-¿Cómo fue tu infancia en Bermúdez?
-Mis primeros años los pasé en Bermúdez, hasta que en 1984 nos mudamos a Rosario. Fue una linda infancia, típica de los años 80, cuando todavía se podía jugar en la calle y nos quedábamos afuera pateando una pelota o andando en bici, hasta que las madres nos pegaban el grito para ir a cenar.
“Pensé que estaban todos locos”
-¿Cuál fue el primer partido de Central que viste?
-La primera vez era chiquito, no tengo muchos recuerdos y como vivíamos fuera de Rosario fue algo de una sola vez. Al mudarnos a Rosario comencé a ir con más regularidad, justo en un momento complicado: Central jugando en la Primera B. Me acuerdo que el primer partido de ese campeonato fue una noche contra Deportivo Italiano. Yo no tenía muchas ganas de ir, era más para acompañarlo a mi papá, para hacer algo juntos. En mi ignorancia futbolística de temprana edad no me seducía mucho la idea de ver a un equipo que jugaba en la B. Sin embargo, cuando empezamos a caminar por Avellaneda rumbo al Gigante empecé a ver cada vez más gente, autos que tocaban bocina, hinchas cantando yendo a la cancha como nosotros. Pensé que estaban todos locos. Todo cerró cuando entramos al estadio y pude disfrutar de aquella fiesta que para mí era increíble. Pensá que yo venía de la apacible y bucólica Capitán Bermúdez y de repente estaba viendo cómo miles y miles de desaforados gritaban por Central.
-¿Cómo surgió la idea del libro?
-Desde chico me interesó la historia del club y tenía guardado algo de material que conseguí en bibliotecas y hemerotecas de la ciudad, aunque en realidad no era mucho. Pero hace unos años se dieron dos sucesos que cambiaron todo: el comienzo de la digitalización de diversos diarios y revistas antiguas que antes eran muy difíciles de conseguir y la masificación de las redes sociales, las que me dieron la posibilidad de conectarme con diversas personas interesadas en lo mismo y con las que fuimos intercambiando datos, fotos e ideas, entre otras cosas. Uno de ellos fue el escritor Fabián Bazán, centralista de ley, quien al ver todo el material que había reunido en este tiempo me insistió, ya hace un par de años, para que publicara algo.
-¿Por qué elegiste investigar los primeros 30 años?
-Siempre me gustó la historia, remontarme al pasado ya sea para ver los orígenes de un personaje, de una banda de música o de un club de fútbol. Por eso quise saber todo lo que pudiera sobre la primera época del equipo de mis amores. El hecho de que sean 30 años me pareció una buena forma de dividir la más que centenaria historia del club. Cuatro bloques de 30 o 35 años, que espero se conviertan en cuatro obras en donde pueda volcar todo lo investigado. No me quiero quedar sólo con este libro, quiero escribir toda la historia de Rosario Central. Ya estoy escribiendo el próximo, que irá desde 1920 a 1955.
-¿Qué relación tiene el libro con las obras de Andrés Bossio y de Jorge Brisaboa?
-No es por desmerecer a autores tan grandes como Brisaboa o Bossio, pero este libro te diría que es 100% trabajo de campo, es pura investigación. Desde recorrer bibliotecas y hemerotecas, charlar con descendientes de los primeros socios, pasar horas y horas revisando diarios antiguos, hasta largas caminatas por cementerios tratando de conseguir alguna fecha de nacimiento o defunción que no se recordara. Las publicaciones de Bossio en los 80 y de Brisaboa en los 90, me refiero a la parte de los primeros años centralistas, tienen bastantes cosas que ya había escrito en la década del 40 o 50 el periodista Cipriano Roldán, que no digo que sean falsas, pero que no sabemos de dónde salieron, no hay una fuente precisa. Por eso no quise escribir otra vez algo que ya sabemos, no quise caer en la fácil de copiar y pegar. Soy una persona muy curiosa y bastante desconfiada, aspectos que por ahí no me sirven mucho socialmente, pero que para investigar me fueron de gran utilidad.
-¿Cuál es el origen de la grandeza?
-El club tiene un claro origen, ferroviario y argentino. Primero ferroviario porque fue fundado en diciembre de 1889 por un grupo de trabajadores de los talleres Rosario del Ferrocarril Central Argentino, reunidos en la actual Sede fundacional, y que desde hacía un tiempo se dedicaban a los deportes en sus ratos de ocio. Y es argentino su origen porque el club se estableció como tal en Rosario, República Argentina. No es ni escocés, a pesar de Colin Calder su primer presidente, ni es inglés, lugar de procedencia de la mayoría de los pioneros. El club es argentino, nada tiene que ver el origen de sus fundadores, la nacionalidad no era un aspecto exclusivo para pertenecer a ese Central. Por ejemplo, el primer criollo del cual se tenga registro en el club, Anastasio Leunda, era por esos primeros años el capitán del equipo de criquet, puesto importantísimo en esa época. Pero en 1903 Central evoluciona y deja de lado aquello de que para pertenecer al club había que ser empleado del ferrocarril. Al mismo tiempo se muda al Cruce Alberdi y ahí cambia todo. Podría decirse que el club se hizo grande por su gente, cuando les abrió sus puertas a los vecinos del humilde barrio que rodeaba la cancha, a los obreros de Refinería o a los laburantes del Mercado Central. Pasó de ser un club encerrado en los talleres del ferrocarril a convertirse rápidamente en el equipo más popular de la ciudad.
