“Tengo más de 7.500 saltos en 29 años de carrera y este último es el primer récord Guinness”, así se presentó Marcelo Vives, productor agropecuario de San Genaro que en septiembre saltó junto a Alejandro Montagna, de unos 13 mil metros de altura para romper la marca de la mayor caída libre nocturna en paracaídas en formación. Además, entre su palmarés se encuentran otros siete récords mundiales otorgados por la Federación Internacional de Aviación (FIA).
Desde temprana edad Vives recorría la llanura pampeana con su familia, donde los ojos pueden ver kilómetros y kilómetros de extensos campos, pero Marcelo aún recuerda aquella vez que en Marcos Juárez decidió levantar la mirada. Ante la sorpresa de aquel niño, un paracaidista se mezclaba entre las nubes. La semilla estaba plantada. Años más tarde, recordó ante La Capital, veía las pruebas militares en La Calera y el sueño llevaba los hilos de su vida. A los 22 años le dio rienda suelta a su pasión y se anotó en la escuela de paracaidismo de Cañada de Gómez, a más de 60 kilómetros de su San Genaro natal, donde hoy, con 51 años, sigue viviendo como un vecino más, pero no muchos podrán decir que están en el histórico Libro Guinness de los récords.
“Estuvimos un año preparando este salto. Al ser tan importante consultamos con Guinness y nos dijeron que ya existía en salto diurno, pero no había ningún registro nocturno”, explicó Vives. La experiencia de casi 30 años, su especialización en saltos bajo la luna y su camaradería con su compañero Montagna fue la mezcla perfecta para ir por el récord.
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Para este salto viajaron a Estados Unidos. Más precisamente al aeródromo WTS de Memphis, en el estado de Tennessee para abordar un avión LS 400, el único capaz de llevar paracaidistas a más de 13 mil metros de altura. “Fue el salto más heavy de los que hice, por suerte salió todo perfecto porque fue muy estudiado, pensado y diagramado durante un año”, esgrimió Vives.
El salto fue el 9 de septiembre de 2024, pero no fue hasta la primera semana de enero que los paracaidistas fueron notificados de la homologación del récord por parte de Guinness. Larga espera de cuatro meses sosteniendo su confianza mediante el trabajo realizado. Previamente, la pareja envió los GPS con un sellado especial (con los cuales constataron el salto), comprobantes de la Federación Aeronáutica de Estados Unidos, testigos y cámaras. “Fue como pasar una escribanía más o menos. Son muy serios”, dijo y suspiró Vives.
Ahora el paracaidista disfrutará su premio y proyectando el 2025, aunque sin metas trazadas. “La pasión por el paracaidismo está intacta”, afirmó Vives. Casi 30 años de experiencias, millares de saltos, ocho récords e incontables vivencias y amistades desde los cielos lo hacen pensar en llegar al cielo con un avión y bajar de un salto.
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Récord de alto nocturno con 64 participantes
Ir por récords
A la par de su crecimiento en el deporte, Marcelo Vives fue levantando la vara. Visitó eventos en Uruguay, Paraguay y Estados Unidos. “Me salió un récord y me entusiasmé”, reconoció el sangenarino de 51 años, que saltó en Rosario, Casilda y recorrió alrededor de 20 países como Venezuela, Cuba, México, Panamá, España, Francia, Noruega y Rusia, entre otros.
No llegar a concretar una marca top nunca lo detuvieron. Siempre iba por más. “Nosotros hacemos récords de formaciones y eso es coordinación. Uno se equivoca y chau”, remarcó. Así fue como uno de los registros que exhibe con orgullo es el salto de un grupo de 217 paracaidistas, utilizando 11 aviones y 80 segundos para hacer una estrella gigante.
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Entre los 217 paracaidistas estaba Marcelo Vives
Por supuesto, el récord Guinness lleva un lugar de privilegio. El hecho de ser nocturno lo diferencia del resto, por el alcance y la magnitud del reconocimiento y por la dificultad de caer desde un avión alumbrados únicamente por la luz de la luna, si no es que las nubes esa noche decidieron quitar toda visibilidad posible. “De noche no ves el piso, sólo luces y a 13 mil metros de altura es difícil distinguir la zona de aterrizaje. Hasta no abrir el paracaídas no vimos la pista”, detalló Vives. Los fuegos artificiales y las balizas desde tierra nunca fueron divisadas por la pareja y el temor por caer en los alrededores boscosos estaba presente en cada metro.
El próximo 18 de noviembre cumplirá 30 años de salto en salto, sin embargo, aún le cuesta responder lo que su cuerpo experimenta: “Es muy difícil describirlo si no lo vivís, es divina libertad. Siempre recomiendo hacerlo una vez y sentirlo”.