Funes: Benito Fernández presentará su colección en un desfile
El voluntario Iván Celis, un rosarino de 38 años que trabaja en el Concejo Municipal, es uno de los cuatro fundadores de Alas para Soñar, la ONG que organiza un evento solidario con el reconocido diseñador porteño Benito Fernández, que presentará su colección junto a las modelos de la agencia Nativa Models, el sábado 26 de abril, en el club house de Finca 1, de Funes.
“Lo óptimo sería empezar a trabajar con tres o cuatro pibes, así como tenemos una línea en la que nos gustaría que la vida de los chicos dentro de la casa sea la mínima indispensable: que los pibes puedan tener su vida fuera de la casa: que vayan a una escuela del barrio, que se atiendan en el centro de salud, que practiquen un deporte en un club del barrio, hay una tendencia en ese sentido”, advierte a La Capital Iván, uno de los referentes de Alas, en la cocina de la casa, llena de materiales y en plena obra.
-¿La idea es que los niños y niñas tengan un hogar?
-Antes había una idea de hacer la vida intramuros, pero han cambiado el discurso y los paradigmas hacia nuevas formas -que no son tan nuevas porque tienen más de 20 ó 25 años- pero cuesta implementarlos en las prácticas diarias sin encasillarnos en aquellas lógicas, que aún tenemos muy incorporadas.
-A comienzos del siglo pasado se llamaban a esas instituciones “Casas de niños espósitos” porque “espósito” significa “huérfano” en italiano, y de ahí viene la palabra hospicio así como el apellido “Espósito” con el que anotaban a los niños huérfanos. ¿Qué tan incorporadas tenemos aún esas prácticas?
-En los pueblos están el geriátrico y el orfanato. En las puertas todavía ves en la mampostería de las casas viejas las palabras “Casa de niños espósitos”, que ya no funcionan. Y lo mismo pasaba con los niños huérfanos a quienes anotaban con el apellido “Espósito”.
-¿Cuáles son las trayectorias de los fundadores y participantes de Alas?
-Solamente una de las fundadoras es trabajadora social, que es la secretaria, el resto son contadores y abogados, una es médica y yo, que soy empleado del Concejo.
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-¿Cómo surgió la idea de tener Alas para Soñar?
-Dos de las fundadoras, la secretaria Silvia Caselli y la tesorera Ingrid Brandorini, eran voluntarias de otras organizaciones, que son fundaciones con un objeto muy parecido al nuestro, pero en un momento se cansaron de chocar contra la pared. Son personas muy exigentes, que llevaban propuestas, ideas, ganas y chocaban contra una negativa constante.
-¿Por ejemplo?
-Querían garantizarles a los chicos que estaban en la casa un lugar de guardado para sus cosas, para que no tuvieran su ropa guardada en bolsas, y no lo conseguían.
-¿Con qué argumento?
-Que no se puede porque es un quilombo. “Vamos a pintar las paredes”. Y no porque tienen que venir los pintores y tenemos que pedir autorización. Era toda una burocratización.
-¿Qué los motivó a crear Alas?
-Ellas dos son las pivots, que nos contaban estas cosas, y lo que nos motivó a empezar con esto es el diagnóstico de que esto está muy mal. Entonces dijimos: ¿qué hacemos, seguimos chocando contra la pared o pensamos algo propio, que le podamos poner la impronta que nos gusta?
-¿Cuándo fue esto?
-En plena pandemia. Empezamos cuando queríamos festejar cumpleaños de chicos alojados de los residenciales. Cuando empezamos a pensar en la ONG (organización no gubernamental) las chicas tenían las ideas más voladoras y a mí siempre me parecían una locura, yo tenía la posición más conservadora.
-¿Por ejemplo?
-“Vamos a crear una fundación” decían las chicas. ¿Una fundación para qué? No, hay mil lugares donde podemos ir a colaborar organizadamente. Rosario tiene un desarrollo de organizaciones sociales muy fuerte, con un laburo impresionante. “Queremos tener un espacio propio con nuestra impronta, así podemos hacer lo que nos gusta”. Entonces armamos la fundación, en plena pandemia, y nuestro acto constitutivo fue en un Zoom. En ese momento no podían haber reuniones de más de ocho personas, así que la provincia nos flexibilizó las medidas: éramos cinco en la casa de una de las fundadoras y el resto cada uno en su casa. Cuando nos empezamo a reunir informalmente nos encontramos con que la IGPJ (Inspección General de Personas Jurídicas) en pandemia no nos dejaba reunir en una asamblea para realizar el acto constitutivo, pero nos aprobó un protocolo para que pudiéramos empezar a caminar y pudimos fundar la ONG.
