Para hacer frente al problema de la superpoblación de palomas en Rosario, el municipio extendió el plan de control de natalidad con anticonceptivos a 17 espacios verdes de la ciudad. La nicarbazina, que inhibe la ovulación de las aves, es colocada en alimento que personal de la Dirección General de Vectores deja en parques y plazas.
Durante 2023, los lugares donde se aplicaban estas intervenciones fueron cinco. Luego de un relevamiento sobre distintos espacios públicos, en septiembre de este año se aumentó a 17 la cantidad de sitios donde los empleados de la dependencia que funciona bajo la órbita de la Secretaría de Ambiente y Espacio Público deja el preparado.
Los espacios donde se aplica el alimento con anticonceptivos son las plazas 25 de mayo, Bélgica, Buratovich, plaza De la Cooperación, plaza Del Foro, Florencio Sánchez, Libertad, López, Dr. Maiztegui, Montenegro, Pringles, San Martín, Sarmiento, Sicilia, el Parque Independencia, el Hipódromo y El Palomar.
Intervenciones en plazas
Dentro de un programa de políticas disuasivas para los animales, la nicarbazina se dosifica y se impregna en granos que se dejan en parques y plazas para que las palomas se los coman y la ingieran. La droga, aprobada por el Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria), impide la síntesis de calcio en las aves, con lo cual no pueden formar cáscaras para poner huevos.
Además, se aplica repelente en árboles específicos de sectores más afectados para que se vayan a otros lados. El repelente es a base de alicina, que se saca del ajo. Se puede usar en la ciudad, se aplica sobre una masa verde y es ecológico.
En tanto, se avanza con la instalación de dos “palomares ecológicos”: uno en el parque Independencia y otro en el centro de la ciudad, en la terraza del edificio del Correo Argentino (Buenos Aires y Córdoba). Se trata de espacios acondicionados que se están poniendo a punto para controlar la reproducción.
“Venimos avanzando con distintos métodos para controlar la población de palomas, entre los que se incluye el suministro de alimento con anticonceptivo (aprobado por el Senasa) en 17 espacios de uso público, la colocación de repelente en sectores específicos y trabajos intensivos de limpieza en contenedores y veredas. Estas acciones no buscan eliminar palomas, sino tener un control de la población, una cantidad razonable para el ecosistema”, expresó Luciano Marelli, secretario de Ambiente y Espacio Público.
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Limpieza
En efecto, en forma periódica, a la vez, se realiza un refuerzo del servicio de higiene con el hidrolavado de contenedores y veredas en distintos puntos de la ciudad.
Desde el municipio aclararon que realizan un relevamiento continuo de edificios públicos para certificar y controlar la presencia de palomares, y solicitaron a la población que verifique la existencia de nidos de palomas en el lugar donde habitan, en especial terrazas de edificios. Además, pidieron no suministrarle ningún tipo de alimentos para evitar la estancia y permanencia en esos lugares o su reproducción en los mismos.
Estas acciones funcionan bajo el Programa de Control de Palomas Urbanas, creado por una ordenanza específica aprobada por el Concejo en diciembre de 2022 para proteger la vida y la salud de las aves mediante el control de su natalidad.
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Enfermedades
Las palomas son potenciales agentes transmisores de enfermedades al humano y sus excrementos deterioran las superficies en donde se acumulan. Pueden volar 50 kilómetros desde donde duermen a donde comen y hacer el mismo recorrido para volver. Defecan cinco kilos de excrementos al año, donde están contenidos todos los virus y bacterias que transmiten enfermedades.
Sin embargo, no están decretadas como plagas y no se las puede matar. Por el contrario, cualquier intento por poner veneno puede perjudicar a otros animales: si un gato se come una paloma envenenada, también se muere.
Desde hace dos años, la Dirección de Vectores municipal alimenta con granos con nicarbazina a estas aves para controlar la natalidad de los ejemplares, pero la medida no es suficiente. El ejemplar que presenta una mayor proliferación es la torcacita, que vive en los árboles; la columba, de mayor tamaño, es parte del paisaje de la ciudad desde hace décadas pero no se reproduce tanto como la primera. Esta última especie es la que anida en construcciones deshabitadas y en viejos edificios del centro.
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