Central entró en un estado que amerita una catarsis, un replanteo de lo hecho hasta aquí para no profundizar sus males. Pero claro, hay una mención especial que debe hacer, casi de manera obligada, y es que lo que logre de aquí en más, posiblemente ya no le sirva para acomodar la estantería futbolística. Hoy se puede decir con todas las letras que lo que vive Central es un proceso de descomposición absoluta, con un equipo que no colmó las expectativas y que, pese al título logrado hace menos de un año, generó un enorme malestar en sus hinchas. Porque el Gigante de Arroyito se expresó a lo largo de los 90 minutos frente a Barracas Central, dejando en claro la reprobación absoluta. Y si la dirigencia tomó nota, como se estima, es de suponer que podrían estar buscando ya alguna alternativa a Matías Lequi.
Hace ya varias fechas que estaba el claro indicio de que la cosa no venía bien, que jugando de esta forma el objetivo de clasificación a Copa Sudamericana le iba a ser imposible, por eso no extraña esto que sucede. Ahora, la ilusión de la remontada estaba y era imposible ir contra ello, pero el declive no sólo no se detuvo, sino que se profundizó.
Este presente de Central habla a las claras de un proceso de descomposición futbolística notable, que ya emana aromas para nada agradables.
Proceso3SSM.jpg
Matías Lequi todavía no le encuentra la vuelta al equipo, pese a que ya probó con distintos nombres y esquemas.
Sebastián Suárez Meccia / La Capital
Lequi mantuvo una base y sobre ella intentó construir algo diferente, con algunos pequeños retoques, pero pueden cambiar los nombres, el esquema, mantenerse en pie las buenas intenciones, que nada hace pensar que la cosa pueda cambiar.
Aquel triunfazo canalla, un oasis
Aquel triunfazo que metió en Canalla en el Gigante frente al líder Vélez pareció el momento de quiebre, el del despegue hacia algo mejor, pero no fue otra cosa que un oasis en medio de la monotonía. Porque vino Defensa y Justicia y fue derrota, porque llegó Banfield y apenas le dio para un empate, porque apareció Instituto en el horizonte y tampoco le dio para sumar de a tres, porque se presentó la posibilidad contra el colista Barracas Central y pasó lo que ya todos conocen (0-1).
>>Leer más: Central: Lequi otra vez está obligado a cambiar
Qué es todo esto si no un proceso de descomposición futbolística. Es que puede suceder que los resultados no acompañen porque la suerte no se presenta como aliada, pero puede pasar en uno, dos partidos, no más que eso.
Central lleva ya una andanada de encuentros en los que no dio la talla desde lo futbolístico y fue eso lo que condujo a un camino oscuro, donde no se percibe ninguna luz al final del túnel. Todos esos malos pasos fueron generando una sensación de angustia en esos hinchas que se bancaron con respeto la salida de Miguel Ángel Russo creyendo que algo bueno podía llegar a gestarse. Por las dudas se aclara: el proceso de descomposición futbolística al que se hace referencia había dado ya sus primeros pasos durante el ciclo anterior.
Proceso4SSM.jpg
Ignacio Malcorra intenta en el partido ante Banfield. Ese día Central tampoco pudo sumar de a tres.
Sebastián Suárez Meccia / La Capital
Central de protesta
Lo cierto es que la paciencia se fue agotando frente a la falta de reacción y por eso ya al término del primer tiempo contra Barracas, con el partido empatado, aparecieron los primeros reclamos. Esa caminata del equipo hacia el vestuario fue todo un indicio. Y todo se profundizó a los 15 segundos del complemento, con el gol de Bruera. Minutos antes del final apareció una nueva reprobación hacia jugadores, cuerpo técnico y también dirigentes. Ya en el epílogo los dardos fueron directamente hacia Lequi.
Es difícil y hasta contraproducente cargar la responsabilidad de este mal presente en un solo actor porque sin dudas la culpa es compartida, pero lo que no se puede barrer debajo de la alfombra es justamente eso: el presente. A Lequi lo ratificaron después de la negativa de varios técnicos que dijeron que no y ahora es de manual que estén trabajando sobre algunos nombres, en caso de que sea necesario un golpe de timón. De más está decir que tiene que tratarse de alguien que convenza.
Hoy Central es esto, un equipo devastado futbolísticamente y encima ahora con la obligación de recomponer su ánimo. Es todo parte de lo mismo, es todo el corolario de un proceso de descomposición inocultable.