-Y, tangueros eran los dos. Mi papá contaba siempre que de chico, en Alcorta, tenía su grupo de amigos tangueros, entonces cantaban en peñas, ninguno era profesional pero siempre escuchaban tango. El único cantante de ese grupo que llegó a cantar con la orquesta de Donatto fue Raúl Angeló -o Remo Angelozzi para los amigos-. Angeló despegó de Alcorta, hizo muchas cosas con Donatto, ha grabado mucho e hizo conocido a Alcorta. Cuando yo tenía nueve años le dijo a Angeló: “Yo quiero que conozcas a mi hija”.
-¿Cuándo empezaste a cantar?
-Empecé a cantar a los seis años. Mi primer escenario fue en el viejo Canal 11, hoy Telefé, donde estaba Roberto Galán.
-¿Y cómo llegaste a Canal 11?
-Porque Roberto Galán estaba haciendo una gira por el interior, con las secretarias y todo sus múcicos, lo mismo que hacía en Buenos Aires lo replicaba en el interior. Llega al Parque Español de Máximo Paz, un pueblito que está pegado al mío, Santa Teresa,y mi mamá, como veía que yo era la que cantaba en casa, donde de chiquita me paraba en una silla -ya hacía un poco el papel de actriz y cantante, nunca tuve vergüenza, salvo de grande-, me lleva.
-¿Sabías que ibas a cantar ahí?
-Sí, pero una no tiene conciencia de las dimensiones. Fui a cantar el tango “Caricias”, de Digeschi, un tango que no fue muy difundido, pero fue el primero que aprendí cuando era muy pequeña. Al tango lo aprendi de escuchar a mis abuelos, de un patio a otro, porque mi casa era muy pequeña: iba a lo de mi abuela y se escuchaba tango, volvía a mi casa y se escuchaba tango, subía al camión de papá y en los casets tenía tanto, y las orquestas de ante, De Angeli, Pugliese, que me encantan, el repertorio de la guardia vieja, por llamarlo de alguna manera. Me presenté en Máximo Paz y gané. ¿Y cuál el premio? Ir a cantar a Canal 11, al programa de Galán. Era la más chica y con seis años viajé a Buenos Aires, donde me presenté y gané la medalla y el pajarito. Y me vine con toda emoción, sobre todo para mi vieja, creo que en ese momento para mí era una actuación más como las que hacía en el patio de casa.
"¿Ivana, vamos al boliche?" "No, yo me voy a la milonga"
-¿Qué te decía tu mamá?
-Mi mamá nunca me obligó a cantar, por eso siempre les digo a los padres que a los chicos que tienen algún don o talento no hay que obligarlos, hay que acompañarlos. Mi mamá siempre me acompañó. En la adolescencia mis amigas me decían: “¿Ivana, vamos al boliche?”. «No, me voy a la milonga».Y ahí sentí un poco la soledad porque ninguna me acompañaba. Se iban todas a escuchar otro tipo de música y ahí me di cuenta de que siempre tuve el acompañamiento de mis viejos, que eran amantes del tango, pero no me obligaron jamás a cantarlo.
-¿De chiquita ya te gustaba el tango?
-Siempre.
-¿El tango te está esperando?
-Es una frase de Goyeneche. Está la anécdota de cuando un chico le dijo: “A mí no me gusta el tango”. Y el Polaco le contestó: “Ya vas a crecer. El tango te espera”.
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Celina Mutti Lovera / La Capital
-¿Cómo siguió tu carrera de niña?
-A los seis años gané ese concurso y a los nueve años Galán llegó al Canal 5 de Rosario. Imaginate que mi mamá: me anotó. Estábamos una tarde después de comer mirando la tele: mi vieja lavaba los platos y yo jugueteaba por ahí cuando Galán invitó públicamente a los que tenían que presentarse para el próximo programa. Entonces mi mamá me dijo: “¡Te llamó Roberto Galán, tenemos que ir a Rosario!”. Y salimos para Canal 5, con el famoso 203 que llegaba hasta el canal y llegamos y volví a ganar, así que me traje otra medalla y otro pajarito, que tengo guardados en casa. Ahí gané con la orquesta de Valente, con quien después trabajé de grande.
-¿Cantabas en los actos escolares?
-Sí, cantaba en todos los actos de la escuela y en la iglesia.
-¿Cuándo comenzó tu carrera?
-A los 14 años me llegó una propuesta que fue una bisagra en mi carrera. Y los 14 años de antes no son los 14 años de ahora. Ves a las nenas de 14 y no tienen nada que ver con aquellas. Yo tenía 14 años y viajaba a Buenos Aires con las muñecas, iba cambiando a las Barby. A los 14 años me convocaron a cantar en “Grandes valores del tango”, donde llegué a cantar con una orquesta de 11 músicos. Y en mi pueblo sólo había una guitarra: nunca había cantado con un bandoneón. Ni hablar de violín o contrabajo. Sólo había una guitarra, de un gran guitarrista de mi pueblo: Tacita Castro. No había visto otro instrumento y hasta ese momento nadie me había acompañado más que él.
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-¿Cómo fue tu debut en Grandes valores?
-Llegué al programa donde estaba la orqluesta con 11 músicos, entramos a la salita de ensayo, donde iba siempre con mi madre. Canté media estrofa y afuera. Siempre tuve un oído privilegiado. Julio Somaschini, que fue mi profesor de canto en Rosario, siempre me decía: “¡Qué oído, Ivana!”. Y siempre estuve acompañada de grandes maestros. Jorge Vidal, el cantor de Osvaldo Pugliese, estaba en el jurado de Grandes valores y después la vida me permitió trabajar y tomar clases de interpretación con él. En Grandes valores compartíamos el programa con Chiqui Pereyra, Néstor Rolán, Juan Carlos Granelli, Ernesto Blanco, a quienes veía como lo que realmente son: grandes exponentes, que están allá arriba, pero que después el tiempo me hizo compartir muchisimas carteleras y soy amiga de ellos.
-¿De chiquita cantaste en Santa Teresa con Juan Carlos Granelli?
-Sí. Yo tenía 12 años y llegó a Santa Teresa Juanchi Granelli con su orquesta y la de los Grimolizzi, que era el hermano de Pepe Grimolizzi. Llegué a la carpa donde estaba el show de Juan Carlos Granelli, siempre acompañada por mi mamá. Yo era alta como el escenario. Juanchi hizo cantar al público, me pone el micrófono y canté con él, entonces hizo parar la música y me hizo subir a cantar al escenario. Escuchó una voz distinta porque tuve voz grave siempre. A los 12 años cantaba con esta voz. Prácticamente no tuve cambio de voz. Subí al escenario, me hizo canta el tango “Uno”, que me iba diciendo al oído, con su orquesta, sin ningún ensayo, y cuando terminamos me dijo: “Quiero habar con tu mamá, después charlamos”. Y cuando me bajé del escenario, además de felicitarme, me dijo: “Quiero apadrinarte. Voy a Rosario al Fundación Astengo”. Y al mes llegué con 12 años al Astengo con Jorge Valdez, Nely Vázquez y Juan Carlos Granelli, quien me apadrinó, y canté con esos maestros. Creo que no me temblaba nada porque de chica no tomás dimensión, la que estaba descompuesta era mi madre.
"Siempre supe que el tango era lo mío"
-¿Cuándo supiste que esto era lo tuyo?
-Siempre.
-¿Desde que ganaste con Galán a los seis años?
