibliotecología.