El portugués Cristiano Ronaldo reconquistó este lunes el Balón de Oro, que distingue al mejor jugador del año, un premio a la perseverancia de un jugador que, a sus 28 años, nunca se rindió cuando en los cuatro años precedentes la distinción fue para su gran rival Lionel Messi.
En 2008, Ronaldo tocó la cima futbolística: tras una temporada fantástica con su equipo de entonces, Manchester United (ganador de la Liga de Campeones, la Premier League y el Mundial de Clubes), el portugués fue elegido Balón de Oro, en lo que parecía el inicio de un largo reinado. Pero aquel dominio fue efímero.
El triunfo del Barcelona sobre el Manchester United en la final de la Champions disputada el 27 de mayo de 2009 en el Estadio Olímpico de Roma, no sólo supuso el inicio del ciclo del Barcelona, sino el comienzo de la tiranía de Messi, que en los cuatro siguientes años fue indiscutiblemente el mejor jugador del planeta.
Ni siquiera el millonario traspaso de Cristiano Ronaldo al Real Madrid en el verano de 2009 (por la cifra récord de 94 millones de euros) cambió esa tendencia, ya que el equipo blanco apenas fue capaz de rivalizar ante el Barcelona, ni en la competición doméstica ni a nivel internacional.
El protagonismo de Messi “el tipo de yerno que todos los padres querrían tener para su hija” según definió el propio presidente de la FIFA Joseph Blatter, coincidió con un periodo de salidas de tono y declaraciones egocéntricas de Cristiano Ronaldo, que llevaron al portugués a ser un jugador, en general y salvo los seguidores de su equipo, poco querido.
“Creo que porque soy rico, que soy guapo y que soy un gran jugador, que la gente me tiene envidia”, llegó a decir en 2011, en pleno “delirio” que coincidió también con la época más polémica de su paisano José Mourinho en el banquillo del Real Madrid.
Incluso Blatter se permitió hace unos meses hacer una broma con Cristiano e imitarlo como si fuese un soldado desfilando. Una afrenta que seguro que el portugués no habrá olvidado pese a haber recibido el Balón de Oro este lunes de manos del mandamás de la FIFA.
Quizá todo ello era normal en un chico nacido en Madeira en una familia humilde y que vio como con apenas 18 años uno de los grandes de Europa, el Manchester United, pagó 17 millones de euros por él al Sporting de Lisboa y le convirtió en el mejor jugador del mundo.
Durante el reinado de Messi, el gran mérito de Cristiano Ronaldo fue no desfallecer, adoptar voluntariante un perfil más discreto y humilde y superarse temporada tras temporada para volver a convertirse en el mejor jugador del mundo.
Pese a que en 2013 no ha logrado ningún título, el delantero nacido en Funchal (Madeira) acredita 69 goles en el año que acaba de concluir, batiéndo su récord de 63 logrado en 2012. CR7 es el líder indiscutible de su selección, como quedó demostrado con los cuatro goles en la repesca ante Suecia que dieron el billete a Portugal para Brasil, y del Real Madrid, equipo con el que suma 230 goles en 221 partidos.
Tras ganar el Balón de Oro este lunes, un buen papel con Portugal en el Mundial de Brasil y la Décima Copa de Europa con el Real Madrid colocaría defínitivamente a Ronaldo como uno de los más grandes de la historia del fútbol y el digno sucesor de su llorado Eusebio, el mito luso fallecido hace escasos días.