El bautismo
Haydee es el nombre impreso en el radiador con máscara de bronce del Ford T. Julio explicó que era el nombre de su abuela, oriunda de Estación Levalle, quien hacía un recorrido en su Ford T para visitar a su novio en la localidad de Algarrobo. Ahora, durante este viaje, se realizó en Córdoba el bautismo. Los amigos de los viajeros impusieron oficialmente el nombre con una llamativa ceremonia: después de leer el protocolo y los fundamentos, arrojaron en el radiador una copa de la bebida tradicional de la provincia mediterránea, Fernet con Coca.
Arriba del auto se pueden observar algunas herramientas de época, ruedas auxiliares y cubiertas, una vieja frazada que es usada para descansar o apostarse debajo del auto para algún arreglo, bidones con agua y otros con nafta completan la postal del interior del rodado.
Lo que más toca cuidar es el tema de las ruedas y cubiertas ya que las llantas son de maderas de hace 100 años, los rayos están gastados y cada vez que paran suelen mojarlas para que la madera se hinche y así lograr la tensión del material original y evitar problemas. Por lo demás, si no aparece ningún conflicto mecánico, el auto avanza a su ritmo, sin prisa, pero sin pausa. Los protagonistas posan para la foto junto al auto en cada uno de los ingresos a los pueblos y ciudades que visitan y suben sus testimonios de la reedición histórica a sus perfiles de Facebook e Instagram donde se actualiza la travesía día a día.
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Los vecinos aportan toda la ayuda necesaria para continuar, como mojar los rayos de madera de las ruedas del viejo auto.
Una prueba piloto
Cuando el Ford T Haydee ingresó a la provincia de Córdoba comenzó a funcionar con un combustible creado por la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA) cuyo compuesto tiene un corte de un 17% de etanol. Esta es la primera experiencia con un motor antiguo.
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Dupont y Rancaño repostando en la estación. En Córdoba probaron un combustible que está en etapa experimental.
En una jornada colmada de actividades en Río Tercero, Dupont contó a La Región los detalles de sus vivencias a bordo del auto centenario, inspirador de sus objetivos.
–¿Cómo empezó todo esto? Cómo surgió la idea?
–La idea tiene dos partes. Por un lado, mi pasión por los Ford T empezó desde muy chico por “culpa” de mi abuela. Ella me crió hasta los 7 años y me contaba que se iba de Nicolás Levalle, una estación de trenes, a ver a mi abuelo en un Ford T. Después de que falleció mi abuela, mi viejo compró un Ford T cuando yo era muy chico. De ahí vino mi pasión por estos autos. Somos relativamente conocidos por andar siempre con el tema de los autos antiguos, especialmente en los grandes premios y en el ambiente de los autos clásicos. Por otra parte, esta locura de la historia del Ford T 100.000 surgió en el año 2020, en plena pandemia, cuando salió a la venta un libro de la agencia Ford que incluía la historia de esa unidad. Fui la primera persona en comprarlo y lo leí cuatro veces. Me gustó mucho y vi que era posible hacer el recorrido que describía el libro. Hace cuatro años que estamos detrás de esto, cambiamos el auto y los detalles, pero seguimos adelante.
–¿Cómo fue el desafío? ¿Cómo te lo planteaste?
–Me apasiona todo esto. En el libro leí que el recorrido pasaba por Bahía Blanca y sentí que era posible recrearlo. El paso es cercano a mi pueblo, Algarrobo, que queda en el partido de Villarino en la provincia de Buenos Aires. Es un pueblo de mil habitantes, así que dependemos de Bahía Blanca para muchas cosas. Mi hija vive en Bahía Blanca y todo eso me hizo pensar que esto se podía hacer. También pasa por Rafaela, donde tengo muchos amigos y afectos en el automovilismo. Así fue como fuimos sumando gente a esta locura y cuatro años después me estaban despidiendo en Plaza de Mayo. Tomamos cronológicamente la hora en que salieron originalmente, a las 17 del 29 de diciembre. Entonces salimos el mismo día, 100 años después, para cumplir bien el centenario del raid.
–¿Quién hizo el raid original?
–El original lo hizo Ford Argentina con tres mecánicos, pero nunca tuvimos los nombres porque no se les dio importancia a las personas, sino al auto. Estamos buscando esos nombres en crónicas de los pueblos por donde pasaron. En San Francisco (Córdoba), por ejemplo, nos están ayudando a buscar esos nombres.
