Entre las fábricas que funcionan cerca del cruce de avenida Circunvalación y Ovidio Lagos se esconde un grave caso de abandono de perros. La Municipalidad confirmó este jueves que se trata de un caso complejo, ya que los animales no domesticados vuelven a reproducirse luego de los operativos para rescatarlos o castrarlos.
El foco del problema es una enorme propiedad privada en la que no hay más actividad que la de la jauría. La entrada al terreno está llena de basura y el panorama es peor cuando alguien intenta avanzar hacia el oeste desde el corredor de acceso a la ruta provincial 18.
El paredón que cerraba la parte posterior del lote ya se derrumbó, de modo que la zona se convirtió en un corredor de tránsito difícil que llega hasta el barrio Tío Rolo. También hay sectores de acceso a la colectora sur de Circunvalación, donde algunos perros terminan atropellados mientras merodean en busca de alimento.
El abandono como denominador común
La preocupación por el movimiento de la jauría generó diferentes respuestas. Al margen de lo que hace el Estado, algunos proteccionistas llevan un año en busca de una solución definitiva. El primer protagonista de la historia fue Gabriel Díaz, un muchacho que suele pasar por el lugar en bicicleta y vive en el barrio Puente Gallego. En el trayecto se encarga de tirar alimento balanceado, ya que cualquier otra maniobra para retirarlos fue un fracaso.
"Fuimos a tratar de agarrar algunos con una jaula, pero es imposible", añadió Carlos Corbino en diálogo con La Capital. Ante el temor a un robo en una zona alejada de la calle, cuatro o cinco integrantes de este grupo suelen organizar recorridas diurnas en busca de ayudar a los animales.
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Más de diez perros sobreviven entre los pastizales y la basura. No son dóciles ni se acercan fácilmente cuando se encuentran con una persona. Algunos están desnutridos y aprovechan la comida que les dejan casi a diario. Quienes siguen el tema decidieron empezar a juntar dinero para comprar balanceado, pero saben que la respuesta al problema requiere más tiempo y recursos.
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Los pastizales impiden el seguimiento durante los operativos de control.
Foto: La Capital/Celina Mutti Lovera.
Carlos es un amante de los animales y en más de una oportunidad se tomó el triste trabajo de levantar restos de la Circunvalación. En este sentido, acotó: "Nosotros los estamos alimentando para que no salgan a la calle y los atropelle algún auto".
Alerta por perros cimarrones cerca del barrio Tío Rolo
Aunque no es el área especializada en este tipo de casos, la Oficina Municipal de Protección Animal fue a inspeccionar el lugar a partir de los reclamos. La titular del organismo, Sabrina Latino, advirtió que se trata de perros cimarrones en un espacio muy grande. "Es muy difícil agarrarlos. Supongamos que les tirás un dardo a uno. Entonces se va para distintas fábricas. Si lo dormís, corre el riesgo de que se caiga en otro lugar", ejemplificó.
En algunas de las intervenciones, los agentes estatales consiguieron llevarse algunos machos y castrarlos, una medida imprescindible. Pero estos procedimientos fueron insuficientes porque el territorio a controlar va mucho más allá del baldío de Ovidio Lagos. Al respecto, la funcionaria apuntó: "Si quedó alguno, se va por todos lados, aparece otra hembra y volvemos a empezar".
Latino enfatizó que no se trata de animales callejeros, sino de "animales en situación de calle porque alguien los abandonó". De acuerdo a su experiencia en el territorio, la cuestión requiere un trabajo coordinado durante varios días para monitorear una población que va y viene desde la zona de Tío Rolo.
Además de las dimensiones, el lote presenta otros problemas. El inmueble está registrado a nombre de una persona jurídica y no tiene ningún cerramiento que contribuya a limitar el movimiento de la jauría. Para colmo de males, los dos galpones linderos también están abandonados y sólo hay un sereno que se ocupa de vigilar el lugar. Al margen de la basura y la maleza no ayudan, la limpieza tampoco es el factor clave para resolver el conflicto.
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A la hora de volver al terreno, el Instituto Municipal de Salud Animal (Imusa) y otras reparticiones asociadas necesitan el acompañamiento de la policía. Al igual que los proteccionistas, las autoridades apuntaron que no es sencillo instalarse allí para desplegar jaulas durante el tiempo necesario para que los perros se acerquen y puedan controlar a la población gradualmente.
El problema de los perros no domesticados
A diferencia de otros casos de abandono, en este sector de la ciudad no hay mascotas ni dueños a quienes intimar para que cumplan con su obligación legal. Mientras tanto, la oficina de protección atiende unos 40 reclamos semanales por maltrato, otra cuestión que en algunas oportunidades alcanza niveles de complejidad similares.
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Si bien el diálogo entre los proteccionistas y las autoridades es permanente, todavía no hay una solución definitiva a la vista. Algunas personas que conocen el lugar piden ayuda al municipio para realizar operativos en determinados horarios que son más propicios en cuanto al contacto con los animales, pero a veces no pueden participar en ese momento para colaborar con la tarea.
En este escenario, el paso del tiempo sólo juega en contra, ya que favorece la reproducción sin control y los perros se vuelven más cimarrones. De esta manera, la jauría se consolida en un área tan extensa como peligrosa, ya que se ubica sobre uno de los principales corredores viales de la región. En cuanto a la cuestión de fondo de este y otros escenarios similares, Latino dio una respuesta contundente: "La castración es la forma de frenar la superpoblación".