Tal como comentamos en esta columna hace exactamente dos semanas respecto al malestar que existía en los productores agropecuarios por las retenciones, sobre todo en un contexto de sumatoria de factores negativos, el jueves pasado el gobierno nacional se decidió a atender el problema e hizo algunas concesiones.
La jugada, políticamente hablando, fue hábil porque descomprime a las economías regionales, y para los principales cultivos le quita un peso del 20 %, semejante a lo que podría ser una devaluación, amortiguando el impacto de la baja de los precios internacionales. Y, al mismo tiempo, apura a los productores a vender y así generar divisas rápido. De esta manera, Caputo no deberá esperar a ver si el campo quiere desprenderse de sus granos, especulando con una devaluación. Entonces, ¿ganó el campo o primó la búsqueda desesperada de dólares para atender los fuertes compromisos que tiene Argentina en 2025?
Cumplidos 13 meses de gestión, a la administración Milei no se la puede acusar de falta de reflejos políticos y económicos cuando las papas queman. Y eso es un detalle psicológico muy importante para un círculo rojo ampliado: han aprendido a no tomar al gobierno por improvisado o torpe. El manejo eficiente del poder siempre empieza por ganar esa batalla en la mente de los otros actores.
Pero, además, como comentamos en nuestra última columna, el oficialismo debía tomar en cuenta que tal malestar agropecuario podía empezar a impactar en este año electoral. Particularmente en la provincia de Santa Fe -uno de los tres grandes distritos reclamantes- que tiene comicios para convencionales constituyentes el 13 de abril, y en donde La Libertad Avanza no parece estar muy competitiva. Aunque no sea una disputa nacional, muchos empezarán a preguntarse cuán rentable es la marca de Milei. Algo semejante puede suceder en CABA si Jorge Macri logra suspender las PASO locales y adelantar el cronograma a mayo.
No perder sintonía con una de las tres “pampas húmedas” que existen en la Argentina -además de Vaca Muerta y la minería (¿y la “vaca azul” del Atlántico podría ser una cuarta?), era simbólicamente importante, además, para un presidente que siempre elogia la gran fase agroexportadora que alentó la Generación del ´80. De modo que, cuando la opinión pública suena, aguas trae.
Cómo impactará fiscalmente este “desprendimiento” se verá, ya que en las primeras horas desde el ministerio de economía se le bajó el precio al costo, pero algunas estimaciones privadas señalan una sangría de recursos bastante más pronunciada. ¿Se podrá sostener con mayores recortes presupuestarios? ¿o confiando en que se solidificará el superávit dado que 2025 será un año de recuperación económica? En todo caso parece que, cuando aprieta el zapato, “sí-hay-plata”. ¿Esto impactará sobre los reclamos que vienen haciendo otros sectores que dicen estar con el agua al cuello? ¿cómo leerá la UIA esta actitud “manosuelta” del gobierno? ¿quizá tenga razón Milei cuando dice que lo peor ya pasó?
Mientras, en el plano político sigue con incertidumbre la agenda parlamentaria en extraordinarias. Necesita acomodar demasiadas piezas para darse por satisfecho. Tiene que lidiar con una antagonista tan astuta como él, que se juega parte del capital político que le resta, y que lo va a defender a capa y espada (lo cual la vuelve más peligrosa). La clave principal pasa por la suspensión o derogación de la ley de primarias, porque a partir de eso se puede desencadenar un gran dominó de situaciones que afecten a todos los actores, empezando por el cronograma electoral.
Lo cierto es que el presidente regresó al país habiéndose dado todos los gustos ideológicos: fue a la asunción de Trump, lo premiaron, lo aclamaron, se codeó con camaradas del mismo palo, lo endulzaron en el FMI, y se despachó con fuertes definiciones filosóficas en Davos. No le faltó nada para un viaje soñado. Ahora solo resta que el nuevo mandatario americano cumpla con las expectativas que se generaron respecto a su socio argentino. ¿Eso lo ayuda con los ciudadanos locales? Los vítores en el extranjero nunca están de más, pero 1) el impacto de esas agendas foráneas es muy relativo, y 2) su diatriba anti woke y anti cambio climático quizá le traiga más de un dolor de cabeza.
Con éxitos económicos en la mano y opositores que se desangran cotidianamente, Milei tiene buena parte de la sartén por el mango. Por ahora, Alcorta se quedó sin grito y sonaron las “trumpetas”.