La historia acerca de cómo Antonela Di Gregorio creó la tienda de alimentos reales, Santé, podría empezar en cualquier etapa de su vida atravesada por una búsqueda personal por generar una alimentación más real, no repleta de conservantes y aditivos. Sin embargo, el nacimiento de su negocio está enmarcado con el de su hija, puntualmente cuando su niña empezó a comer alimentos sólidos: “Tenía en claro que a mi hija la quería nutrir por sobre todas las cosas. Entonces en el 2016 empiezo a cocinar por ella y hago unos budines”, rememora ahora desde el flamante local que la marca abrió en Corrientes al 2100.
En poco tiempo y a partir del interés compartido con su entorno, la producción de los budines su multiplicó y se le sumaron otros panificados como un pan que ella misma amasaba y dejaba leudar. Antonela dice que en cuestión de meses ya estaba produciendo 130 budines y 60 kgs de pan a la semana: “No dormía e iba con la bebé a comprar los ingredientes. Así fue como también fui generando un vínculo con lo que hoy son mis más de 60 proveedores”, agrega. Con un poco de ayuda de Facebook y el boca en boca, el proyecto se formalizó en Santé y antes de la pandemia, Antonela ya tenía un e-commerce donde además de sus producciones, comercializaba los ingredientes que usaba fraccionados y otros que ella elegía llevar a su mesa.
81026986.jpeg
Los locales están en Dorrego al 1600 y el nuevo de Corrientes al 2100 donde comercializan hasta 4000 artículos.
Foto: Virginia Benedetto / La Capital
Santé como filosofía de alimentación
Desde el comienzo, la mujer que supo ser profesora de teatro y empleada en un comercio de ropa, vio la proyección de su emprendimiento y se ocupó de profesionalizarlo para que creciera. Además de hacer cursos en nutrición deportiva e inscribirse en la licenciatura en Nutrición en la Universidad Abierta Interamericana, rápidamente llevó su negocio a un espacio físico donde pudiera atender y asesorar a sus clientes, que cada vez venían de a más y con distintas necesidades puntuales.
“En la comida ponés tu filosofía de vida y de alimentación y nosotros queremos entender qué necesita la persona que llega a Santé. Por eso tenemos personal muy capacitado en distintas dietas y patologías porque también los médicos y nutricionistas nos mandan a sus pacientes y nosotros ya sabemos las dietas que da cada uno, como también los planes de moda”, destaca Antonela sobre la atención y agrega: “No mentimos ni omitimos sobre las elecciones de las personas, les preguntamos sobre sus restricciones alimenticias, sus preferencias y hábitos para acompañar sus elecciones”.
Hoy Santé Tienda de Alimentos Reales, tiene dos locales físicos uno en Dorrego al 1600 y el nuevo de Corrientes al 2100 donde comercializa hasta 4000 artículos que comienzan en los $900 y pueden alcanzar los $76.000, como son las cápsulas de OMEGA 3 con certificación Ifos, algo que suele conseguirse online solamente, pero que Antonela vende como distribuidora oficial.
Además, tiene un equipo de seis personas para la atención al público, la venta online y el canal de WhatsApp, del cual se enorgullece: “El vínculo diferencial comienza allí también. No te responde un bot, somos mi equipo y yo dispuestos a resolver cualquier consulta”. Para ella, la atención humana en los locales le ganó al e-commerce, con el que sigue vendiendo tanto como al comienzo y a través del cual llega a otras localidades: “Tengo clientes que vienen, por ejemplo, desde zona norte al centro a comprar en los locales porque ya nos conocen y nosotros sabemos lo que buscan”, agrega.
En expansión: su modelo de franquicias
La proyección de Santé continúa en crecimiento. Uno de los últimos pasos que dio Antonela con su negocio, fue diseñar un preciso formato de franquicias que ya tiene dos confirmadas: una para Funes y otra para Granadero Baigorria. “Lo armé de la mano de un equipo especializado con asesoría legal y de marketing para profesionalizar la marca al máximo”, agrega. De esta forma, con un manual minucioso acerca de cómo llevar adelante las operaciones, estructurar el local y aplicar la firma, Antonela y su equipo buscan generar oportunidades en distintas zonas de la periferia rosarina con el fin de acercar su visión a nuevos mercados: “Les entregamos manuales de bromatología, de marketing y de cómo operar. Todo al más mínimo detalle para mantener los valores del proyecto”, explica la dueña.
81026994.jpeg
Antonela se capacitó con profesionales para hacer el plan de negocios y desarrollar las franquicias.
Foto: Virginia Benedetto / La Capital
Mientras termina la licenciatura y define su nuevo modelo de negocio con las franquicias, en paralelo Antonela crea contenido en sus redes sociales con todo el conocimiento que ha adquirido en estos años y ese es otro punto de contacto directo con sus clientes. Por último, confiesa a Negocios de La Capital que, por ahora, está enfocada en afianzar lo que ya generó, pero en su mente sigue pensando en los próximos objetivos que quiere alcanzar.