La Usina de Datos es un laboratorio de información pública que procesa, analiza y difunde datos e indicadores socio económicos de escala local y nacional, desagregados por sexo a partir de diferentes fuentes de información, tanto propias (como la Encuesta de Hogares Rosario, realizada en 2021), como de otros organismos (Encuesta Permanente de Hogares, Boletín de la Seguridad Social, Censos Nacionales de Población, Hogares y Vivienda, entre otras) para dar cuenta de la estructura social, cada vez más heterogénea y compleja, y evidenciar las asimetrías y desigualdades que atraviesan la realidad social.
Para eso, según resalta el informe, resulta fundamental la producción de estadísticas locales con enfoque de género para contar con información precisa y desagregada. Además, "posibilita identificar problemáticas específicas, visibilizar brechas y generar estrategias basadas en evidencia para avanzar hacia una sociedad más equitativa e igualitaria".
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Feminización de las tareas de cuidado
Empujado por el avance de los movimientos feministas, las tareas de cuidado se convirtieron en un tema de debate. Esas actividades imprescindibles para el mantenimiento de la vida, como limpiar la casa, lavar la ropa, ayudar a los niños con la tarea escolar, hacer compras o cuidar a una persona mayor, entre otras, forman parte de la rutina diaria de las personas. El problema es que, en su mayor parte, son llevadas a cabo principalmente por mujeres.
El informe de la UNR destacan que, pese a que existen avances en la corresponsabilidad de los trabajos del hogar, la distribución sigue siendo desigual. La mayor parte de estas tareas - sin contar las realizadas por servicio doméstico - en el Aglomerado Gran Rosario son realizadas por mujeres.
Durante el tercer trimestre del 2024, el 70% de las personas que dieron asumir las tareas del hogar en el aglomerado Rosario fueron mujeres. La proporción es similar al del total de centros urbanos relevados por la Encuesta Permanente de Hogares, donde la distribución es 69% en las mujeres y 31% en varones.
Cinco años atrás, en el tercer trimestre de 2019, la distribución de las tareas domésticas del hogar en el Gran Rosario marcaba una mayor presencia femenina: 76 %.
"A pesar de algunos avances en la corresponsabilidad de los trabajos del hogar, los datos indican que las mujeres continúan mayormente a cargo de estas tareas no remuneradas (cuidados y domésticas). Esta configuración restringe oportunidades de participación en el mercado laboral y en el acceso a actividades recreativas y formativas", destaca el trabajo.
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Cuidado, elemento central del bienestar
Para la Investigadora del Conicet y secretaria de Género de la UNR, Florencia Robetto, las tareas de cuidado son "un elemento central en el bienestar humano" y aunque en los últimos años algo está cambiando "ni las tareas de cuidado ni los beneficios del cuidado se han distribuido de forma equitativa en el conjunto de la población".
En la provincia de Santa Fe, destaca, "hay un déficit notable de políticas públicas, no sólo en lo que tiene que ver con el cuidado de las infancias, que es lo que habitualmente se menciona en relación al cuidado, sino también el cuidado de adultos mayores, el cuidado de personas con discapacidad y también políticas específicas vinculadas al autocuidado".
Por ejemplo, señala, la necesidad de ampliación de licencias para cuidado, la escasa existencia de espacios de cuidado en los lugares de trabajo o formas de contratación laboral que permitan gestionar también los cuidados. "El problema de los cuidados es que en este contexto, en la economía capitalista, estas tareas quedan subsumidas a la familia. Es decir, que están privatizadas. Por lo tanto, las familias o las personas que tengan mayor poder adquisitivo pueden tercerizar mejor y más el cuidado y no lo pueden hacer las personas de los sectores más desfavorecidos o empobrecidas. Lo que aumenta la feminización de la pobreza y también genera mayores inequidades a nivel social", subraya.
Además, considera, en un contexto de reducción de las políticas públicas vinculadas a la agenda de género y sexualidades, "al retiro del Estado por falta de inversión de presupuesto, pero además por despidos masivos que se hicieron en los distintos niveles estatales y también de recursos humanos destinados o dedicados a las políticas públicas vinculadas al cuidado, esos cuidados que se hacían desde el Estado ahora lo están haciendo las organizaciones sociales o quienes aún permanecen en algunos lugares de gestión del Estado y eso lo que pone de manifiesto también es el desgaste que genera para las personas que cuidan el ver reducidas estas políticas porque muchas más situaciones críticas se presentan y hay mucho menos recursos para poder atenderlas".
Menos acceso al mercado de trabajo
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La ocupación de las mujeres en el mercado laboral se da en simultáneo con muchísimas horas de trabajo no remunerado.
Una de las consecuencias que tiene la falta de equidad en las tareas de cuidado, es la participación de las mujeres en el mercado de trabajo. El informe elaborado por los profesionales de la UNR destaca que "las brechas de género en el mercado laboral del Gran Rosario mantienen su magnitud en términos de participación, acceso al empleo y nivel de ingresos".
Las mujeres aún enfrentan mayores barreras para acceder a empleos formales y mejor remunerados. Según advierte el informe, como las mujeres asumen en mayor medida las tareas de trabajo no remunerado, el acceso y participación en el mercado laboral está condicionado debido a esta doble presencia. "Los efectos de esta doble carga de trabajo son diversos, ya que los tipos de empleo que permiten conciliar ambas tareas o bien son escasos o bien de baja calidad. De este modo, las mujeres mayormente se insertan en sectores de baja remuneración y el acceso a posiciones jerárquicas y de decisión en las organizaciones es limitado a pesar de obtener mayores niveles de educación que los varones".
En números, para el tercer trimestre de 2024, la tasa de actividad femenina alcanzó el 54,4%, mientras que en varones fue del 70,5%. La tasa de empleo de las mujeres se ubicó en 50,2%, frente al 67,6% de los varones. Además, la tasa de desocupación fue mayor entre las mujeres (7,7%) que entre los varones (4,1%).
Las desigualdades de género en la participación económica persisten a lo largo de la vida y se acentúan en las edades centrales. En la población joven (14 a 29 años) la tasa de actividad de las mujeres es del 44,7%, mientras que la de los varones alcanza el 54,8%. En el tramo central de 30 a 64 años, la diferencia es aún más pronunciada: 75,4% en mujeres y 90,4% en varones.
En cuanto a la tasa de empleo, sigue la misma tendencia. Entre los 14 y 29 años, el 39% de las mujeres están empleadas, frente al 50,5% de los varones. En el grupo de 30 a 64 años, el 71% de las mujeres tienen empleo, en comparación con el 87,9% de los varones.
Las tasas de desocupación y subocupación también muestran diferencias. En la población joven, la tasa de desocupación femenina es del 12,8%, mientras que la masculina es del 7,7%. Entre los 30 y 64 años, la desocupación femenina es del 5,9% y la masculina del 2,8%. La subocupación afecta en mayor medida a las mujeres en el grupo de 30 a 64 años (15%) en comparación con los varones (8,6%), lo que indica una inserción laboral más precaria de las mujeres con una mayor incidencia de las ocupaciones de jornada parcial en la fuerza de trabajo femenina.