Con tan solo 41 años y más de quince de trayectoria en el mercado gastronómico, Reinaldo Bacigalupo es uno de los empresarios más relevantes en el mundo de los bares y franquicias de comida en Rosario. Ser intrépido es una característica que lo llevó a destacarse en el sector: es uno de los fundadores de Grupo 83, sociedad con la que apuesta tanto a marcas consolidadas como incipientes a la hora de abrir negocios. También se animó a emprender con locales propios que mantienen su vigencia al ofrecer productos como hamburguesas, tacos mexicanos y -las tan típicamente argentinas- empanadas.
Para un empresario que siempre mira hacia adelante, Rosario es una ciudad llena de oportunidades y nunca es opción detenerse, ya que la apuesta es seguir creciendo, ya sea acelerando marcas existentes o animándose a crear nuevas propuestas. “Estamos evaluando algunos proyectos que incluyen dos negocios de Buenos Aires que queremos traer a la ciudad, todavía no podemos decir los nombres. También tenemos la idea de abrir a un bar temático de vinos y tapeos, pero por fuera de Pichincha porque hoy los alquileres en esa zona están muy elevados”, contó Bacigalupo y agregó que les interesa llegar a barrios como Nuestra Señora de Lourdes, que comprende las calles entre Oroño y Francia, desde Córdoba hasta el Parque Independencia.
Una de las claves que consideró fundamentales para quienes quieren ingresar o ya están en el rubro gastronómico y buscan mantenerse es diversificarse. Esto implica abrir el paraguas a nuevos formatos de bares y productos, porque el público varía al igual que la performance de las marcas. “Al tener varias, los ciclos malos de algunas son sostenidos por los ciclos buenos de otras y viceversa”, contó el empresario, quien hizo una diferenciación entre su caso y el de aquellos gastronómicos que suelen gozar de estabilidad todo el año, ya sea porque manejan lugares de trayectoria en Rosario, como la parrilla el Viejo Balcón y el bar Augustus, o que son muy renombrados, como la panadería Infinta o la pizzería Chichillo’s.
Enamorarse de Pichincha
Tras estudiar la carrera de Administración de Empresas en la UCA, decidió a los 24 años que quería dedicarse a la gastronomía y se inició en un camino complejo que le dio como resultado un know how del sector que pocos a su edad tienen. Su comienzo fue con amigos, manejando la primera franquicia de El Club de la Milanesa en 2009, cuando la marca solo tenía dos locales en Buenos Aires. Hoy es una de las estrellas de su porfolio, con el local original en Pichincha sobre la esquina de Alvear y Jujuy, y varios más en distintos puntos de la ciudad, incluyendo Avenida Pellegrini y dentro de polos de comida como el Mercado Zarpado, sobre calle San Luis y San Martín, y el Paseo de la Vía Vieja, en Santa Fe al 3300. Incluso, llegaron con la marca a Miami, abriendo su segunda franquicia en el exterior.
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Reinaldo Bacigalupo posa frente a su local de la franquicia de comida saludable, Tea Connection, en Oroño y el río.
Foto: Marcelo Bustamante / La Capital.
“Con el Club de la Milanesa no solo trajimos una novedad a la ciudad, al popularizar los toppings en este producto clásico, sino que nos la jugamos con Pichincha que no era una zona de bares como es ahora, aunque le veíamos el potencial. En ese entonces ni siquiera estaba el Rock and Feller’s, había un local de La Vendetta enfrente y algunos bares como El Resorte e Isidro, pero no mucho más”, contó Bacigalupo.
Con el correr de los años, cada marca que el empresario traía era una oportunidad para abrir un local en alguna de las calles de Pichincha. Así fue en el caso de Taco Box, que luego reconvirtió en lo que hoy es la cervecería Galpón de Tacuara y otros negocios como la franquicia de choripanes, Chori, que duró un tiempo, y los actuales Ronnie hamburguesas, la taquería Cielito Lindo y Empanada Project, todas marcas propias.
A su vez, se fue ampliando a nuevas áreas como Puerto Norte, incursionando primero con un local de la franquicia de sushi Dashi, y continuando con otras propuestas como Green Eat, de comida natural, y el restaurante Delta en el hotel Puerto Norte. Este último ya no está operativo y fue la primera vez que participó con sus socios como invers y no en el manejo del bar. “Fue una apuesta que salió mal y ahí decidimos no volver a ingresar en un negocio sin hacernos cargo de la gerencia, porque quienes tenían que manejarlo no lo hicieron bien y cuando quisimos asumir el mando ya estaba todo muy resentido”, explicó Bacigalupo.
Un salto de calidad
El salto profesional llegaría de la mano del Grupo 83, una sociedad para el manejo de marcas que fundó en paralelo a todos estos negocios, en 2018. En un principio, esa sociedad estuvo integrada junto a sus amigos Gonzalo García Fradua y Marcos Quaranta, este último ya retirado del grupo. Con esta firma, los tres lograron hacerse de un espacio clave en el río, al ganar a otros cuatro competidores la licitación para la explotación comercial del bar ubicado en bulevar Oroño y avenida Estanislao López. Allí llevaron la marca Tea Connection en 2022, oriunda de Buenos Aires y de la cual ya eran franquiciados, manejando un local dentro del shopping Alto Rosario.
“Veníamos trabajando junto con Gonzalo y Marcos y para presentarnos a la licitación decidimos crear la sociedad y oficializarla en papeles. Fue un gran logro ganarla, creemos que influyó mucho la arquitectura que propusimos para el bar y la idea de que sea enfocado en comida saludable. En general, los negocios que hay en el río son parrillas y queríamos hacer algo en conexión con todos los deportistas que transitan esta zona del Parque España”, aseguró Bacigalupo.
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Parte del equipo de Tea Connection junto al empresario gastronómico.
Foto: Marcelo Bustamante / La Capital.
También brindan asesoramiento en management a otros negocios del rubro para ayudarlos en todo lo relacionado a marketing y cuestiones vinculadas al manejo interno. En palabras del gastronómico, es un servicio de tipo “consultoría”, que hoy desarrollan en lugares como Mercado Zarpado, donde también tienen stands con algunas de sus marcas. Contó que cuando aceptaron trabajar con el dueño del predio venían investigando los ‘food hall’, que a diferencia de los patios de comida donde hay grandes cadenas dentro, venden comida de marcas más pequeñas o de nicho. "Teníamos la idea de montar algo así en el Alto Rosario, pero ese proyecto se terminó cayendo y nos llegó la oportunidad de participar de este emprendimiento”, indicó el empresario.
Por último, adelantó que un plan en carpeta es lanzarse con el Grupo a franquiciar alguna de las marcas que desarrollaron. El año pasado la idea era hacerlo con Ronnie pero el cambio de gobierno y el contexto económico los hicieron frenar esta decisión. Este lanzamiento podría retomarse, buscando asociarse con inversores de localidades cercanas a Rosario, donde piensan que las hamburguesas que fabrican pueden venderse bien entre los consumidores. “Vemos que el panorama a futuro es mejor, hay mayor estabilidad y eso nos motiva. Hoy tenemos alrededor de 300 empleados, pero supimos ser 400 en los mejores momentos. Queremos seguir creciendo y llegar a mil”, expresó Bacigalupo.