El Club Social y Deportivo Juventud de CLEAR nació un 21 de enero de 1944 por iniciativa de un grupo de muchachos entre los que se contaban hijos de accionistas y empleados de la Cooperativa Limitada Eléctrica Anexo Rosario, encargada de dar abastecimiento eléctrico a la ciudad allí donde el territorio se termina y se pierde en el Saladillo. Fue esa originaria relación con la Cooperativa Eléctrica la que le dio el nombre, y fueron luego las vicisitudes de su barrio y su gente las que le dieron forma a su historia.
Según rememoran los socios más antiguos, Carlos Hernández fue el presidente de la primera comisión directiva del club, secundado por Carlos Fessia en la vicepresidencia. Para sostener ese proyecto, en los primeros días del andar de CLEAR, los fundadores idearon algunas propuestas y convocatorias que les permitieron juntar algunos pesos. Así se organizaron torneos de truco, asados populares y venta de bonos solidarios. El trabajo de la comisión posibilitó la redacción de los primeros estatutos del club y la adquisición, en 1957, de la sede que hoy ocupa en calle Lituania al 5300.
Con las persianas altas, los grandes ventanales de la sede del club exhiben orgullosas el escudo rojo con la sigla CLEAR en letras mayúsculas. En la esquina, el centro de jubilados y pensionados del Sindicato de la Carne y dos enormes murales que muestran a Perón y Evita abriendo sus brazos frente a la multitud dan cuenta del pasado profundamente peronista y obrero que aún sobrevive en la zona.
En el libro Hechos de Barrio, Martín Stoianovich cuenta que el boleto de compra y venta del edificio incorporó la condición de que en el club "quedara al menos un cuartito para que la colectividad húngara, antiguos dueños del lugar, se pudieran seguir juntando". Para la década del '50 Saladillo ya no era el barrio señorial y aristocrático del siglo anterior. Más bien era un barrio poblado por inmigrantes europeos de diversas colectividades y trabajadores llegados del norte del país, fundamentalmente atraídos por el empleo en el frigorífico Swift, con enormes volúmenes de producción. Las viejas mansiones y la sencilla arquitectura obrera aún se mezclan en la geografía de Saladillo. Fueron esos trabajadores del frigorífico los que le dieron vida social y deportiva a las primeras décadas del CLEAR.
Un símbolo del barrio
A la altura de calle Lituania, por Avenida del Rosario, hay una rotonda que contiene un enorme monumento. "Una Evita de dos metros treinta, de puro bronce recolectado por el Sindicato de la Carne en la década del noventa -cuenta Stoianovich y agrega- Lleva un brazo en alto y en la otra mano una leyenda: Donde hay una necesidad existe un derecho. El monumento original era medio busto y había sido instalado en 1952, dos años después de la muerte de Evita, y llevaba un intento de flor alrededor que por sus características permitió al antiperonista hablar de gajos y por entonces, en una chicana que heredó el inconsciente colectivo, ponerle el mote de monumento a la mandarina".
Evita o Mandarina era una disputa simbólica que despertaba pasiones entre peronistas y antiperonistas del sur. Según cuenta Stoianovich, "con la revolución fusiladora, las dictaduras de Lonardi y Aramburu, y la proscripción del peronismo, el clima social no quedó exento de ese escenario violento. Y los ataques cotidianos tocaron también los símbolos partidarios que el peronismo había desparramado durante sus años. El busto de Evita sufrió atentados como toda la simbología peronista: obra de los comandos civiles". Armados con las cuchillas del trabajo o a los tiros, las vecinas y vecinos peronistas del barrio se ocuparon de defender ese y otros símbolos de los ataques que llegaban por varios frentes.
Buenos y malos tiempos
En los años en los que abundaba el trabajo, las fábricas producían y el barrio crecía, el CLEAR se mostraba en todo su esplendor. De aquellas épocas, los vecinos recuerdan sus grandes festejos en fechas patrias, con carreras de sortijas, torneos de truco, chinchón y billar. También los bailes de carnaval y el desfile de bandas y músicos populares de diversos géneros que hicieron sacudir las caderas del vecindario.
En tiempos de democracia, muchos legisladores hacían también su aporte económico al club. Sin embargo, como en todas las instituciones sociales, la dictadura hizo estragos en CLEAR. Los recursos escasearon, el terror dejaba a la gente refugiada en su casa, no había reuniones ni fiestas posibles y la comisión apenas pudo mantener las persianas altas y la puerta de calle abierta. Los memoriosos cuentan que el fútbol los mantuvo vivos. En particular, un torneo de veteranos al que CLEAR nunca dejó de asistir.
De pie y con las puertas abiertas
Hoy las cosas en el club pintan un poquito mejor. Los vecinos del barrio, de todas las generaciones, volvieron a habitar sus espacios. La pelota sigue rodando y comenzaron a florecer nuevas actividades y disciplinas deportivas.
Con las paredes pintadas de rojo y blanco y pobladas de fotos de míticos equipos campeones de fútbol en CLEAR, la cantina está nuevamente en marcha, despachando menúes e infaltables vermús con soda para los más viejos que todos los días se reúnen a charlar y desempolvar antiguas anécdotas.
Además del fútbol, los pibes y las pibas de CLEAR hoy practican boxeo y patín artístico. La participación de sus taekwondistas en diversos torneos nacionales les hizo cosechar varias medallas y nuevos títulos para la vitrina. Cada tanto se vuelve a prender el fuego de la parrilla y hay folclore en el club. Por supuesto, como a lo largo de toda su historia, en Saladillo están dispuestos a seguir sosteniendo a su querido. En las buenas, y en las malas mucho más.
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El proyecto transmedia da forma a un recorrido multiplataforma por las historias de clubes de la ciudad de Rosario, de la mano de personajes que le otorgan tridimensionalidad, articulando una serie de medios on y offline que buscan aprovechar las potencialidades narrativas de cada lenguaje. Es una iniciativa del #DCMteam de la Universidad Nacional de Rosario.
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