La de Juan Giménez, por ejemplo, titular en estos últimos partidos en el equipo de Ariel Holan y habitualmente convocado a la selección Sub 20, luce entre varias. En conjunto, las imágenes ilustran un mural que no puede pasar desapercibido para nadie. Ni a propios, ni a extraños.
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Ningún nombre más apropiado.
Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
“Se llama Casa Hotel y no Pensión porque el objetivo no sólo es el de alojar a los chicos, también es el de garantizarles todos sus derechos, alimentación, educación, salud, recreación; acompañarlos en este recorrido deportivo de esa manera, aportando esas garantías. No se focaliza únicamente en el jugador, sería un error, también se apunta al adolescente que transita esta etapa, a su formación y su crecimiento como persona”, cuentan Nora Basso y las hermanas Soledad y María Cecilia Amigot, referentes del club a cargo en el área.
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Capacidad de Casa Hotel, a tope
La capacidad de Casa Hotel hoy está a tope. Hay 52 jugadores juveniles instalados en habitaciones dobles. Y otros ocho, los más grandes (categoría 2007) que están alojados en otro sector de la Ciudad Deportiva, en La Academia.
Hay chicos de distintos lugares del país que llegaron a Casa Hotel persiguiendo su sueño. Desde Mendoza, San Luis, Catamarca, Misiones, el norte de nuestra provincia de Santa Fe. No importa demasiado el origen, de una manera u otra, todos quieren lo mismo, jugar en primera.
Para algunos de ellos, el desarraigo se siente un poco más. Especialmente para los que tienen a sus familias más lejos. En esos casos, las ven una o dos veces al año. Lo mismo sucede con sus amigos.
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Después de lavar, a colgar la ropa.
Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
Esto forma parte de los inevitables sacrificios que exige el tránsito hacia la meta. Esos mismos sacrificios, a la vez les permiten a estos chicos vivir en un lugar de privilegio para sus aspiraciones profesionales.
Una jornada en Granadero Baigorria
En Casa Hotel los juveniles desayunan, almuerzan, meriendan y cenan, todo bajo la supervisión de una nutricionista (Yessica Gómez). Para facilitar la atención, se alimentan en dos turnos y, los que esperan, se entretienen jugando al pool o al ping pong en la sala de juegos que está al lado del comedor.
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Durante las 24 horas hay mayores que cumplen el rol de referentes en horarios rotativos, acompañando tanto las actividades como velando por el descanso de estos jóvenes.
En lo referido a lo educativo, donde se presta mucha atención, Gimena Zapata es la tutora y encargada del enlace institucional entre el club y las escuelas. A los chicos los trasladan en traffic especial a una escuela de Baigorria, República de Grecia, donde cursan en el contraturno que entrenan. Y disponen de un par de profesores de apoyo para “hacer la tarea”.
También cumple funciones una psicóloga, atenta a las distintas problemáticas que manifiestan los adolescentes. Y cada mes se elije un día para festejar los cumpleaños correspondientes, con turrón de Quaquer, la torta preferida por todos. Esto, mas allá de la foto que le saquen al cumpleañero en su día, con un cartel especial de fondo, que se comparte en el grupo de WhatsApp que los aglutina.
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Las hermanas Soledad y María Cecilia Amigot, junto a Juan Ignacio Lapetina.
Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
Los celulares, hasta ahí
El uso del teléfono celular y de las redes sociales tiene sus restricciones para los chicos. Está regulado a partir de un “pacto de confianza” entre los jóvenes y los referentes. Hay un horario tope para el uso “social” del móvil y para las publicaciones en redes que, dentro de lo posible, están controladas.
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Además del cumplimiento de los horarios de entrenamiento y del cursado de clases estos jóvenes disponen, lógicamente, de un tiempo para el esparcimiento. Y lo aprovechan, con la autorización de sus padres, siempre cumpliendo con las normas establecidas para el caso, que se respetan a rajatabla.
También hay especial cuidado con la salud de estos chicos. Además del control permanente de los médicos de las distintas categorías de fútbol juvenil, hay contratado un servicio de AMCE de Granadero Baigorria, que brinda cobertura por cualquier emergencia durante las 24 horas.
Más allá de que se intenta generar el mejor clima para que los jóvenes estén a gusto en Casa Hotel, algunos no consiguen acostumbrarse al cambio, especialmente los más chicos. Generalmente extrañan demasiado a sus seres queridos, a su entorno familiar, y deciden regresar a casa. Son pocos los casos, pero sucede. Algunos se van y vuelven a intentarlo al año siguiente. Otros, dudan al principio, y después se terminan quedando sin problemas.
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Amigos sobre la mesa. Sueñan con llegar a primera.
Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
Lo humano sobre lo deportivo
“No podemos perder de vista que estos jóvenes que llegan aquí desde distintos puntos del país están en edad de formación deportiva y, a la vez, en etapa de construcción como personas, en ese sentido trabajamos cuidando los valores humanos además de los deportivos”, contó la psicóloga Sonia Silva, que trabaja esta temática, entre otras, con los chicos de Casa Hotel. “Se apunta mucho a lo actitudinal y a lo emocional, que tiene que ver con los proyectos de vida y la toma de decisiones en esta etapa”, explicó la profesional.
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En Casa Hotel no se reemplaza ni a la familia ni a los amigos de los chicos. Pero se generan nuevos vínculos y, a partir de ellos, estos jóvenes transitan buena parte de su adolescencia. Y lo hacen también persiguiendo el sueño de convertirse en profesionales.
Alcanzar la meta es difícil. Por eso en Central intentan que en esa búsqueda, además de la lógica instrucción que le aportarán los profes y los técnicos a la formación del jugador, el joven reciba también la mejor educación y cuidados como persona.
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La alegría de los chicos que comparten todo en la Ciudad Deportiva.
Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital