Quién camina calle San Luis es posible que lo haya visto. Hay algunas casas de venta de telas que tienen fila en la puerta para ingresar a comprar. No siempre sucede porque, claro, esa postal depende de la demanda que hay tanto en el mercado minorista como mayorista.
En la actualidad los textiles tienen distintas variables en juego: por un lado, lograron que ingrese un buen caudal de telas desde el exterior, un reclamo histórico del sector que se quedó con muy pocas industrias nacionales. Pero, por el otro, los empresarios advierten que el consumidor final tiene el bolsillo flaco. Y si no hay consumo, no hay ventas.
“Nosotros vemos que se abrió la importación y recibimos más artículos que quizás en otro momento costaba más que ingresen”, detalla a Negocios de La Capital Ezequiel Harari, quien dirige junto a su hermana Regina la firma Sucatex sobre calle San Luis al 1600. Otro punto que explica que es el 80% de las telas que están comercializando son importadas ya que el fuerte de la empresa es la venta de telas para moda. Son productos que traen de la mano de importadores porteños que ingresan la mercadería que llega desde China. Agrega Ezequiel que él registra que a la industria nacional le está costando ser competitiva por la suba de costos fijos.
En lo que tiene que ver con los precios, “la mercadería importada para la temporada de invierno está ingresando con valores similares a los del 2024 e incluso hay algunas telas que bajaron su precio entre un 5% y un 10%, siendo el mismo artículo y proveedor”, añade Ezequiel. Esto tiene que ver con el dólar contenido, “hubo devaluación, luego bajó el dólar e hizo que los precios se mantengan”, detalla.
Un rubro al que le cambió el negocio
David Traina hace 28 años que está en el sector textil. Es hijo de Jorge Traina, quien fundó Paris Tejidos allá por la década del 80. Hoy David está a cargo de esta histórica empresa rosarina ubicada actualmente sobre calle España al 1000. Para él también el nuevo gobierno permitió una agilidad en el acceso a las telas importadas “hay más flujo que antes, eso es cierto”, confirma. Él trabaja con importadores pero hizo su propia apuesta intentando ingresarlas de forma directa.
Respecto de ese momento, recuerda: “En el año 2018 hice mi primera experiencia como importador. Me fui de Rosario con un dólar a $28, a la semana que estaba allá pacté un precio con un proveedor chino con el dólar a $42, pagué el 30%, pero a los 60 días cuando tuve que terminar de pagar esa importación el dólar estaba $63. Por lo tanto, mi experiencia fue mala”.
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Los locales que comercializan telas requieren grandes espacios para poder contener todo el surtido.
El dólar estable puede permitirles esa previsibilidad que necesitan a la hora de hacer negocios. “En ese sentido está bueno porque uno trabaja con una tranquilidad donde podés sostener un precio o si das algún presupuesto tenés un tiempo para mantenerlo”, detalla Ezequiel al tiempo que da su visión respecto de importar directo: “No es fácil, es mucho lo que uno pone en juego, nosotros tratamos de ir a lo simple y comprar con proveedores, aunque sea más caro. Además, te garantizan que si una mercadería está fallada te lo reconozcan”. Agrega también que en el sector circula la información de que en oportunidades las telas pueden llegar en mal estado por el traslado, incluso mojadas por haber tenido problemas con el contenedor en el mar y en esos casos es muy difícil que desde China las industrias se hagan cargo.
Respecto de los cambios que han surgido en el consumo de telas, David puntualiza que la sociedad es la que se ha modificado. Ya no hay tantos casamientos, por lo tanto, se vende mucha menos tela para fiestas, los bares ya no usan la mantelería tradicional y van por manteles de cuerina, además en lo que es tapicería cayó el mercado de telas para sillas.
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Otro factor que para el titular de Paris Tejidos cambió el rubro es la cantidad de indumentaria de bajo costo que se venden en sitios como La Salada o Avellaneda. “En esos lugares se rompe la cadena de fabricación, porque todo el mundo sabe que es la meca más importante de Latinoamérica en cuanto a la falsificación de marcas”, añade. De hecho, el gobierno de Estados Unidos ha puesto la lupa varias veces en esa feria por temas vinculados a la protección intelectual de los productos que allí se comercializan.
La competencia es desleal, David puntualiza que si la tela de calidad para hacer un guardapolvo está $5000 al público, pero en una feria la pieza final se vende a $2.500 no es posible competir porque el cliente prefiere comprar dos guardapolvos para el año por el precio de uno.
La búsqueda del mejor precio
David coincide con Ezequiel en que los precios de las telas chinas son más accesibles. “La diferencia es muy grande entre lo nacional y lo importado, de entre un 30% y un 40% al menos en lo que yo consumo”, calcula y se refiere por ejemplo a las telas de punto que se utilizan para uniformes escolares. Pero la industria nacional tiene un gran punto a favor “de lo que se fabrica en Argentina vos tenés continuidad en la producción, podés pedir una tela y si luego necesitás más lo volvés a encargar. En lo importado te llega el contenedor y lo tenés en ese momento, si no lo compraste a lo mejor luego no lo conseguís. Y tenés que tener ese dinero para adquirirlo”.
En lo que respecta a Sucatex, las telas que más comercializan son el waffle, el corderoy y el plush pero venden la mayoría de los cortes. Ellos trabajan de forma directa con el segmento minorista y también con el mayorista que compra frecuentemente de forma online. “Entraron muchos artículos ahora para el invierno, sin suba de precios porque al no haber poder adquisitivo en la gente no se puede incrementar los valores”, añade Ezequiel. En lo que tiene que ver con su clientela, hay muchos que llegan desde los alrededores de Rosario que tienen emprendimientos de distintos rubros. El valor agregado de Sucatex es que “tenemos un buen surtido, si traemos un artículo no compramos tres colores, sino todo el colorido. La gente nos busca por eso, también por el precio y la calidad”.
La apuesta hacia adelante se centra en incentivar el consumo, porque ambas tiendas trabajan fuerte con el segmento minorista. La estrategia para atraerlos es sostener los precios y promociones para que se pueda acceder a este insumo que es clave para la industria textil.