El mal presente del equipo hace que la paciencia de los hinchas se agote cada vez más, ya que ven cómo fecha a fecha Central va quedando más lejos del objetivo de clasificación a copas internacionales. De igual forma, lo ocurrido en el primer tiempo ante Banfield fue extraño para lo tiempos que corren en Arroyito, cuando cayeron varias bombas de estruendo luego del gol de Banfield. No pasó de eso, pero fue un momento particular.
Mientras el equipo intentaba de cualquier forma, pero no hallaba los caminos, el hincha comenzó a percibir que la cosa no funcionaba. Atrás había quedado ya ese minuto de clamor hacia el Negro Palma cuando a los 10’ el estadio completo aplaudió y gritó por el Tordo mientras se desplegaron un par de banderas. Ahora la cosa ya era distinta, de una mirada inquisidora.
Y tuvo que llegar el gol de Banfield para que el ambiente se caldeara de verdad, como hacía tiempo no sucedía en el Gigante. A los 23’ de ese primer tiempo se escuchó con fuerza el “movete canalla movete” y dos minutos más tarde, en el tanto del Taladro lo que se comenzaron a escuchar fueron detonaciones en el área del arquero Sanguinetti.
Cayó una, otra y otra más, hasta que el uno visitante salió despedido hacia el centro de la cancha, con anuencia del árbitro Pablo Echavarría.
Cayeron un par de bombas más, lo que generó el repudio del resto del estadio con silbidos elocuentes, pero de golpe y porrazo, casi como si todo hubiese tenido una partitura en la mano, el estadio completo comenzó a cantar “y Central ponga huevo”.
Los bombas cesaron en Arroyito
Los equipos se juntaron en sus respectivos bancos de suplentes y Echavarría dio indicaciones precisas, sobre la suspensión del encuentro en caso de que sigan tirando proyectiles. Mientras, Malcorra y Marco Ruben le pedían que sea contemplativo y, al parecer, que colaborara haciendo el juego más ágil y no permitiera la demora de los jugadores de Banfield.
Antes de reanudar el juego, el propio Marco Ruben se metió un par de metros en campo de Banfield, miró hacia la cabecera norte y abrió los brazos pidiendo tranquilidad.
El juego continuó y las bombas dejaron de caer, lo que ya fue todo un paso adelante, pero claro, lo que calmó mucho más las aguas fue el gol de Jaminton Campaz, a los 36’.
Ya la adrenalina del segundo tiempo hizo que el empuje fuera constate y siempre de apoyo. Apenas una escaramuza en la platea del río sobre el final, tras la expulsión del colaborador de Banfield, pero nada fuera de lo común.