"La situación de las infancias en la Argentina es absolutamente crítica"
-¿Apuntaron al centro residencial porque es la principal carencia de estos niños y niñas?
-La situación de las infancias en la Argentina es absolutamente crítica, y tiene un montón de lugares y de aristas desde donde podés hacer un aporte. Elegimos este simplemente porque habíamos tenido contacto con otras organizaciones de objeto parecido al nuestro, y creíamos que aquí podíamos hacer un aporte que sea realmente transformador y significativo porque esta población tiene sus derechos vulnerados, el camino de restitución de derechos es muy complejo y, además, no es un tema visible: no es un tema que esté en los medios de comunicación, no es un tema que esté en las agendas de ningún gobierno. Te invito que hagamos una búsqueda en redes de gobiernos y de dirigentes políticos y no vas a encontrar este tema.
-¿No es un tema prioritario para todos ellos?
-No es prioritario y está invisibilizado, y es la causa profunda de muchos otros problemas que aparecen en las tapas de los diarios todos los días y son mucho más sensibles para los vecinos que dicen: “Mirá el nene este me roba”. Si buscás “políticas para las infancias en la Argentina” vas a encontrar discusiones sobre la edad de los niños y niñas para el comienzo de la imputabilidad. Parece que la única política púbica para las infancias en la Argentina es el garrotazo: “tenemos que ver a qué edad podemos guardar a este pibe, a ver a qué edad podemos poner a esta pieza fallada debajo de la alfombra para que no nos moleste”. Pareciera que esa es la única respuesta que hay desde lo público.
-¿Por qué eligieron hacer una residencia?
-Porque vimos que acá podíamos hacer un aporte, acá podemos fijar un mojón en sus vidas, los podemos ayudar a pensar en un proyecto de vida distinto, por eso le pusimos Alas para Soñar. Un lugar donde el pibe pueda tener su sueño intacto como tuvimos nosotros, como tuviste vos, como tuvo tu hijo, como tiene cualquiera. Y después tenemos que ver cómo ayudamos a que esos sueñen se materialicen y se transformen en una realidad.
-¿Cómo surgió el nombre?
-Fue una discusión de los fundadores, cuando teníamos que avanzar rápido en el trámite, a la tesorera le gustaba “Alas”, a mí me gustaba “Soñar”, y en este caso con las alas no va a volar nadie, pero van a servir para construir sus sueños. Y nuestro rol queremos que sea ese: que los sueños se concreten porque es posible. Hay que hacer un gran esfuerzo, pero no es una cosa terriblemente lejana, o no debería serlo: que un pibe que tuvo un inicio de su ciclo vital conflictuado y complejo tenga que ser condenado toda su vida porque nunca va a tener posibilidades de nada. Contra eso nos rebelamos, y la forma de rebelarnos es hacer este aportecito que ves: una casa, “un lugar que abrace”, como dice siempre Silvia.
-¿Por dónde empezaron con el sueño de la residencia?
-Primero discutíamos: si teníamos que comprar una casa o podíamos alquilar. Porque el camino más corto y lo más fácil era alquilar una casa y abríamos a los dos minutos, pero después nos pusimos a pensar porque la ley de alquileres estaba medio en crisis, no se sabía si iba a seguir o no, y si firmábamos un contrato y después no lo podíamos renovar qué hacíamos con ocho o 10 pibes adentro. Si no llegás a un acuerdo qué hacés con los pibes y los muebles, y eso nos dio miedo. Entonces elegimos el camino largo, empezamos a ver qué podíamos comprar y estuvimos meses chocando contra la pared porque estábamos muy lejos de poder comprar una casa hasta que encontramos esta, donde tuvimos la suerte de que los dueños nos la vendían en largas cuotas en dólares y, además, cuando firmamos el boleto, nos dieron la llave de la casa para que empezáramos la obra, algo que fue un diferencial muy positivo. Y además entendimos que no era solamente una posibilidad económica porque miramos otras casas, pero queremos que la casa esté pensada para garantizar derechos. La estructura tiene que estar pensada para esa restitución.
"A la casa la reestructuramos toda"
-¿Cómo pensaron la transformación de la vieja casa en una residencia de niños y niñas?