–¿Cuál era el objetivo de Ford en ese momento?
–El objetivo era publicitario. Querían promocionar que habían armado en Argentina el Ford T número 100.000, que se armó en la planta de La Boca. En Estados Unidos hicieron lo mismo con la unidad un millón. Tengo la imagen de cuando llegó como fondo de pantalla de mi teléfono. El 29 de diciembre, con un grupo de amigos, fuimos primero a la planta Ford de La Boca, sacamos una imagen ahí y luego nos fuimos a Plaza de Mayo para salir a las 17 en punto hacia la zona de Hurlingham, que fue la primera etapa. Seguimos el recorrido cronológico como lo hizo esta gente hace 100 años.
–¿Están respetando los tramos según el viaje original?
–Sí, estamos respetando los tramos según el viaje original, aunque en dos ocasiones no pudimos pasar por ciertos lugares y en otras desviamos para cumplir compromisos. Nos invitaron a la agencia Pico de Devoto (Córdoba) y la familia Colino de Sunchales (Santa Fe), que son muy conocidos en el ambiente de los autos modificados y de competición. Nos ayudaron mucho con la promoción en redes sociales. En todos los pueblos sacamos una foto en el cartel de la entrada para tener el recuerdo de que pasamos por ahí. Dupont y Rancaño repostando en la estación. En Córdoba probaron un combustible que está en etapa experimental. Los vecinos aportan toda la ayuda necesaria para continuar, como mojar los rayos de madera de las ruedas del viejo auto. El vehículo centenario transita las rutas argentinas a una velocidad que oscila entre los 60 y 70 kilómetros por hora.
–¿Con quién estás viajando?
–Viajo con Paulo Rancaño, un amigo de toda la vida. Él vive en Río Colorado, Río Negro. Nuestras madres eran amigas de jóvenes, así que tenemos una relación de toda la vida. Él no es del ambiente de los autos antiguos, pero se prendió en esta locura y me está acompañando. Me ayuda con la filmación, que es complicado para una sola persona.
–¿Por qué el nombre del auto?
–Mi abuela se llamaba Haydee. Le pusimos ese nombre en honor a ella. Encontramos los faroles del Ford T de mi bisabuelo en el campo de la familia y los guardamos como un gran tesoro. Ahora los colocamos en el auto. Para mí, esto es un momento muy lindo en mi vida. Siento que algo de mi abuela me está acompañando en esta vuelta. En el ambiente de los autos, su nombre es conocido por la historia del Ford T y la historia de amor de mis abuelos. Era muy loco que una mujer manejara un Ford T “a bigote” en ese momento.
–¿Qué apoyo recibieron para este viaje?
–ACA nos dio combustible con un corte del 17% de etanol. También recibimos apoyo de la gente en el camino, que nos ayuda y nos da una mano cuando lo necesitamos porque tenemos el auto más antiguo de Argentina en viaje. El otro patrocinador que tengo es toda la gente del camino que me encuentra, me ayuda y me saluda. El afecto que recibo en el camino no tiene precio.
–¿A qué te dedicas?
–Soy productor agropecuario en Algarrobo. También soy conocido como el “junta cachivaches” del pueblo. Mi padre, que tiene 82 años, sigue ayudándome con estos autos antiguos. Gran parte de lo que soy es culpa de ellos y de la pasión que tienen por los vehículos antiguos.
–¿Cómo está compuesta tu familia?
–Estoy separado y tengo dos hijas, Celina de 10 años y Ágata de 27. Mis padres, César Dupont y Lidia, viven en Algarrobo. También tengo un hermano.
–¿Propusiste a Ford que te apoyara?
–Intentamos llegar a Ford, pero no fue fácil. Llegamos a YPF, que nos escuchó y nos apoyó. La agencia Ford Picco fue la única que se interesó por nosotros. Ford Argentina aún no respondió. Por eso, con patrocinio o sin él, el 29 de diciembre salimos de Plaza de Mayo. En el camino, tengo amigos que me tendieron una mano en lo económico o vinieron a acompañarnos. Hay gente que no me conocía y ahora son amigos.
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Los viajeros de la travesía promocional de Ford fueron tres mecánicos cuyas identidades no trascendieron, eclipsados por la figura del auto, su potencial y durabilidad.
