Cripto no se deriva de Kriptonita, pero podría asimilarse. Es un material mítico inofensivo para los seres humanos, pero que debilita a Superman, que en este caso vendría a ser Milei, quien se jacta de sus superpoderes. Lo más importante del “Libragate” no es la anécdota de un hecho que genera dudas, sino lo que significa estructuralmente para la política contemporánea.
El presidente de un país _deteriorado pero relevante_ participa ¿ingenuamente? de una maniobra que permitió ganancias rápidas a pocos y un tendal de pérdidas a muchos. Puede ser leído como el simple error del dirigente político más importante de la Argentina, o también se puede decir que algún día podía pasarle esto a un clickeador compulsivo. Algo así como “tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe”. Muchas veces los posteos / likes / compartidos generaron polémica, pero esta vez Milei fue partícipe necesario del hecho. Sin él, era una especulación más que pasaría desapercibida.
Más allá de las explicaciones que dio el presidente, el “Libragate” nos habla de al menos cinco atributos que está experimentando la política contemporánea a nivel global:
1) Exponencial: nada es moderado, lento, gradual, sino que todo sube o baja de un momento para otro, para lo positivo y lo negativo. Este concepto deriva de las llamadas tecnologías exponenciales, como la inteligencia artificial, la internet de las cosas o el blockchain.
2) Compulsiva: se trata de conductas imparables, adictivas, no controlables.
3) Cortoplacista: derivada del primer atributo. Pocos piensan en el largo o mediano plazo, sino que todo se trata de golpes de efecto inmediato en la puja global por la atención de los usuarios / ex ciudadanos.
4) Todo debe ser mercantilizado: desde el proyecto inmobiliario en la Franja de Gaza, hasta la experiencia “casino” del “Libragate”, pasando por la particular ganancia de terminar con la guerra de Ucrania.
5) El “dirigente influencer”: una figura política ya no es solo una referencia ideológica o valorativa para un grupo de ciudadanos, sino que también puede ser un animador de oportunidades de ganancia rápida, o un comentarista eterno de la realidad.
Oportunidades y amenazas
Esto lleva a varias conclusiones, oportunidades y amenazas sobre la forma de hacer política que puede estar avizorándose, aunque por supuesto no implica una transformación de la mayoría de las construcciones políticas.
En primer lugar, ya no haría falta embarcarse en construcciones políticas de largo plazo, ya que todo es efímero. Esta característica, no es en absoluto nueva, sino que ya lleva unas tres décadas de múltiples experiencias, nunca se había materializado en algo o alguien que llegara a la Presidencia de la Nación. La última gran experiencia de construcción a la vieja usanza, pero altamente aggiornada al siglo XXI, fue el PRO (su derrotero actual ya lo sabemos). Fenómeno disruptivo mata a construcción política.
En segundo lugar, cada vez más, alguien, a último momento podría dar un batacazo. Nos pasamos meses diciendo que el ganador de la primaria de Juntos por el Cambio iba a ser el próximo presidente… y la ganadora ni siquiera entró al balotaje. Corto plazo mata a largo plazo.
En tercer término, hay que salirse de las reglas de políticamente aceptable. Los productos pueden ser muy variados y distintos a cualquier otra cosa preexistente. Disrupción mata a tradición.
Por último, y esto no agota en absoluto la descripción del fenómeno, para una sociedad con conductas compulsivas no hay nada mejor que un líder compulsivo (parafraseando a Perón). En ese sentido, Milei es bastante más parecido a todos nosotros que lo que nos imaginamos.
Demás está decir que la “kriptopolítica” tiene riesgos importantes. La más obvia es que el que crece rápido, podría decrecer rápido. Es decir, todo es una insoportable levedad cortoplacista y líquida. ¿Habrá en el futuro un Tinder de dirigentes políticos?
El segundo gran riesgo es que el “criptociudadano”, cortoplacista por naturaleza, es naturalmente exitista respecto a los resultados, importándole un cuerno los procesos políticos, la complejidad de los problemas, las políticas de largo plazo, etc. Es decir, todo aquello de lo que la política “bien pensante” pretende jactarse. “No sé lo que quiero, pero lo quiero ya”.
Y el tercer riesgo, entre muchos otros, es que, así como Tinder produce una sensación de insatisfacción permanente, la “kriptopolítica” no convierte en permanentes destructores de líderes que jamás tendrán la oportunidad de mostrar todo lo que pueden rendir porque… no tendrán tiempo.