-Sí porque fue mi primera experiencia en un escenario, antes cantaba en casa. Hace poquito canté en El Cairo, donde estaba María Antonieta Riart, mi maestra de jardín, que era de Peyrano. Ella fue la que le dijo a mi madre cuando terminaba la salita de cinco: “Ivana es una artista. Ivana tiene un talento y hay que ir por esto”. Y a los nueve años mi viejo le preguntó a su amigo de Alcorta Raúl Angeló: “Decime Remo, ¿qué ves en Ivana?”. Y Remo le dijo: «Ivana es una piedra que hay que pulir. Tiene un talento increíble. Ivana dentro de algunos años va a ser muy talentosa».
-¿Cómo siguió tu carrera?
-A los 14 llegué a Grandes valores y a los 18 llegué al programa de Juan Carlos Mareco, Los amigos del tango, en Canal 7 (ATC), donde hice una selección con la orquesta de Jorge Dragone. Fui a hacer una audición y quedé seleccionada para trabajar, siempre haciendo cosas en Buenos Aires porque mi pueblo es muy chiquito y, como dice el dicho, “Dios está en todos lados, pero tiene la oficina en Buenos Aires”. Desde entonces trato de hacer cosas en Capital.
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Celina Mutti Lovera / La Capital
-¿A los 18 años Pepe Parada te propuso cantar temas melódicos?
-Sí, yo había cantado “Sur” en un programa de ATC, me senté en la tribuna y al rato apareció Pepe Parada, muy apurado, a preguntar por la chica que había cantado recién. Me miró y me dijo: “Grabame dos temas melódicos y mandámelos”. Y la miró a mi mamá y le dijo: “Nos llenamos de guita: ella y yo”. Y se fue, no me dijo dónde mandárselos, no me dijo nada. Imaginate que me lo dijo un productor tan poderoso como Pepe Parada, pero yo tenía 18 años y no tomaba dimensión de lo que podía hacer con mi carrera, así que elegí serle fiel al tango, a este género que amo tanto.
-¿Te arrepentís de haberle dicho que no a Pepe Parada?
-No me arrepiento de nada. Mis amigos me decían que agarrara viaje, que “Pepe Parada donde pone el ojo pone la bala", que "es un productor de la ostia”, pero estoy feliz de haber elegido este camino. Y a los casi 50 años tuvel honor de haber ganado un Magazine, el día que me llamó Carlitos Bermejo para anunciármelo cuando me dijo: “Vas a ganar un Magazine, pero además vas a cantar. Yo elegí a cuatro: Sandra Mihanovich, Fabián Gallardo, Raúl Lavié y vos”.
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-¿Haber ganado el Concurso de Música Popular de Baradero fue un gran impulso?
-En 2001 me presenté en el PreBaradero. con la ilusión de concursar porque siempre tenía ese miedo a no ser elegida -como ahora me preguntan tantas personas temerosas de perder-, pero lo tomé, como todos los concursos, como una experiencia personal: por la devolución del jurado, por el hecho de compartir, aunque a veces te toque concursar a las cuatro de la mañana y ya no tengas ganas de cantar, pero todo suma. Me presenté y gané en Baradero, con Héctor De Rosas en el jurado, un exponente de nuestro tango a quien no conocía.
-¿Baradero fue el trampolín para llegar al Festival de Tango de La Falda?
-Tal cual, porque Baradero es un Festival de Música Popular (tango y folclore), pero yo quería llegar a La Falda, que es un Festival de Tango, bien para nosotros. En 2008 me presenté y gané Esperanza, en Santa Fe, y después me presenté y gané en el Festival de La Falda, que fue otra satisfacción para nosotros. Después seguí participando en festivales como la Cumbre Internacional de Tango en Bariloche.
-¿Fuiste cantante del Café Tortoni?
-Sí, en 2006, 2007 y 2008 fui cantante del Café Tortoni, en la Sala Alfonsina Storni, con la dirección de Jorge Ratoni, quien era el pianista del cuarteto estable.
-¿Sos amiga del periodista Horacio Pagani, un gran tanguero?