–¿Qué etapas quedan por delante?
–Ahora viajaremos a Río Cuarto, La Carlota, General Villegas, y luego entramos en La Pampa. Después, volveremos a la provincia de Buenos Aires, pasaremos por Bahía Blanca, Tres Arroyos, Olavarría, Mar del Plata y finalmente regresamos a la planta Ford de La Boca. Estamos en la etapa 35 de 80. Hace unos 16 días que viajamos y estamos en los tiempos lógicos. Más que feliz de todas las historias y cosas que nos ocurren en el camino.
–¿Está preparada la llegada a Buenos Aires?
–Esto es muy minuto a minuto. Veremos en el camino qué pasa. La llegada será especial, pero aún falta organizar algunos detalles. Cuando salí de Plaza de Mayo, tenía como 10 o 12 autos y un montón de amigos que nos acompañaron. La llegada será espectacular. Ya con llegar, será un logro.
–¿Cómo se consiguen los repuestos de un auto tan viejo?
–Tenemos muchos repuestos de toda la vida. En el camino, la gente que anda con autos antiguos nos presta cosas para que el auto siga andando. Las gomas se compran nuevas y los accesorios también. En Córdoba compré juntas de tapa de cilindro nuevas. No es tan difícil conseguir repuestos de un Ford T de hace 100 años.
–¿Qué experiencias llamativas tuvieron durante el viaje?
–Cada día es una sorpresa. Desde pasar Año Nuevo con gente que nos vio un solo día, hasta que se te rompa el auto y alguien te ofrezca ayuda. Lo mejor del viaje son los amigos nuevos que hacemos en el camino. El afecto de la gente en la ruta es increíble. Los camioneros son muy respetuosos y nadie se molesta por la velocidad a la que viajamos. Paramos en la ruta y siempre hay alguien dispuesto a ayudar.
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Los raidistas reciben ayuda de vecinos y de los nuevos amigos del camino.
–La velocidad a la que viajan les da tiempo para pensar.
–Si. Viajamos a un promedio de 6065 kilómetros por hora y en general pensamos y agradecemos a todos los que nos apoyan en este viaje. La pasión por los autos antiguos nos une y nos permite conocer gente y lugares de una forma única.
El periplo
La reedidición de “La vuelta del 100.000” comenzó el 29 de diciembre último desde Plaza de Mayo en Buenos Aires. Pasó por Morón, El Palomar, Hurlingham, Mercedes, San Antonio de Areco, Arrecifes, Pergamino y San Nicolás. En Santa Fe hizo escala en Rosario, Casilda, Cañada de Gómez, Las Rosas, El Trébol, Gálvez, Gessler, San Carlos Centro, la capital provincial, Esperanza, Felicia, Rafaela y Vila. Luego pasó por Freyre, San Francisco, Las Varillas, Pozo del Molle, Jesús María, Córdoba y Río Tercero.
Resta enlazar General Cabrera, Río Cuarto, La Carlota, Laboulaye y nuevamente ingresará a Santa Fe para visitar Rufino. Luego volverá a Buenos Aires por Vedia, Junin, Lincoln, General Pinto y General Villegas.
Desde allí pisarán nuevamente suelo cordobés en Italo y Huinca Renancó y luego pasar a territorio pampeano recorriendo Realicó, General Pico y Quemú Quemú.
Ya nuevamente en Buenos Aires visitarán América, Fortín Olavarría, Trenque Lauquen, Tres Lomas, Salliqueló, Carhué, Puán, Tornquist, Bahía Blanca, Coronel Dorrego, Coronel Pringles, Coronel Suárez, La Madrid, Olavarría, Azul, Tandil, Benito Juárez, Adolfo González Chávez, Tres Arroyos, San Cayetano, Lobería, Necochea, Balcarce, Dionisia, Mar del Plata, Coronel Vidal, Maipú, Dolores, Castelli, Chascomús, La Plata, Lomas de Zamora, Avellaneda, Buenos Aires Puente Avellaneda y La Boca.
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La planta de ensamblaje ubicada en el barrio porteño de La Boca fue fundada en 1913 y se convirtió en la tercera en el mundo fuera de Estados Unidos, después de las de Inglaterra y Canadá.
(Fotos y apoyo en la producción periodística: Luciano Caturelli - Mesa de Coordinación de Clubes de Automóbiles Antiguos de Santa Fe)