"No acepto billetes de 20 pesos. Si me los das, los rompo", dice un cuidacoches con una media sonrisa entre desafiante y cómplice. Es Brown al 3000. Atardece en un día primaveral y comienzan a encenderse las luces de los bares de Pichincha Vieja, que algunos conocen como barrio Olmedo.
Es que producto del proceso inflacionario, los billetes de baja denominación valen tan poco que ya no los quieren ni los trapitos, ni quienes limpian vidrios en los semáforos. Cuando un automovilista les paga la "colaboración" con ese tipo de moneda, algunos los parten en pedazos en plena calle y los tiran.
¿Por qué lo hacen? Están cansados de que no se los acepten en ningún comercio para comprar nada. Quioscos, almacenes y granjas, pero también taxis y remises a veces no los reciben, por su bajo valor. Y su circulación se está extinguiendo.
Por eso, las calles de Rosario están regalando una postal atípica: aparece plata tirada en el piso, cortada en trizas, cerca de las zonas donde trabajan quienes cuidan autos. Los billetes rotos aparecen en las veredas de Pichincha, el parque Independencia, algunas zonas del centro de Rosario, a la vuelta del Pami I, cerca del shopping Alto Rosario o por avenida Pellegrini.
A veces, incluso, se los encuentra quemados, o con los bordes chamuscados, como si alguien hubiera jugado con un encendedor para prenderlos fuego en una suerte de ritual de magia negra monetaria.
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Rechazados
Es que en muchos locales ya se ven carteles que dicen "no acepto billetes de 10 y 20". Algunas personas cuentan que los tiran a la basura, para indignación de muchos. Es que para juntar 100 pesos se necesitan diez billetes con la cara de Manuel Belgrano o cinco de Juan Manuel de Rosas o el guanaco. Y con eso ya prácticamente no se puede comprar nada.
"Yo no tengo ningún producto por un valor inferior a 50 pesos, que es un caramelo, y en breve no vas a poder llevar nada por menos de 100 pesos. Entonces, que alguien traiga billetes chicos, me genera una complicación enorme", subrayó un quiosquero.
En un mundo donde todo se paga con billeteras virtuales y tarjetas de débito y crédito, el efectivo aparece cada vez menos. En el caso en el que se pague cash, ya todos redondean para arriba o para abajo. Nadie da vuelto por valores menores a 50 pesos.
Juan Milito, presidente del Centro Unión Almaceneros, afirmó que los acepta: "Vienen los cuidacoches a traerlos, generalmente. Pero les pongo un tope: les digo, chicos, no me traigan más de 500 o 600 mangos. También pasa que los clientes, cuando les querés dar de vuelto 10 o 20 pesos, te dicen no, dejalo. De ahí a que haya algunos comerciantes que no lo toman, puede ser, pero es moneda de curso legal, por lo tanto hay que aceptarlos".
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Ofensa
Los taxis son otro territorio de esta disputa. "Estamos redondeando para arriba o para abajo, porque son billetes que ya no valen absolutamente nada. O sea, tienen un valor nominal, pero no se compra nada, no tienen poder adquisitivo. Yo a veces le digo al pasajero que no me los dé, porque para que me llene la billetera de papel, no me sirve para nada", cuenta Mario Cesca, titular de la Asociación de Titulares de Taxis de Rosario.
El hombre, acostumbrado a andar en su coche trabajando en el cemento rosarino, esboza que hay una suerte de código callejero que puede derivar en que darle uno de esos billetes de bajo valor a los que piden puede ser tomado como una ofensa. "Es lo mismo que pasaba con las monedas. No sabés qué hacer. Una vez le di a los que limpian vidrios en un semáforo, me las tiraron y casi me rompen el parabrisas. Si les das esos billetes se te enojan", señaló.
Mientras los pequeños locales los rechazan, en los grandes supermercados los aceptan e incluso en algunos le piden a la gente que lleven para tener cambio. Así lo confirmaron desde la Cámara de Supermercados de Rosario. "No tenemos ningún problema con esos billetes", aportaron.
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Qué hacer
Pero más allá de que sea poco práctico, al tratarse de moneda de curso legal, un comercio no se puede negar a tomarlos. "No es legal que no se acepte. Es dinero como cualquier otro", contestaron desde la Oficina Municipal del Consumidor, y recomendaron recurrir al área de Habilitaciones de la Municipalidad o a la Secretaría de Comercio Interior de la provincia para realizar el reclamo.
El destino más rápido para hacer valer ese dinero, aunque sea poco, son los bancos. Las entidades están obligadas a recibirlos, incluso cuando el papel está en mal estado. Por ello, una de las salidas es juntar suficiente cantidad para cambiarla por billetes de mayor valor. Los de 10 y de 20, probablemente, terminen teniendo el mismo destino que el de 1, de 2 y de 5: el olvido.