En la localidad de Monje, a una hora de Rosario y sobre un camino de tierra, se encuentra anclado uno de los comercios más antiguos de la provincia. El "Boliche de Pérez" se mantiene firme en el llamado "camino real" desde hace más de 100 años. Se trata de un espacio emblemático que conserva su estructura original y es un punto de encuentro clave en la zona rural.
Ubicado entre Monje y Barrancas, al este de la ruta 11, el boliche nació como un almacén de ramos generales en 1924. Su objetivo inicial era abastecer a los trabajadores del campo con productos básicos, pero rápidamente se transformó en un lugar de reunión para vecinos y viajeros. Con el tiempo, se convirtió en testigo de innumerables charlas, partidas de truco, celebraciones y tradiciones que han marcado generaciones.
En el marco de Compás 150, el ciclo audiovisual de La Capital, Nachi Saieg e Ignacio Noviski visitaron a Héctor, "Pérez" para los clientes habituales y los amigos. Mientras vendía mercadería, armaba picadas y servía vermuts, se tomó un rato para charlar con este medio para contar la historia de ese boliche que construyó su abuelo, siguió atendiendo su padre y finalmente llegó a sus manos.
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El edificio, con su fachada sencilla y su interior que conserva muebles y herramientas de época, es un reflejo de la vida rural de antaño. A pesar de los cambios que trajo la modernidad, el "Boliche de Pérez" logró preservar su esencia, atrayendo tanto a locales como a visitantes curiosos por experimentar un rincón auténtico de la historia santafesina.
El mayor movimiento llega los sábados cuando tanto gente del campo y la ciudad se acercan a distenderse. En primavera y otoño llegan a ir unas 200 personas, que atiende solo el hombre y de vez en cuando lo ayuda alguna empleada.
Se trata de una verdadera reliquia, buscada no solo por los habitantes de las zonas rurales, sino también por quienes quieren conectar con los viejos tiempos. Con una fachada de chapas grises y una pintoresca puerta verde, su interior de madera guarda los icónicos mostradores antiguos. La estructura es la original y se encuentra en pie desde alrededor de 1890.
Sin luz eléctrica, el lugar es iluminado por faroles alimentados a energía solar y refrigeran los productos en heladeras a gas, lo que refuerza su aire colonial. En sus estanterías se encuentran fósforos Ranchera de cera y una radio Inelro que, con más de 50 años de antigüedad, solo capta emisoras AM gracias a una batería. La atención sigue el viejo sistema de la libreta y el fiado, ya que los paisanos prefieren pagar con la quincena o el mes. Aunque también se puede pagar con QR o transferencia, en busca de adaptarse a los tiempos que corren.
Más allá de ser un comercio, el lugar se consolidó como un espacio cultural y social. En sus primeros años, se realizaban bailes y peñas que convocaban a toda la comunidad, reforzando los lazos entre los habitantes de Monje y zonas vecinas. Hoy, con su centenario cumplido, sigue siendo un símbolo de identidad y resistencia frente al paso del tiempo.
Quienes visitan el Boliche de Pérez no solo encuentran productos y bebidas, sino también un retazo de la historia del campo argentino. La madera gastada del mostrador, las paredes que guardan cientos de conversaciones y la calidez de su entorno rural hacen de este lugar un patrimonio único en la provincia de Santa Fe.
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