-Tal cual. La vida y la música me regalaron muchos amigos y soy amiga de Horacio Pagani, periodista deportivo y una persona muy mediática a quien conocí en uno de los reductos tangueros en Buenos Aires. Trabajé en La Cumparsita, en Esquina Tango, en Boca Tango, y en esos lugares era habitué Horacio Pagani. Hace unos años él grabo un CD de tango, él no es cantante, pero recitó muchos tangos, es muy tanguero Horacio, y me convocó a cantar, junto a Nacho Paz, que es uno de los cantantes de Los Fronterizos, y grabamos un par de temas en ese CD de tangos, que había hecho Horacio Pagani, en una experiencia hermosísima.
"El Chaqueño me invitó a cantar en una nota del diario"
-¿Cómo conociste al Chaqueño Palavecino?
-En el Festival de Peyrano de 2005, Silvina, una amiga muy fanática de él, me preguntó si quería conocerlo. “Me gusta el Chaqueño, pero ni conozco sus canciones, salvo «Amor salvaje»”. Escucho mucho tango, no tanto folclore -que me gusta y es nuestra música-, escucho algo pero no del Chaqueño. No tenía actuación y fuimos a ver al Chaqueño. Como había cantado en ese festival pudimos llegar a una fila de mujeres que esperaban para saludarlo en la trafic, que estaba en marcha y con la puerta abierta. Quedé última y cuando me tocó saludarlo le dije la verdad: “Me gusta el folclore pero no pude cantar tus canciones, salvo «Amor salvaje», porque canto tango”. «¿Cantás tango? A ver, cantame un pedacito. Pará el motor». Me hizo subir a la trafic, se tuvieron que ir todas las chicas del predio, hasta mi amiga, que me quería matar, y empecé a cantar: “Decime bandoneón, qué tango hay que cantar, no ves que estoy muriéndome de pena... No ves que en tus archivos se quedó, un tango que Gardel nunca cantó...” Entonces me dijo: “Pero vos cantás en serio...”. Canto desde los seis años. “Dame tu número de teléfono”. Le pasé un Nokia 1100 -cero tecnología- y el fijo. Hacía poquito que había muerto mi vieja, que fue un golpe durisimo, yo estaba mal por eso y contenta por haber hablado con el Chaqueño. Un domingo de febrero estábamos mateando con mi viejo, suena el fijo: “Hola, habla Oscar”. «¿Qué Oscar»? “Oscar, el Chaqueño. ¿no me conocés?” Y mi viejo dice que me cambió el rostro. Le conté toda mi vida: él perdió a su mamá muy joven como yo, él fue colectivero como mi papá. Y a los pocos días yo cantaba en una peña en Teodelina, estábamos probando sonido, suena el Nokia 1100 y me dice: “Hola Ivana, habla el Chaqueño, comprá el diario y fijate si puse bien tu apellido”. Y me corta. Yo no sabía de qué diario, suponía que era La Capital porque él tenía una actuación en el estadio cubierto de Newell's, pero no sabía si era el diario del jueves, del viernes, del sábado o del domingo. Entonces compré todos los diarios hasta que el domingo salió en Escenario una nota hermosa donde él contaba qua iba a cantar tangos una artista invitada, Ivana Fortunati, de Santa Teresa, sin siquiera haberme preguntado.
-¿Te invitó a cantar por el diario?
-Sí. Entonces le dije que justo ese sábado no cantaba y que iba a ir a verlo. “No, a cantar”, me corrigió. Fuimos en su auto con él y parte de su equipo al estadio, donde nos pusimos de acuerdo y canté dos temas: un vals, “Corazón de oro”, que me enseñó mi mamá, y “Amar y callar”. Cuando escuché sonar a la banda con los violines y con el violero que tenía, el Chato Bazán, fue impagable lo que viví en el escenario. Yo estaba sensible por la muerte de mi mamá y cantar en un lugar así, con el Chaqueño donde la gente me terminó aplaudiendo de pie, fue increíble. Después cantamos juntos en un montón de lugares: en Buenos Aires, en el City Center, cuando me hizo subir a cantar. Yo le dije hiciéramos algo de folclore y él me dijo: “Ivana, no te cagués, cantá un tango”.
