Este año, el Espacio Cultural Universitario (ECU) tuvo un doble desafío: mantener una programación atractiva y, además, hacerlo con un mínimo presupuesto (el apenas indispensable para sostener el imponente edificio de San Martín 750). Y lo hizo con creces. En medio de la crisis financiera que atravesaron las universidades públicas nacionales, pudo mantener su agenda de muestras, recitales y talleres; pero además creció en convocatoria de público, tanto que cerró el 2024 con una asistencia un 40 por ciento superior a la del año pasado.
"Fue un año difícil", reconoce Norma Rojas, licenciada y docente de la carrera de Bellas Artes de la UNR y directora del ECU, puesta a hacer un balance del 2024. Cuando asumió, en febrero pasado, uno de los objetivos que se fijó el equipo de trabajo fue convocar a los jóvenes y seguir afianzando el vínculo con las facultades y otras instituciones de la ciudad.
El ECU cumplió en septiembre 12 años. El espacio cultural se inauguró después de que la UNR se hiciera cargo de la antigua sede central del Banco Nación, un edificio declarado patrimonio histórico municipal. "El ECU es un espacio que ya está instalado en la ciudad, con un público que habitualmente asiste a los conciertos o a las exposiciones de arte. Nosotros quisimos ampliarlo, atraer a las juventudes", explica.
Así, centro cultural cerró el año con una convocatoria récord. Por los eventos especiales, las salas de exposición y los talleres pasaron 92 mil personas, un 40 por ciento más que el año anterior. Pero no fue magia.
El valor de lo público
Las actividades del ECU comenzaron con un recital de la emblemática agrupación rosarina “Tradicional Jazz Band” con motivo del Día Internacional del Jazz. La entrada era gratuita y por orden de llegada, por lo que la fila de público esperando ingresar al show daba la vuelta por calle Santa Fe.
La escena se volvería a repetir en otros eventos, por ejemplo los encuentros corales que se realizaron todos los meses, o la fiesta de música electrónica celebrada este mes, cuando las mil pulseras impresas para identificar al público fueron pocas.
"En un año muy difícil, parece que la gente se dio cuenta de la importancia de defender las instituciones públicas. En relación al presupuesto nosotros no recibimos más dinero que lo necesario para la limpieza del lugar y reponer los focos de luz que se iban quemando. Fue un gran desafío para la gestión, pero la comunidad de artistas se solidarizó mucho, incluso algunos donando su trabajo", señala Rojas.
El apoyo la UNR fue "unánime", dice. "Todos los artistas pusieron lo mejor de sí para sostener la universidad pública y al ECU, especialmente", dice y destaca la posibilidad e producir muestras como la del santafesino César Núñez, o las de los rosarinos Javier Carricajo y de Luz Caprile, "quienes donaron los traslados y los seguros de las obras".
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Convocar a los jóvenes
El equipo de gestión del centro cultural se puso un reto este año: convocar a los jóvenes, sean o no miembros de la comunidad universitaria, para se sumen a sus propuestas. "Quisimos que los jóvenes vengan al ECU. Generalmente, a las juventudes les cuesta más concurrir a lugares institucionalizados, les cuesta acceder, quizás porque piensan que pertenecen a otra generación. Por eso, este año, quisimos acercarlos".
Para esto, se proyectaron varios recitales que les estaban especialmente dirigidos. En agosto, se programó un ciclo de rock, con la presencia de la banda Destino de Furia, que rinde homenaje a Gustavo Cerati y Soda Stereo.
Este mes, la apuesta fue aún más astuta. Para el cierre del año se programó un festival de música electrónica, con la participación de Ignacio Berardi, guitarrista, DJ y Productor de Progressive, Deep y Melodic House, y Damián Leonardo, DJ y selector musical de Rosario.
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"Fue un desafío grande, vinieron muchos jóvenes que no conocían el espacio, no sabían de su historia y se fueron sorprendidos por la propuesta del lugar y la arquitectura del edificio histórico", recuerda la directora del ECU.
La articulación con las facultades y con otras instituciones, como el Arteón o el Proyecto Espuma, ayudó a sumar otros públicos, de edades, geografías y experiencias educativas diferentes. "Todo demuestra que, pese a la crisis, el arte no se puede parar, no se puede detener y nosotros quisimos ser el vehículo para mostrar todas las expresiones artísticas que se producen en la ciudad", resume Rojas.
El cierre del balance es positivo. "Estamos orgullosos de haber sostenido este año de trabajo. Esperamos que en el 2025 podamos recibir un poco más de ayuda económica para ofrecer otro tipo de actividades. Como siempre, con el objetivo de involucrar a los jóvenes, que son quienes más necesitan estos espacios que los cobijen", concluye, y resume todo lo hecho durante 2024 en una imagen: "Las caras de los chicos de las escuelas primarias cuando participan de los conciertos y escuchan a violinistas y pianistas. Es una luz de esperanza lo que se ve en sus ojos cuando descubren esas músicas y un placer enorme para quienes organizamos estas propuestas", cierra.