Felipe Príncipe, un niño de Las Rosas, se consagró Campeón Argentino Sub 10 de ajedrez, luego de participar del Campeonato Argentino de Menores que se desarrolló en Mar del Plata entre el 15 y el 20 de abril. El certamen, el más importante de las categorías infanto juveniles de la Argentina, se disputó en el Predio Municipal Colinas de Peralta Ramos y reunió a 360 competidores desde los 8 a los 20 años.
Felipe representa a la Biblioteca Popular Domingo Faustino Sarmiento de Las Rosas, que está afiliada a la Asociación Rosarina de Ajedrez. Es la primera vez que un ajedrecista rosense sale campeón argentino. El niño ganó siete de las ocho partidas que disputó en un torneo tan parejo que tres jugadores llegaron con la misma cantidad de puntos a la última ronda.
Allí, Felipe le ganó a uno de sus rivales directos y se benefició que el otro jugador hiciera tablas para consagrarse campeón.
“El torneo estuvo muy difícil porque todos los jugadores fueron complicados. Cuando perdí en la tercera ronda, se me fueron un poco las esperanzas de ganar el torneo porque pensé que iba a salir segundo o tercero”, declaró con la timidez propia que tienen los niños.
“La última partida estuvo complicada y en un momento estuve a punto de ofrecerle tablas pero la seguí jugando y después ya quedé en mejor posición para ganarla”, agregó.
El príncipe del ajedrez
Felipe comenzó a jugar a los 7 años impulsado por su papá Hernán, que le enseño a mover las piezas. Con una raíz familiar bien marcada –su abuelo paterno Luis María también se destaca jugando– el niño se enganchó rápido con el tablero y sumó videos de YouTube para practicar.
A los 8 años se anotó en un Taller de ajedrez de la Casa de la Cultura Municipal que dicta el profesor Ignacio Perassi. Paralelamente comenzó a jugar en el Grand Prix Infanto Juvenil que organiza la Asociación Rosarina y el año pasado se consagró campeón en categoría sub-10.
Desde el año pasado tiene un profesor particular, Juan Carlos Pisani, un veterano jugador local que supo destacarse hace varios años a nivel provincial y nacional. “Jugamos partidas, me da cosas de táctica, me hace buscar partidas para analizar”, describió sobre las clases que tiene un par de veces a la semana.
Además, casi a diario y si la escuela le da tiempo, -asiste al quinto grado del Colegio Sagrado Corazón de Jesús-, concurre a un bar local donde se juega ajedrez a toda hora. Y es que Las Rosas es una de las pocas ciudades de la región donde jugadores de todas las edades se juntan todos los días a despuntar el vicio.
El niño mimado
De hecho, Felipe es el más pequeño del grupo y podría ser el nieto de alguno de sus rivales. Por ello es el más mimado de todos hasta que se empiezan a mover las piezas en el tablero porque siempre se juega a “cara de perro”.
“Empecé a ir al bar a conocer gente. Al principio no le ganaba a los grandes y eso no me gustaba. Pero ahora ya gano o pierdo con todos”, contó Felipe con sonrisa pícara.
Los integrantes del grupo local siguieron el desarrollo del torneo y estuvieron pendientes de cada una de las rondas. Conocido el resultado, los mensajes de felicitaciones no se hicieron esperar y hubo hasta caravana el lunes a la mañana para recibirlo con la copa.
Felicidad familiar
A Mar del Plata viajó la familia completa para acompañarlo: sus padres y su hermano mayor Mariano, que si bien sabe jugar al ajedrez se inclinó más por el fútbol. Justamente, las típicas peleas con el hermano o algún duelo futbolístico son los momentos donde el ajedrez pasa a segundo plano.
Su mamá Florencia lo describe como un chico bueno, aunque “hace renegar un poco con la tarea de la escuela”. Aunque, por supuesto, no puede ocultar su emoción por el logro conseguido: “Estamos muy orgullosos y contentos. Él también juega al básquet, pero el ajedrez le gusta más y lo disfruta y eso es lo importante para nosotros como familia”.
Por su parte, su padre coincidió al asegurar que a Felipe “le gusta jugar ajedrez, le da satisfacción. Tiene una concentración impresionante. A veces parece que va a la guerra cuando juega. Tiene una frialdad para jugar, se siente cómodo. Tiene una mentalidad muy especial. Obviamente es muy chico y andá a saber lo que pase más adelante, pero, por ahora, lo toma con mucha pasión y tranquilidad”.
Pablo Amadei / Especial para La Capital