La fundación Alas para soñar avanza sin pausa para estrenar su Casa Paraná antes del fin del verano. La organización cumplirá cuatro años este 2025 y desde su creación trabaja para poner a punto la vivienda al límite del barrio Ludueña, en la zona oeste de Rosario, que albergará a niños involucrados en procesos judiciales.
Para ello lanzaron una nueva campaña para recaudar fondos y así terminar los detalles de la infraestructura, luego vendrá el paso de amueblar las instalaciones que prevén recibir a unos ocho niños hasta 14 años. “A la hora de firmar el convenio con la Provincia estamos abiertos, porque hay necesidades infinitas para todos los jóvenes y sabemos que la adolescencia está en un estado crítico”, señaló a La Capital Iván Celis, uno de los fundadores de Alas para Soñar.
Después de tres años de inclaudicable trabajo, el grupo terminó recientemente de colocar las aberturas y ahora va en busca de pintar los 220 metros cuadrados cubiertos que poseen. Una tarea no menor, pero que será el último paso para terminar con un largo camino de obra, que incluyó la compra del inmueble y el total de las tareas con recursos de los fundadores y eventos recaudatorios.
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A pesar de reconocer “tiempos complicados para pedirle a la gente”, Celis se muestra esperanzado con la campaña que lanzaron a partir de esta semana.
Casa Paraná para los niños
Mientras compraban ladrillos, mezclaban materiales y revocaban paredes, la fundación realizó convenios con otras organizaciones de Rosario que abordaban la misma temática: ayuda a los más pequeños. Combinando esfuerzos, Alas para soñar llevó al Centro Comunitario Emanuel en la zona sur y Pasitos de Fe en la zona oeste talleres de arte, festejaron cumpleaños y recogieron experiencias para lo que será su Casa Paraná. Para el grupo fue una experiencia “enriquecedora”, explicó Celis porque “ninguno de los integrantes teníamos experiencia en esto, con lo cual vincularnos con la realidad de gestionar y administrar un espacio así nos sirvió muchísimo”. En contraprestación la fundación aportó cultura, apoyo social y alimentario, una tarea que no dejarán de hacer, pero que está en pausa debido a la concentración de recursos que significa la estocada final de su sede en la zona oeste.
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El comienzo fue de Alas para soñar fue de un puñado de personas. “Éramos 10”, recordó Celis y el primer debate fue cuál será el primer paso. Primero se pensó en alquilar un espacio para un rápido funcionamiento, los vaivenes en la economía argentina y la problemática del costo de alquileres puso en jaque esa posibilidad por lo que el grupo fue por el camino más largo y seguro. Así adquirieron la casa de la zona oeste.
Con el correr de los años se fueron sumando voluntarios y hoy el staff está integrado por al menos 30 personas, que participan de diversas formas todas con el objetivo claro de darle una mano a los más chicos.
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