Basta con dar una vuelta por los reels de Instagram y los videos de TikTok para que los testimonios y experiencias afloren: chicas que sonríen a cámara y muestran enormes paquetes de bolsas semitransparentes con la palabra Shein escrita en negro. Los van abriendo y muestran pesadas camperas de invierno por las cuales dicen haber pagado u$s 20. Bikinis por u$s 1, jeans por u$s15, 2x1 en tops por u$s3. El relato alterna la fascinación por los precios y por momentos desilusión por la calidad. Tocan las telas, fruncen el ceño y confiesan que no es lo que esperaban en algunos casos, pero que por el precio no se pueden quejar. Total, se regala, se dona, se usa una vez y se tira.
El fenómeno de compras en la página online de ropa china llegó a Argentina a mediados de la pandemia y se intensificó con la gestión de Javier Milei y una flexibilización en las compras importadas para consumidores finales que hoy permiten hasta un ingreso de u$s600 al año. Que esta ola de Shein haya llegado a Argentina, está estrechamente vinculada a la globalización de los contenidos a través de las redes sociales y la pauta online que la misma marca genera en estos espacios, donde el público argentino empezó a ver gran cantidad de creadores de Estados Unidos realizar operaciones a través del portal y quiso replicar la experiencia. Todos hacen énfasis en cómo la marca capta rápidamente las tendencias vigentes y comercializa prendas y objetos de moda en el momento en que las mismas propuestas están desfilando por las principales pasarelas del Paris Fashion Week.
Solo en el 2024, se calcula que Shein representó la mitad de las ventas del llamado fast fashion, o moda rápida de Estados Unidos y que cerró el año pasado con ventas por u$s50.000 millones en comparación a unos u$s32.000 millones del 2023. Un número que representa lo que H&M y Zara -las marcas más grandes del mismo estilo- venden juntas en un año en dicho país.
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Tal como hace Mercado Libre, todas las compras de Shein tienen su packaging, sean de la marca que sean.
“Shein es una alternativa económica para comprar tendencias efímeras de forma accesible”, explica María Dana, comunicadora social especializada en moda. Ella sostiene que la marca tiene un equipo que “lee las tendencias anticipadamente” para trabajar en la producción y así tener toneladas de propuestas cuando llega el auge de esos productos. Una máquina a toda velocidad donde la trazabilidad de la producción y la calidad, se quedan en el camino: “Antes las tendencias no eran tan efímeras como ahora con el consumismo globalizado que proponen las redes. Elegir cómo y qué comprar, es un privilegio de clase. Si solo podés comprar ropa barata, consumirás eso”, agrega la comunicadora.
Qué se encuentra en Shein
Abrir la página es como entrar a un shopping digital de pisos infinitos, donde las categorías se dividen en indumentaria, accesorios, objetos de decoración, zapatos, herramientas, electrónica, útiles escolares y de oficina, suministros para mascotas, electrodomésticos y hasta incluso insumos para autos. A su vez, esas categorías pueden subdividirse en muchas más específicas. Por solo citar un ejemplo, dentro de la indumentaria estará la ropa para dormir, deportiva y de aire libre o maternal. Navegar es esquivar banners y pop ups que incitan a la compra con promociones, descuentos y productos sugeridos de acuerdo a lo que uno va mirando.
Pero esto no es todo, también hay distintas marcas y calidades dentro de Shein. Al igual que las imitaciones de perfumes, que emulan fragancias reconocidas, en Shein hay firmas que replican diseños de otras más conocidas, incluso de tiendas fast fashion: Maija y Anewsca tienen modelos de Zara y Mango respectivamente; Glowmode es de ropa deportiva similar a las marcas líderes Lululemon y Alo Yoga.
Cómo comprar y qué esperar
En este universo de marcas y submarcas cada uno encuentra lo que quiere. Negocios dialogó con distintas mujeres que contaron su experiencia de compra. Lucrecia es abogada y llegó a Shein intentando responder a una demanda puntual que tenía para su hobbie: pintura en acuarelas. “Quería elementos específicos, como pinturas y pinceles, que comprarlos acá eran carísimos y comprar marcas líderes importadas de Estados Unidos también me salía demasiado para algo que es una actividad lúdica”, recuerda de su primera compra en 2023. No tenía referencias de la página, pero se dejó cautivar por los precios accesibles. Si salía mal, tampoco había invertido tanto. Sin embargo, el resultado fue favorable: “Recibí un pedido que me sorprendió para bien porque los pinceles parecían los de primera calidad. Y además pude acceder al triple de productos de lo que hubiera podido”, explica.
Lucrecia dice que investigó y leyó atentamente cada una de las descripciones para no equivocarse. Agrega que leer los comentarios de otros usuarios que ya compraron es clave para identificar los productos bien hechos de los malos. Otro de los tips que da es intentar llegar al mínimo de compra con envío gratuito: “De esta forma gastás un poco más en productos, pero no pagás el carrier internacional de China a Argentina, solo el carrier de Correo Argentino que se ocupa de retirar el paquete de la Aduana, hacer la declaración y enviarlo a domicilio”. Lucrecia explica que el proceso, que no es para ansiosos, dura dos meses y que la web (que también tiene una app propia para dispositivos móviles) permite hacer un trakking minucioso de todas las etapas de la compra hasta que el pedido llega a la aduana argentina, donde el seguimiento pasa a manos de Correo Argentino que sigue el proceso. En caso de no llegar al mínimo de compra para el envío gratis, se debe abonar el carrier con la compra de los ítems en tarjeta de crédito y sumar ese costo a la declaración jurada de la Aduana.
Actualmente Lucrecia se encuentra esperando su segunda compra de Shein, esta vez de ropa. Este segundo paquete lo pagó u$s110, con envío gratuito, más un gasto de seguro que le impone la web de u$s1.05. A eso le suma los casi $60.000 en concepto de impuestos por comprar productos importados, algo que se declara de forma online a través de un formulario en la web de Correo Argentino, ingresando con usuario y contraseña y vinculando con perfil de ARCA para constatar la identidad y responsable de la compra: “Primero hacés un aviso de compra, alertando que estás en el proceso. Cuando el paquete llega a Aduana, te avisan por mail que ya podés hacer la declaración del contenido. Ahí vas detallando cada ítem que compraste y cuánto te salió para calcular los impuestos. Luego pagás y esperás que llegue”, explica Lucrecia.
Para ella este sistema es casi como comprar en cuotas: “Primero pago con la tarjeta de crédito en dólares. Hago stop debit y abono con los que tengo disponibles en mi cuenta en dólares. Hasta que tengo que pagar la declaración jurada pasa más de un mes, por lo que se me divide el gasto en dos etapas y es como comprar en dos cuotas”, compara. Para ella, la experiencia es satisfactoria si uno cumple con todos los pasos: “Si sabés elegir y cuando declarás los productos los números dan bien entre lo que gastaste y declarás, te lo dejan pasar”, concluye.
La experiencia de otra santafesina, Ana, fue totalmente lo contrario. En su caso, intentando conseguir ropa accesible para sus hijos pequeños, llegó a Shein por un anuncio de Instagram y se cautivó por los precios: “Compré unos 8 ítems en el 2024. A primera vista se veían bien, pero al primer uso toda la ropa se llenó de bolitas por la mala calidad. Un día, uno de los chicos se revolcó en césped con uno de los buzos que compré y se pegó de tal forma que no lo pude sacar”. Ana calcula que esa compra de buzos y otros elementos de abrigo de media estación le costó u$s100, pero fue a pérdida por completo: “Me terminó saliendo caro el intento porque tuve que tirar todo”. Sin embargo, reconoce que la web y el proceso de compra es ágil e intuitivo y que la página puede estar 100% en español con precios en pesos para mayor claridad: “El tema de los trámites posteriores también fue fácil. Solo que la elección de los productos no fue buena”, reconoce y aclara que no volvería a probar.
¿Por qué la ropa en Argentina es tan cara?
Los análisis en torno a Shein se enfocan en los precios bajos, lo que abre la incógnita de por qué en el país la ropa, por el contrario, cada vez parece ser más inaccesible. Para responder esta pregunta, Negocios consultó a Víctor Sergio Collatti, responsable de la marca y fábrica de indumentaria local, This Week: “Argentina le suma muchos impuestos a la producción. Uno debe pagar Ingresos Brutos y Ganancias por adelantado sin saber cuánto realmente venderá ese año. Además, el consumidor paga un 21% de IVA mientras que en Estados Unidos es un 8%, por citar un ejemplo”. Entre los gastos que menciona Collatti, se encuentran también los cargos financieros que las marcas y los compradores pagan en las compras cuotificadas.
A los impuestos hay que sumarle los gastos de tener un local con venta al público, algo que las páginas online no tienen: “Por cada local tenés alquiler y servicios, además de las cargas sociales de los empleados”, agrega Colatti y hace énfasis en que uno de los problemas del consumo fast fashion es que la mayoría de los trabajadores que participan de la producción del oriente, están sumamente precarizados: “Un empleado hoy sale, aproximadamente, u$s1000 pero al empleador le sale u$s1700 por las cargas que uno tiene la responsabilidad de cubrir”, ejemplifica el responsable de This Week.
Por último, otro de los factores que advierte Collatti es la especulación de las marcas respecto al índice inflacionario: “Ponen precios para tener una cobertura de la inflación. Se posicionan por anticipado en un dólar más caro especulando con los aumentos, pero luego cuando esos aumentos no suceden, no retrotraen los precios”, concluye.