-¿Tu sueño era jugar en Central?
-Mi sueño era un tanto más periodístico. Yo quería participar en una de esas transmisiones de radio que escuchaba cuando Central era visitante. Quería acompañarlo a (el relator) Walter Hugo, quería gritar un gol como el uruguayo. Soñaba con relatar un pase del Negro Palma, un gol de Pizzi o una atajada del doctor Alejandro Lanari. Me dormía imaginando partidos de Central, relatando distintas jugadas. Me he comido más de un correctivo maternal por gritar goles de Central en horas de la siesta o tarde por la noche.
-¿Qué es Central?
-Se que no está bien, no es una actitud que me enorgullezca, sería más fácil decirte que Central es la institución más grande del interior del país, bla bla, bla. Pero llegué a un punto tal de enfermedad canalla, que Central es para mí el parámetro de mi propio humor. Central es quien me define el día, la semana. Si ganamos está todo bien: soy amable, canto, me río, hago bromas. Pero cuando Central pierde se me arruina el panorama. En mi familia ya saben que no se me tienen que acercar mucho si hay una derrota auriazul.
-¿Tenés parentesco con el Alarcón que jugó de delantero en Central Córdoba o con el Palomo, el zaguero que jugó en Central?
-No tengo parentesco con ellos. El Alarcón que empezó lo que son hoy cuatro generaciones de canallas era un pibito de las islas entrerrianas que vino a buscar trabajo a la progresista Rosario de los años 30 y a quienes sus compañeros llevaron un día a ver un Central Córdoba – Rosario Central. Nos tocó perder, pero el muchachito se quedó maravillado con la hinchada centralista y desde ese día fue todo azul y amarillo.
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-¿Cómo conseguiste el acta de bautismo de Zenón Díaz?
-Siempre me pareció curioso que no se supiera el lugar exacto de quien fue el primer ídolo de Rosario Central. Se sabía por declaraciones del propio Zenón en distintas entrevistas que había nacido a finales del año 1881 en Córdoba, más específicamente en un lugar llamado San Marcos. Pero en ese dato hay un problema, en la provincia mediterránea hay dos localidades con ese nombre: San Marcos Sud y San Marcos Sierras. La colonia que dio origen a San Marcos Sierras es unos años posterior al nacimiento de Zenón en 1881, así que esta no podía ser. Entonces me puse a buscar en sitios de genealogía documentación sobre nacimientos en San Marcos Sierras sobre algún Zenón Díaz, pero seguía sin encontrar nada. Hasta que se me ocurrió, no centrarme en él sino desviar la investigación hacía el lado de sus padres. Sabemos quiénes eran estos porque en el censo nacional de 1895 podemos encontrar viviendo en Rosario a Zenón Díaz de 14 años, junto con su hermano Juan y sus padres, don Pedro y doña Tránsito Luna. Así que me puse a buscar qué documentación podía hallar de Tránsito Luna y por fin pude encontrar que esta bautizó a un hijo suyo de nombre Zenón durante los primeros meses de 1882. Con la particularidad que también figura su pareja, Pedro, pero no con el apellido Díaz, sino que este consta en actas como Pedro Nieto.
-¿Qué dato confirma o refuta ese documento público?
-El acta de bautismo que encontré nos dice que el 24 de abril de 1882 Zenón Díaz fue bautizado en la capilla de San Marcos como Zenón Nieto, siendo hijo de Tránsito Luna y Pedro Nieto. Juan, el hermano mayor de Zenón, fue bautizado en ese mismo lugar, pero unos meses antes, el 30 de septiembre de 1881 cuando tenía ya con cuatro años de edad.
-¿Qué información sobre los tripulantes del Beagle, los rivales del “bautismo de juego canalla”, obtuviste en la revista River Plate Sport and Pastime?
-De ese partido de fines de mayo de 1890, el primero que se tenga registrado de un equipo de fútbol de Rosario Central, ya teníamos datos del resultado y de la formación ferroviaria desde que se publicaron en el libro del cincuentenario del club, editado en 1939. Algunos dudaban sobre ese encuentro porque decían que el Beagle era el barco con el que Charles Darwin visitó nuestro país en 1833, pero pude encontrar que en mayo de 1890 arribó a Rosario el HMS Beagle, perteneciente a la marina británica. La colección de la revista porteña River Plate Sport and Pastime, que va desde 1892 a 1901, me sirvió para descubrir más datos sobre la participación de Rosario Central en los primeros torneos de fútbol que se jugaron en Rosario. Bajo la organización de la Rosario Association Football League se disputaron torneos de fútbol desde 1896 a 1899, inclusive. Es por eso que Rosario Central es de los pocos clubes de nuestro país se puede dar el lujo de decir que jugó al futbol de manera oficial en tres siglos distintos: XIX, XX y XXI. Así de antiguo es el club.
-¿Sos un volante ofensivo del Twitter?
-En el universo de Twitter Central me muevo como un delantero entrado en años, que por ahí no está en el ida y vuelta, pero que se sabe mover en el área y cada tanto convierte algún golcito con los hilos que subo para difundir la rica historia de Rosario Central.