Gustó a medias, no goleó, pero ganó. Y eso es lo que importa. Central venció 1-0 a Sarmiento en la jornada posclásico y sigue dulce en el Apertura. El único tanto lo marcó Agustín Sández, en una noche de show absoluto en las tribunas. El Canalla sigue invicto y líder.
El Gigante fue un salón de fiestas en el que no se festejó un cumpleaños, sino el triunfo en el clásico rosarino y una campaña que llegaba viento en popa. El calor popular y los fuegos de artificio le dieron más espectacularidad a una noche que ya venía cargada de grandes emociones. Sarmiento fue el invitado de lujo, pero el inicio del partido se hizo esperar.
El ovacionado en la previa Ariel Holan metió un doble cambio de entrada, no tan sorpresivo porque se venía barajando en la semana, y les dio descanso a Emanuel Coronel y Gaspar Duarte. El paraguayo Enzo Giménez y Santiago López se metieron en el once. Y el exIndependiente tuvo contacto inmediato con la pelota y fue armador en la previa del primer gol canalla.
Arranque con furia del Canalla
Sí, apenas habían pasado 5 minutos. Un doble yerro de la visita le dejó la pelota a Agustín Sández, éste la tocó para el mencionado López, que vio un hueco en la pared defensiva y le dio una habilitación de lujo a Nacho Malcorra. El 10 la cruzó por el área chica y Sández volvió a aparecer para darle un cierre feliz a la jugada que él mismo inició: 1-0 y marcador inaugurado.
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Agustín Sández ya convirtió y sale eyectado hacia los hinchas para festejarlo con alma y vida.
Sebastián Suárez Meccia / La Capital
Los hinchas seguían de fiesta, el primer tiempo se volvía cortado por algunas interrupciones y eso aplacó el ímpetu Canalla de ensanchar la ventaja. Igual le alcanzaba para controlar el juego ante un Sarmiento que se preocupaba más en no bajar aún más la guardia que en ir por el empate. Central volvió a estar cerca a los 41’ a través de una jugada colectiva entre Navarro y Malcorra, pero el enganche Canalla definió desviado cuando el arquero Lucas Acosta ya estaba casi resignado a sacarla del fondo de la red.
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En los últimos minutos se vio “lo mejor” del conjunto de Javier Sanguinetti, que se arrimó y pateó por primera vez al arco para despertar del letargo a Fatu Broun. No hubo espacio para más.
El Gigante esperaba cerrarlo antes
El complemento arrancó como terminó el período anterior, con un Central que tenía el as bajo la manga, pero no lo terminaba de jugar. Daba la impresión que si aceleraba cerraba la función, pero quedó enjaulado en el juego lento, monótono y predecible que propuso el Verde de Junín.
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De hecho, tuvo muy pocas llegadas al arco juninense en el segundo tiempo. Apenas con alguna pelota parada desde los pies de Malcorra y nada más. Se fue en intenciones, con el empuje externo, más que en una idea deliberada de ir por todo. Porque si quería, lo resolvía antes. Pero terminó con la ventaja mínima ante un rival limitadísimo.
Poco le importará al hincha el cómo. Seguramente sí le importe a Holan. El envión del clásico y de su gente le dio otro empujón hacia el éxito, hacia la punta y ahora tendrá una misión que va a desenmascarar las verdaderas intenciones de este equipo. Central deberá sacar chapa y demostrar por qué es líder en La Bombonera, nada menos que ante un Boca que está lejos de ser un cuco. Por lo pronto, en esta fecha hizo los deberes.