-A la casa la reestructuramos toda, queda muy poco de la casa vieja, conservamos algunas cosas como un ladrillo o un piso calcáreo por una cuestión más romántica. En un momento trajimos a las anteriores dueñas de la casa para que la vieran y la conocieran. Sus tíos fueron los dueños originales de la casa, ellas vinieron a los 12 o 14 años a su primera casa en la Argentina y después se fueron yendo.
-¿Cómo estaba la casa cuando comenzaron la obra?
-Toda particionada, la cocina eran dos ambientes diferentes; donde hicimos los baños había una escalera hacia la terraza; el baño estaba dentro de la habitación y era muy pequeño; donde hicimos el quincho y el patio era un taller de carpintería; la casa estaba toda revestida en madera; el arquitecto se puso a recuperar la madera y encontró tiradas en el fondo las aberturas originales, que habían sido cambiadas, y las puso en la nueva construcción. El arquitecto Quino y la constructora Edeca nos han ayudado muchísimo: esta casa no se hizo con plata, se hizo con deuda.
-¿Qué les dijo el arquitecto cuando conoció la casa?
-Se quería morir, no quería saber nada. “A mí no vengás con esto”. Era mucho laburo para tan pocos recursos. Lo primero que le pedimos fue la impermeabilización del techo porque terminaba de llover y dos días después aquí seguía lloviendo. Ahí nos hizo el favor de impermeabilizar los techos, encontró las aberturas tiradas por allá atrás y se empezó a motivar y siguió con la obra.
-¿Qué papel juega el barrio en esa restitución de derechos?
-Todo está relacionado con esa restitución de derechos. El entorno, que haya una escuela. La República es un barrio que tiene una conectividad excelente, todas las escuelas públicas de primer nivel: jardín, primaria y secundaria; centros de atención primaria de la salud que funcionan bien.
"Hay más de 10 mil niños que viven en residencias de cuidado"
-¿Cuántos niños y niñas viven en estas residencias de cuidado?
-En la Argentina hay más de 10 mil niños y niñas que viven en estas residencias de cuidado, y en la provincia de Santa Fe hay más de dos mil. Son muchas las residencias, algunas de las cuales fueron cerradas porque hicieron auditorías y había muchas irregularidades.
-¿Por qué estos niños y niñas fueron separados de su núcleo familiar?
-Por distintos motivos. Cuando cualquier agencia del Estado detecta una situación de alta vulnerabilidad primero intenta con medidas de protección -que son más blandas-, pero si no pueden resolver la situación rápidamente y sigue habiendo un peligro real para la vida del niño o la niña, se lo separa del núcleo familiar y se lo deriva a una residencia como ésta.
-¿Cuáles son esas medidas de protección más blandas?
-Se buscan los familiares más cercanos para darles la guarda, primero se intenta con la familia, si la tienen. Las situaciones son de lo más variadas. Después hay medidas excepcionales, motivadas por las razones por las cuales puede venir un niño o niña aquí. Tiene que haber una situación muy crítica, que no se puede resolver de ninguna manera, para que el Estado vaya y le saque el niño o la niña a sus progenitores.
-¿La violencia familiar es una de las principales causas de esas medidas excepcionales?
-La violencia familiar o la violencia intrafamiliar, consumos problemáticos de sustancias y violencia sexual son las tres causas que pican en punta y que suman casi el 80 por ciento de los casos en los que se aplican medidas excepcionales. Y después hay casos de fallecimiento de los progenitores sin una familia cercana que se haga cargo del niño o la niña. La lógica del huérfano -como lo llamábamos en el paradigma viejo- sigue siendo la misma, lo que han cambiado son las formas de abordaje de todas estas problemáticas, que se supone que deben estar más en sintonía con la realidad.
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-¿Les gustaría alojar a niños y niñas de la primera infancia?
-Sí, De cero a cuatro años hay otro dispositivo, que no tiene nada que ver con las casas residenciales sino con una familia abierta o una familia solidaria. El Estado prioriza ahí que el niño o niña transite hacia la adopción con una familia. Desde los cinco años hay dispositivos como éste. Nos gustaría empezar a trabajar con niños y niñas de esas edad, pero nos adaptaremos porque no es algo que dependa de nosotros. Estamos a disposición de la provincia: estamos a disposición, hay mucho compromiso y mucho laburo para atender las necesidades.
