La histórica Sancor Cooperativas Unidas Limitada comenzó un nuevo capitulo en su complejo proceso de recuperación. La semana pasada, el juez Guillermo Adrián Vales, del Juzgado Civil y Comercial de la 4ta. Nominación de Rafaela, decidió abrir el concurso preventivo de acreedores.
Se trata de una de las empresas líderes en lácteos que viene desde hace unos años a los tumbos y con parte de sus negocios cedidos a otras empresas. En el mercado se menciona una deuda principalmente al fisco y laboral que ascendería a US$ 400 millones.
La cooperativa comenzó con los despidos tras un agónico conflicto con el sindicato de los lecheros, Atilra. Hace pocas semanas se conoció que más de 300 empleados recibieron telegramas de despidos, y el pasado 3 de febrero se había presentado, oficialmente, la formación y apertura del concurso preventivo de acreedores.
La oficialización de este proceso por parte de la Justicia tiene como objetivo reestructurar las deudas millonarias que contrajo la empresa y evitar su quiebra definitiva. Lo cierto es que la cooperativa viene pasando por años difíciles, con una producción reducida al mínimo y con una larga lista de despidos.
En la resolución, el juez Vales clasificó el concurso como "Gran Concurso-Categoría A" y nombró una Sindicatura Plural para supervisar el desarrollo. Por otro lado, fijó el 29 de mayo del 2025 como fecha límite para la presentación de pedidos de verificación de créditos y el 1 de julio del mismo año como plazo para impugnaciones. A su vez, también estableció la suspensión de juicios previos y de interrupciones de servicios por deudas contraídas antes del día 3 de este mes.
Asimismo se formó un Comité Provisorio de Acreedores y se buscó garantizar que la histórica empresa láctea continúe inscripta en el Registro de Importadores y Exportadores.
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Por otro lado, en un apartado de la resolución, llamado "Palabras dirigidas a la población", el juez Vales sentenció: “Se comprobó objetivamente que la Cooperativa no puede hacer frente a las obligaciones que pueden ser exigidas por sus acreedores. Durante este proceso, se intentará encontrar soluciones junto con los acreedores para evitar la quiebra y esto es así, debido a que el principal objetivo del juicio es proteger el interés de los acreedores y mantener el funcionamiento de la empresa, lo que ayudará a conservar las fuentes de trabajo".
“Tengo presente la importancia que tiene para la sociedad la actividad que desarrolla la Cooperativa, elaborando productos alimenticios desde la materia prima hasta el producto que llega al consumidor final, lo que me hace ver que este proceso por el que atraviesa SanCor podría tener un alto impacto en la vida de la comunidad en su conjunto”, continuó.
Finalmente, subrayó: “El objetivo a cumplir será intentar lograr un acuerdo que satisfaga las deudas y de este modo, permitir que la empresa se recomponga de esta crisis, continuando con su reconocida y querida actividad tanto en esta región, en todo el país y también, como no, en el exterior”.
Sancor y una crisis de larga data
La empresa fundada en 1938 en la localidad santafesina de Sunchales llegó a ser la más grande del país en su rubro, pero en 2016 comenzó un proceso de ordenamiento en el cual se desprendió del 73 % de su planta. Así pasó de 5.100 trabajadores, hasta los 1.350, sin contar los 300 telegramas enviados hace un mes.
Desde 2016 hasta la actualidad, Sancor vendió su línea de productos frescos (yogures, flanes y postres), transfirió las plantas de Coronel Moldes (Córdoba) a una cooperativa local, la de Centeno en Santa Fe a la empresa La Tarantela y vendió su sede en General Charlone, provincia de Buenos Aires (PBA), a una compañía láctea de la región.
En 2018 también se deshizo de los establecimientos industriales de Morteros y de Chivilcoy, ambos en PBA, a cambio de 45 millones de dólares. Antes, por 33 millones de dólares, la empresa danesa Arla Foods compró el 50 % de la sociedad que tenía en la planta industrial Porteña, donde se elaboraba proteína de suero de queso.
La dificultad de Sancor está en encontrar un socio que pueda hacerse cargo de los 400 millones de dólares de deuda y sumar dinero fresco para recuperar a los tambos que ante complejos sistemas de pago venden su producción a otras lácteas.