El consumo de prendas bautizadas “fast fashion”, es decir indumentaria de moda que sólo se usa una temporada, trajo aparejado en los últimos veinte años una producción exacerbada de ropa cuyo excedente luego termina tirado en sitios como el desierto de Atacama en Chile. ¿Por qué? Es más barato tirar, quemar o destruir prendas que pagar la distribución de piezas que no tienen mercado o que se venden a muy bajo costo. Esa realidad ha empezado a cambiar el mundo de la moda y hoy hasta las grandes marcas han empezado a tener su propio circuito de venta de ropa de segunda mano. Es un largo camino el que debe recorrer la industria, pero se están dando los primeros pasos.
Con esa conciencia a cuestas, los emprendedores rosarinos Romina Ballardini Brochier y Martín Gnoatto crearon una tienda online de ropa circular de calidad que hoy ya tiene más de 25 mil seguidores en Instagram. Y lo cierto es que tuvieron buena recepción de sus productos puesto que en estos tres años que tienen en el mercado lograron colocar 10.000 prendas entre sus clientes. La marca se llama Caza Breva y significa “cazar oportunidades”, su gran diferencial es que los productos que comercializan son de grandes marcas de shopping, es decir, hacen circular prendas de etiquetas conocidas de Argentina. Y la clave en este negocio es la curaduría, porque hay que tener el gusto afilado, algo de lo que ellos saben bien.
Ahora bien, ¿cuál es la historia de Romina y Martín que los llevó a crear esta tienda? Romina viene del sector textil desde larga data. Fue su abuela Gina la que colocó la primera tienda de ropa de la familia en sobre calle Mitre antes de llegar a San Lorenzo. Allí la ayudaban sus cuatro hijos, entre los que estaba la mamá de Romina, Cecilia Brochier. La marca que tenían era Anuka, un negocio que funcionó luego por 39 años en San Lorenzo al 1.100, un clásico de la indumentaria femenina fundamentalmente para embarazadas. “Gina fue la pionera en mi familia, tejía y vendía incluso lo que ella hacía, y mi mamá con 14 años ya la ayudaba junto a mis tíos”, recuerda Romina.
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Romina viene con ADN textil. Su abuela, su madre y sus tíos estuvieron todos en el rubro.
Foto: Sebastián Suarez Meccia / La Capital
Anuka fue para esta familia un ícono y lo fue también en la ciudad. Es que en los años 80 fueron de los primeros en traer las marcas ícono de la época como OshKosh, John L. Cook o Kosiuko. Luego, la mamá de Romina quedó embarazada y ahí empezó a pensar en ropa con onda para esa etapa de la mujer y la apuesta fue certera, porque se transformaron en un sitio de referencia. “Hasta ese momento la moda maternal era un rubro aparte, con un estilo muy marcado, con los pliegues tradicionales. Mi mamá no se vestía de embarazada, se ponía por ejemplo los remerones de John L. Cook. Y en esa búsqueda encuentra una marca que hacía ropa de moda con una adaptación para la panza y ahí empieza a marcar la diferencia”, recuerda Romina que empezó a trabajar con ella en el 2008. Anuka cerró, pero la descendencia de Gina sigue en el rubro, cada uno con su apuesta.
En el caso de Romina, junto a su marido Martín decidieron seguir en el rubro textil tras un largo trabajo con una consultora que los ayudó a buscar su propio rumbo. Martín es contador, amante de los números, y venía de trabajar en un rubro totalmente diferente: el Mercado de Concentración de Fisherton. Pero él también quería dar el salto a liderar una marca y así se transformaron en socios. “En ese momento para nosotros lo más fácil hubiera sido seguir con un nuevo local de ropa porque teníamos los proveedores, todas las relaciones hechas, pero le dimos una vuelta”, recuerda Martín.
Haciendo el estudio de mercado vieron que ya había mucha oferta de ropa de mujer y debían diferenciarse con una mirada sustentable. Justamente Martín tiene una prima que conoce el desierto de Atacama porque vive en Iquique, en el norte chileno: “Ahí está la zona franca donde entra todo lo importado, mi prima ha ido a buscar por ejemplo botones. Se los sacaba a la ropa para hacer almohadones. Es impresionante, son containers que se tiran con la ropa que viene de Europa, incluso con la etiqueta puesta”.
La selección de Caza Breva
Una vez que tuvieron definido el rumbo, llegó el momento de conseguir las prendas. Recuerda Romina que “al principio fue más difícil porque no teníamos hecha la comunidad. Empezamos con conocidos, amigos, fuimos a locales en Buenos Aires a buscar lotes de otras temporadas. A veces son negocios que cierran o que no han podido vender determinada ropa”.
Ahora ya tienen ese circuito armado, por lo cual las prendas ingresan permanentemente, siempre ante la atenta mirada de Romina que les mira los detalles. Si no está perfecta, no ingresa, porque aclara que este no es un negocio de ropa vintage, como son en general los locales de ropa usada, sino que son prendas que tienen unos cinco años aproximadamente. “Hay casos de personas que tienen mucha ropa de calidad guardada, por ejemplo, tuvimos un caso de una persona que nos ofreció 300 piezas, todas de marca, de las cuales nos quedamos con 100”, añade Romina. Un dato más: ellos no reciben ropa en consignación, sino que compran lo que les interesa.
Las clientes que cazan oportunidades
Las mujeres que compran en Caza Breva tienen entre 20 y 50 años y son de todo el país, llegan incluso hasta Ushuaia. La ropa la compran online y les llega envuelta en papel de seda, con su perfume, para que la experiencia sea muy buena. Y tienen retiro gratis en Rosario. ¿Dónde tienen más clientas? En Buenos Aires y Córdoba.
“Hay clientes que compran todos los meses, incluso tenemos una persona que llegó a comprar en 80 oportunidades en un año y medio y hay también quienes nos venden ropa y nos compran”, agrega la dueña de Breva. Respecto a los números de crecimiento, en el 2022 lograron circular 2.653 prendas, en el 2023 unas 3.437 y en el 2024 llegaron casi a 4.000. El mimo de este año es que recibieron el premio Vorly que entregan en Santa Fe a creadores del mundo digital, ellos lo ganaron por su aporte a la sustentabilidad. Nada mal para esta marca que busca dejar su huella local en el cuidado del medio ambiente.