El espigón Maciel, un paseo público de zona norte que se interna en el río Paraná en Colombres al 1000, sufrió un nuevo derrumbe este martes y quedó casi destruido. El hecho sucedió pasadas las 9 y no hubo que lamentar heridos, pero se desoyeron advertencias de distintos actores respecto de un espacio que está en ruinas hace dos décadas.
El espigón Maciel es la continuación del puente peatonal que cruza sobre la avenida Colombres. Es una pasarela de unos 250 metros de largo, uno de los pocos balcones al río que tiene la costanera norte. Fue construido en la década del 70, durante la última dictadura militar, y forma parte del Paseo Ribereño.
El lugar está clausurado desde 2005, porque la debilidad de la estructura provocaba riesgos de desmoronamiento, y por eso un vallado de hierro y alambres evita el acceso al lugar. Pese a una infinidad de promesas y anuncios durante todos estos años, el lugar está abandonado y no tiene mantenimiento. Hay baldosas rotas, pastizales, arbustos y malezas crecen hacia adentro de la reja.
Derrumbe constante
Además, diariamente hay pescadores que ignoran la prohibición de entrar allí y tiran sus líneas pese al peligro latente de ubicarse sobre una estructura con riesgo de derrumbe, en un sector que ha visto el avance de proyectos urbanísticos privados premium, desde los que se puede disfrutar del paisaje del Paraná sin obstáculos.
De hecho, en la zona norte no hay muchos balcones al río públicos y gratuitos: está la Rambla Catalunya, y la abandonada Costa Alta. El resto pertenece a clubes náuticos, y está La Florida que es semi pública. Desde que el espigón está clausurado, la única bajada pública al Paraná en 17 kilómetros de costa es el muelle ubicado en avenida Génova y el río.
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En los últimos años, las situaciones de desprendimiento de materiales y caídas de barandas ha sido constante. La más grande fue en marzo de 2018, cuando hubo un derrumbe de una franja de 150 de largo por 4 metros de ancho.
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A la falta de mantenimiento se le sumó la de control. En el Concejo hubo denuncias que señalaban que en los últimos meses se empezó a utilizar como depósito de basura y escombros, incluso con la entrada ilegal de camiones. Ese peso fue debilitando aún más los pilotes de caño, que finalmente se quebraron y cedieron.
Hoy es muy difícil volver a ponerlo en valor, porque quedó prácticamente partido. La inversión de una obra para volver a levantarlo sería sideral.
Un proyecto caro y cajoneado
El Espigón estuvo abierto al público hasta comienzos del 2000, cuando fue clausurado por problemas estructurales. A partir de allí se sucedieron reclamos y promesas de distintas gestiones municipales para la recuperación de ese espacio. Todas requieren de una autorización nacional de Vías Navegables. Pero lo cierto es que ningún anuncio prosperó, y siempre el argumento fue presupuestario: las obras son muy onerosas.
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En 2012, el entonces secretario de Obras Públicas, Omar Saab, dijo que para la temporada veraniega de 2013 el paseo iba a estar recuperado. El proyecto durmió hasta 2014, cuando se presupuestó una remodelación total para el año siguiente por 20 millones de pesos para una primera etapa, y otros 20 para una segunda. Pero en 2015 no pasó nada.
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En 2018, el municipio solicitó a la Universidad Nacional de Rosario (UNR) un estudio hidrológico para definir un proyecto con el objetivo de recuperar el espacio. En aquel entonces, la obra se cotizaba informalmente en 50 millones de pesos. Tampoco prosperó.
Advertencias desoídas
Las advertencias fueron debidamente presentadas. El espigón tiene cuatro clubes lindantes: el de Velas, Amistad Marina, Yatch y el Círculo de Suboficiales del Ejército (Cirse) que amarran embarcaciones en esa caleta. Las autoridades vienen avisando desde hace años que por las sucesivas crecidas del río y la falta de mantenimiento, la estructura se fue desmoronando y en ocasiones ha golpeado los veleros de sus socios.
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Hace 6 años avisaban que, de no apuntalarse la estructura, continuarían los desprendimientos, dado que los chapones de acero que revisten el paseo habían comenzado a ceder, acelerando la salida de la arena que tiene en su interior como relleno. Por eso, habían propuesto armar una un "pedraplén" paralelo para reemplazar la actual estructura.