"El tango es mi vida, es mi pasión, siempre le fui fiel"
-¿Qué significa el tango para haberle sido fiel toda la vida?
-Es mi vida. Es mi pasión. Tengo 42 años de trayectoria y 48 de vida, pero creo que empecé antes, desde la panza.
-¿Sos cantante de tangos y maestra jardinera?
-Sí. Cuando le dije a mi maestro de canto, Julio Somaschini, “soy docente y soy cantante”, me contestó: “Te equivocaste de carrera. No son compatibles”.
-¿Cómo surgió la idea de cantar en Funes?
-Conocí a (el músico, bailarín y productor Rubén (Celiberti) esta mañana por una amiga en común, Andrea Cuello, que vio mi actuación en la Televisión Púbica. Me dijo: “Tenemos que hacer algo juntos” y acá estamos en Funes con “Tango, Milonga y Vals”.
-¿Cómo hacés para trabajar de docente y de cantante?
-En la pandemia los artistas fuimos los últimos en volver a trabajar, es muy difícil vivir del arte. Después de muchos años me anoté en la escuela porque amo la docencia y a los niños, y mi hijo, de 11 años, cuando me vio con el guardapolvos me dijo: “Mamá: por fin trabajás como las otras mamás”. Ese es el precio que tengo que pagar por no ser famosa ni vivir del arte, también en la sociedad, que piensan que esto no es un trabajo y también lo sufro cuando paso un presupuesto.
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"Tango, Milonga y Vals", en Funes. Julián Pecantet, Ivana Fortunati, Rubén Celiberti y Silvio Pomiglio.
Celina Mutti Lovera / La Capital
-¿Cuál es el mejor tango?
-Tal vez no tiene que ver con mi historia de vida porque no tomo alcohol ni nunca me mamé, pero mi referente es el Polaco Goyeneche, yo me crié escuchando todos sus tangos, y escuchar al Polaco en “Garúa” o en “La última curda” no tiene precio. Cuando termino de cantar “La última curda” me emociono.
-¿Cacho Castaña te invitó a cantar en el Café La humedad?
-Sí, Cacho Castaña me eligió en 2019 para ser parte de su equipo, en el que actué varios meses y fue lo máximo. Conocí a Cacho por Pepe Grimolizzi en Rosario, pero nunca había cantado con él y no tenía más que un autógrafo. Un día viene Néstor Rolán y me dice: “Quiero que conozcas a Cacho”. Llegamos en abril de 2019 al Café La humedad, que era su café donde hacía algunos shows, pero estaba en su última etapa. Me hubiera gustado verlo antes, pero Dios quiso que ese fuera el momento. Llegué al café a cantar y Néstor me avisó que no sabía si Cacho iba a estar. Yo había ido en un remís con cuatro amigas de Santa Teresa. Yo iba a cantar un tema, pero les había dicho a mis amigas que no sabía si iba a estar Cacho. El café es muy chico, a Cacho lo tenés a uno o dos metros. Llego y lo veo, con la chalina blanca, lo saludo y le dije que estaba tan feliz de haber conocido el café. “¿Vas a cantar?”, me preguntó. «Sí, voy a cantar un tema». Sube Néstor -a quien conozco de toda la vida-, hace su show, me invita “a una amiga de Santa Fe” y canto “Siga el corso”. Termino de cantar, paso por delante de él y empezó a decirme unas cosas que casi me muero, después de levantar el bastón cuando yo estaba cantando.
-¿Y qué te dijo?
-Le dijo a Néstor, que estaba al lado mío,: “Néstor, ¿de dónde salió esta mina?”.