El Grande Prêmio de São Paulo, tal su denominación oficial en esta nueva moda de poner de sede a las ciudades que ponen la plata, ya empezó a vivirse en esta urbe que es un país. Ya empezaron a llegar los primeros argentinos, que seguramente desde el viernes le harán el aguante al piloto del momento en la Fórmula 1: Franco Colapinto.
Por ahora todos se están acomodando, como el propio Colapinto, que arribó bien temprano el miércoles al aeropuerto de Guarulhos, uno de los tres que tiene San Pablo. Y luego se alojó en un barrio exclusivo cercano al autódromo donde para el paddock de la Fórmula 1 cada vez que llega a Brasil.
La cartelería es la que puede verse en los paseos, avenidas y shopping, y en el mismo ingreso a los aeropuertos, como el de Congonhas, adonde llegaron los enviados de La Capital.
Cuesta el contraste de que no diga directamente “GP de Brasil”, pero desde que el expresidente Jair Bolsonaro intentó por todos los medios llevarse la carrera a “su” Río de Janeiro, el gobernador paulista impuso en las negociaciones con la FIA cambiarle el nombre a partir de 2021. Le jugó a favor que había que construir un nuevo autódromo carioca, ya que Jacarepaguá se convirtió en la Villa Olímpica de los Juegos de 2016.
Brasil y la Fórmula 1
Brasil parece haber disminuido ese encanto por la F-1 y no es para menos, ya que desde 2017 que no tiene un piloto, toda una rareza. Felipe Massa, paulista él, fue el último. Curiosamente, Felipinho se retiró en Williams, el mismo equipo que le dio la gran chance a Franco Colapinto.
Los brasileños casi tocan el cielo con las manos, como con Emerson Fittipaldi, Nelson Piquet y Ayrton Senna, cuando en el 2008 Massa y todo el autódromo celebraban exultante bajo la lluvia de Interlagos llegando victorioso y campeón a la meta, y en 30 segundos vio como Lewis Hamilton recuperaba un puesto faltando tres curvas y con esos puntitos se lo arrebataba.
San Pablo recibe a Franco
Por eso además la presencia de Colapinto llama la atención, en pista y fuera de ella, y ahora en una Interlagos que puede empezar a reconocerlo entre sus favoritos, ya que es el único sudamericano en la F-1 en siete años.
La intensidad de la marea argentina que se espera desde el viernes, con pasajes y entradas agotadas (solo se consiguen Fan Zone, en el mismo autódromo, al menos hasta este miércoles fue así), puede mimetizarse con un público tuerca brasileño que quedó prendido de Ayrton Senna y que puede ver en Colapinto cuestiones emergentes. Y que además, no rivaliza tanto con los argentinos como al revés.
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Ingreso a uno de los aeropuertos de San Pablo, con la bienvenida sobre la carrera.
Colapinto y el banderazo
Por eso se intuye ese clima festivo que desnudan las redes sociales, que por ejemplo ya llamaron a un banderazo en pleno centro paulista para apoyar a Colapinto, el sábado por la noche.
O a votar para que el argentino sea elegido el piloto del día, sin esperar que salga a pista. Al menos la encuesta a la mejor maniobra del mes, la que hizo sobre Fernando Alonso en Austin, seguramente la ganará este viernes en vistas de que llevaba una ventaja indescontable con Carlos Sainz, Lando Norris, Oscar Piastri o Esteban Ocon. En las redes, donde se macera este fenómeno, les pasa el trapo a todos.
Unas gotas de lluvia nocturna en la cerrada noche de San Pablo, parecen reafirmar lo que dice el pronóstico, que sábado y domingo será con agua. Aún hay tiempo, claro. El miércoles la actividad se circunscribió a las acreditaciones de los medios de prensa y al acondicionamiento de los autos en los garages. Este jueves Colapinto recorrerá a pie el circuito, junto a su ingeniero Gaetan Jego, ausente en México.
Interlagos entra en clima, los argentinos y Colapinto también. San Pablo es una ciudad que no para. Como el furor por Franco, nunca tan cerca de Argentina.