-¿Cómo hacen para llevar adelante tamaña tarea en medio de semejante crisis económica y social?
-Hemos hecho miles de actividades financieras -vender rifas, pizzas, té bingo, eventos solidarios como el de Benito (Fernández)- pero a la gente siempre le decimos que somos una herramienta porque el 100 por ciento del financiamiento se garantiza con los aportes de los socios, que pagamos una cuota mensual pero que es la nada misma, más los aportes de algunos fundadores que tienen la posibilidad económica de hacer un aporte mayor, y actividades financieras en las que les pedimos ayuda a amigos, vecinos, primos, tíos y al que se nos acerque. En 2022 nos costaba el doble salir a pedir aportes, pero ese año se sumó un grupo de voluntarios y voluntarias que nos dio un gran empujón porque son más desprejuiciados para salir a pedir una ayuda: van y dicen que necesitamos tanto para solucionar esto. Y ahí empezamos a levantar.
-¿Cómo responde la gente ante estas demandas?
-Si bien por una lado la situación de las infancias en el país es un tema invisibilizado, por otro cuando lo contás la gente se sensibiliza. Muy rara vez nos ha pasado, o creo que nunca, que nos dijeran: “Terminenen la casa y después vemos”. Muy rara vez nos ha pasado eso. Cuando explicás cuál es la esencia del proyecto: queremos darles a las infancias una casa que tenga de todo, queremos que estos pibes que pasan por acá tengan un camino con la significación de la restitución de derechos, la gente -con lo que puede, con lo que tiene- ha respondido siempre.
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Sebastián Suárez Meccia / La Capital
-¿Alas es un puente para dar una mano?
-Tal cual. Suponte que te levantás un día y decís: “Yo quiero ayudar”. ¿Qué hacés? ¿Cómo lo hacés? ¿Por qué una fundación? Porque solo es imposible. Esto es terriblemente colectivo, y en esta problemática más todavía porque esta es una opinión impopular: esto no es un problema de un gobierno o de un dirigente, esto es un problema que tiene raigambres sociales y te diría hasta culturales, que si no hay junto a políticas públicas dignamente contruidas, un compromiso social muy fuerte de participación social en la que cada uno dediquemos una horita por día, este quilombo nos va a seguir acompañando durante mucho tiempo como causa de muchos otros problemas toda la vida.
-¿Falta un Estado presente?
-Hacen falta políticas públicas, pero hay programas en todos los niveles del Estado y algunos funcionan, el problema es que son programas de hace 20 o 25 años y la realidad social ha cambiado, entonces hay que adaptarlos a los nuevos tiempos y desburocratizar el Estado para que en este tipo de problemáticas haya respuestas rápidas y eficientes es clave. El Estado que trabaja de 8 a 14 no es viable para resolver este problema, pero esa es una pata: la otra pata fundamental es la gente porque esto no se resuelve sin el compromiso social organizado, cada uno donde pueda.
"A Benito le gustó la idea y nos encanta que tenga esa sensibilidad"
-¿Cómo surgió la idea de hacer el desfile de modas con el diseñador Benito Fernández?
-Un grupo muy potente de voluntarios y voluntarias se fueron sumando. A una de ellas, la organizadora de eventos Paola Brussa, le llegó un evento que organizaba Nativa Models, que buscaba una organización civil o una fundación que sea beneficiaria. Automáticamente ella dijo que tenía una fundación. Tuvimos una reunión con Paola, dos fundadores -Silvia Caselli y yo- y María José Gindre -una de las representantes de Nativa Models-, nos sentamos a tomar un café y nos pusimos de acuerdo antes de que el café llegara.
-¿Cómo consiguieron el aporte de Benito Fernández a la causa?
-Porque le gustó la idea y nos encanta que alguien como Benito Fernández, que no tiene por qué hacerlo, tenga esa sensibilidad porque no tiene por qué su evento nacional, que es una marca multimillonaria, tenga que hacer un aporte solidario a una fundación como nosotros, a quienes no nos conoce nadie. Es algo que lo enaltece.
-¿Cómo puede colaborar la gente?
-Como las necesidades son infinitas las formas de colaborar también: desde dinero, hacer tortas para los festejos, un regalito para el cumpleaños y comprar pizzas hasta donar tiempo, una idea o su experiencia. Esto es para empatizar: somos un puente para unir el compromiso social con las política públicas para tratar de atender esta situación, que es la causa de un montón de problemas sociales.