Esta historia es una de las tantas que circulan por las aulas de las universidades públicas y que, a veces, adquieren un rasgo excepcional que ameritan contarlas. Julián González Arach, estudiante de sexto año de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario, obtuvo el primer premio en el examen académico de la VIII Olimpiada Académica Nacional de Estudiantes de Medicina del Ciclo Clínico que organiza la Universidad de Cuyo. Pero no fue la única distinción alcanzada por el contingente rosarino: el equipo también se ubicó primero en la prueba de resolución de caso clínico y Manuel Cagiao obtuvo el 8º puesto en la competencia individual.
Con todo esto, este miércoles, sobraron los motivos para festejar en el centenario edificio de la facultad, en el barrio Luis Agote. La competencia académica tiene como finalidad reunir cada año a los estudiantes de mejor rendimiento del sexto año de cada Universidad Nacional del país.
En esta edición, realizada en la localidad de Uspallata (Mendoza) participaron 120 alumnos de las facultades de Medicina de Tucumán, Nordeste, Cuyo, Córdoba, La Plata y Rosario. La delegación rosarina estuvo formada por González Arach, Cagiao, Nicolás Tedesco, Julia Sbrola, Dalila Dietschi, Gaspar Barisoni, Ana Laura Fisanotti, Violeta De Lorenzo, Carolina Dayer, Abril Sciutto, Franciso Sola, Francisco Pons y Darko Vidosevich.
Todos juntos tuvieron que resolver el diagnóstico de un caso clínico, donde obtuvieron el primer puesto, y participar de evaluaciones individuales donde se les hacía 60 preguntas sobre los contenidos de la carrera.
La importancia de la educación pública
Julián González Arach contestó en forma correcta 53 de los 60 puntos del examen, lo que lo ubicó por encima del resto de los estudiantes de Medicina de todo el país. El certamen tenía como premio principal el acceso a una pasantía en el Instituto Balseiro para estudiar medicina nuclear y radioterapia, además de libros, un estetoscopio y la posibilidad de cursar un posgrado en la Universidad de Cuyo.
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Pero al momento de inscribirse en la olimpíada a Julián no le interesaron tanto los premios sino la posibilidad de compartir la competencia con sus compañeros de la facultad. El año pasado también habían participado del evento y consideraban que valía la pena volver a probar suerte.
Julián está cursando el último año de la carrera y alterna sus días entre sus prácticas entre los consultorios del centro de salud de Puerto General San Martín, la guardia del Hospital Provincial y la sala de internación del Hospital de Niños Zona Norte.
Aún así, junto a sus compañeros que tienen más o menos la misma exigente rutina, encontraban espacios para ponerse a estudiar junto a sus entrenadores, Adrian González, Alan Altamirano y Martin José Habibi. "Todos estamos con nuestras guardias, pero siempre encontramos dos o tres horas, dos veces a la semana, para practicar", dice el estudiante de 23 años que, de chico, pasó mucho tiempo acompañando a su papá en el sanatorio donde trabajaba.
Y, cuando terminó la secundaria, eligió seguir el mismo camino. "En mi familia me dijeron donde quería estudiar y yo elegí la pública, lo hice porque tenía referencias de su buen nivel y porque tenía la posibilidad de acceder en forma gratuita. Y estoy re conforme, la volvería a elegir mil veces", cuenta.
Futuros médicos, en olimpíada
La Olimpíada académica nacional de estudiantes de medicina de ciclo clínico es un evento organizado anualmente por la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Cuyo. Además de su carácter de competencia académica, aspiramos a generar un espacio de confraternidad y camaradería, y de manera global reconocer el esfuerzo de los alumnos sobresalientes de cada facultad.
Los costos del viaje y del alojamiento son asumidos por cada facultad.
Las pruebas consisten en un cuestionario de 60 preguntas de opción múltiple, sobre medicina interna, cirugía, pediatría, ginecología y obstetricia. Además, cada contingente tiene que resolver y acertar con el diagnóstico y el tratamiento de un caso clínico que presenta algunas dificultades.
No es la primera vez que los estudiantes de Ciencias Médicas se ubican en los primeros puestos de esta competencia. Para el decano de la facultad, la clave está en la masividad y la diversidad que plantea la educación pública.
"En la universidad pública, los alumnos no sólo adquieren conocimientos académicos, sino herramientas reflexivas y están acostumbrados a trabajar en equipo. La masividad nos da también una diversidad enorme de estudiantes, que conviven con historias y experiencias diversas. Esa es una fortaleza", destaca.
A la par, el plan de estudios de la carrera, señala, "les presenta una metodología de trabajo sobre unidades problemáticas, donde los jóvenes adquieren soltura, herramientas de autoaprendizaje y reflexión. Y eso les permite destacarse tanto en el trabajo en equipo como en forma individual", destaca.